-¿Y bien?...-Pregunto tentativo disfrutando de su timidez.
-Yo... director Santillana...-Me intimida con su mirada y parece que lo disfruta.-Quiero disculparme por lo que sucedió en el restaurante...-Elevo una ceja seriamente y el me ve sin expresió...
¡Ha pasado un mes y Álvaro no reacciona! La ansiedad de Stefanía es cada vez más grande, cada día se siente impotente al no poder hacer nada para despertarlo. Su cerebro sigue teniendo actividad cerebral estable, pero no despierta, han hecho todos los estudios necesarios y su cerebro está evolucionando poco a poco, lo preocupante es la secuela del golpe y el tiempo que lleva en coma, solo piden a Dios que no haya perdido su memoria o haya quedado vegetal. 😭
¡Dios estaba ocupado! ¡No escuchó sus oraciones!
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Pero...
—Álvaro...—Stefanía abre sus ojos incrédula y atónita al entrar ¡No lo podía creer!—¡Dios mío!—Tapé mi boca y las lágrimas de emoción empezaron a salir.—¿Amor? Conejito... ¿estás bien?—Susurro nerviosa.
Álvaro se encontraba sentado en la camilla, sin ninguna máscara de oxígeno, sus ojos eran aterradores y sombríos, sus labios estaban fuertemente fruncidos con odio y furia, sus manos echas puños, algunos chupones estaban en su pecho, y su endovenosa aún introducida. El pecho de Álvaro subía y bajaba lentamente, como si estuviera conteniendo una furia interna y que necesitara desahogar. Stefanía lo miraba aterrada y no se atrevió a moverse, se quedó estática en su lugar con algunas lágrimas en su rostro, ella lo veía fijamente a los ojos confundida pero los de él tenían odio y rencor.
—¿Amor?—Le llamo despacio y no habla, solo se me queda viendo con ¿Odio?
—No sé quién eres tú... Lárgate de aquí...—
Stefanía quedó atónita por las duras palabras de Álvaro.
—Yo... Yo...—¡No sé qué hacer! Solo lo veo y no puedo creerlo.
—¡Lárgate! ¡No te conozco! ¡Vete de aquí!—
Se levantó furioso quitando todas las cosas de su cuerpo.
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—Que está...—Luciano entró y quedó en shock.—Álvaro...—Susurra incrédulo.—Ok, Ok... cálmate...—Persuade despacio al ver en sus ojos odio y rencor.—¡Alejandra!—Le llama ansioso.
