Capítulo Cuatro

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¡George! ¡Tengo hambre! — la voz de Sapnap se escuchó detrás suya, el castaño simplemente avanzó, dirigiéndose hacia la cocina.

Su cabello era un completo desastre, intentó ordenarlo un poco con su mano, pero no había logrado hacer mucho; aún continuaba con su pijama puesta y arrastraba sus pies al andar, pasando una mano por su rostro esperando poder quitarse el sueño que aún se cargaba encima.

Eran las cuatro de la mañana, el sol estaba cerca de salir, pero por el momento todo era tan oscuro y el castaño se estaba muriendo del cansancio.

¡George! — el pelinegro canturreó su nombre, haciendo una especie de berrinche al no recibir la atención ni la respuesta de su amigo ante su demanda.

George alzó su mano para que guardara silencio, bostezando para luego abrir su refrigerador, sacando un trozo de carne cruda. No comprende como el pelinegro de bandana blanca en su frente podría encontrarse tan hambriento, pero se resigna a darle lo que quiere, suspirando mientras le muestra el trozo de carne, mirando como su amigo se acercaba con intenciones de tomarlo, a lo que lo alejó de él, negando mientras sonreía suavemente con diversión.

Sentado — le ordena, siendo acatada su orden de inmediato por el pelinegro — Ahora rueda — le mira rodar en el suelo, volviendo a quedar sentado, tan obediente y le resultaba muy entretenido que lo fuera por un simple trozo de carne — Bien, quieto... y... ¡Atrapa! — lanza el trozo de carne hacia arriba, apartándose con rapidez mirando como Sapnap rápidamente saltaba a atraparlo con sus dientes.

El mayor se dispone a morder con fuerza aquel trozo de carne, comiendo desesperado como un animal salvaje totalmente hambriento, consumiendo en menos de un minuto la mitad de aquel trozo de carne como si nada.

Buen chico... — acarició su cabello, sintiendo como se detenía tan sólo para disfrutar de las caricias, cerrando sus ojos mientras se acercaba el castaño, buscando más de su cariño inconscientemente.

¡No! — alterado, Sapnap se aleja de él, tomando el trozo del carne para mirarle ofendido — ¡Lo volviste a hacer! ¡Eso no se hace! ¡No es justo! — e inmediatamente George se carcajeó, pues el mayor se había dado cuenta de que había caído en sus juegos para perros con facilidad.

¡Sapnap! — se rió con fuerza, agachándose para así extender su mano hacia él — ¡Dame la patita, Sapnap!

¡No! ¡Jódete! ¡Vete a la mierda! — y así fue como el pelinegro huyó de la escena avergonzado, claramente sin dejar su trozo de carne, entrando a su habitación en donde podía comer en calma sin que el castaño estuviera jugando con él.

George negó divertido, el mayor sólo jugaba de aquella forma con su persona, por los años de amistad que se tenían y por lo unidos que eran, de resto, Sapnap solía matar a todo aquel que le tratara como un perro de casa, obediente y dócil, pues era realmente una bestia salvaje que podía arrancar el cuello de cualquiera con un mordisco.

Y su forma de lobo era mucho más aterradora de lo que cualquiera se imaginaria, sólo fue capaz de verla una vez en su vida cuando tenía catorce años, fue la primera transformación de Sapnap por culpa de la luna llena, ninguno de los dos sabía que aquello sucedería, solo estaban leyendo historias juntos bajo la luz de una vela, envueltos en una manta para cubrirles del frío de aquella casa solitaria.

Un gran lobo de pelaje negro, con grandes y afilados dientes mientras de su boca caía saliva. Sus ojos eran de un fuerte carmesí, no visto de la misma manera por George, pero su tamaño era incluso mayor al de su cuerpo en esos tiempos, intimidante ante cualquiera.

Recuerda el pánico y el miedo que sintió aquella vez, huyendo de esa bestia de pelaje negro y de colmillos inmensos, cuyas garras dejaron marcas en su brazo izquierdo, pues fue lo que usó para protegerse del ataque. Fueron horas y horas donde corría por la casa y por el bosque, huyendo de sus ataques, tropezando y cayendo, teniendo que volver a levantarse sin importar cuanto sus piernas temblaran por el cansancio.

Vampire | DreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora