Capítulo Quince

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No grites, o tendré que matarte — fue lo que dijo su atacante.

George retuvo todo el aire ante la situación inesperada, analizando con sus ojos bicolor al rubio que se hallaba frente suya. Era más alto que su persona, pero por su voz podía estar seguro de que se trataba de un niño.

Frunció entonces su ceño, alzando sus brazos demostrando que se encontraba completamente indefenso y no poseía arma alguna con la cual atacar. El de ojos azules sonrió seguro, orgulloso de su acto y de haber alcanzado lo que quería. No sabe qué tipo de relación tendrían el hombre lobo y el vampiro que cazaban con ese chico más bajo que él, pero algo debía de ser.

¿Qué eres? ¿Un hada de la curación o algo? — vaciló el más joven, carcajeándose mientras movía su daga con altanería.

George escuchó las burlas de los niños en su cabeza, gruñendo entonces con molestia al concluir que todos eran molestos e irritantes, bajando rápidamente sus manos para con una tomar la muñeca del rubio y con la otra golpear la mano del más alto, causando que soltara la daga y esta cayera al suelo.

Soy un humano — fue lo que dijo, pateando la daga lejos de ambos y estrellando el cuerpo del más alto a una pared, ganando tiempo suficiente para tomar la daga y correr a la zona donde mantenía todos los instrumentos que utilizaba para su trabajo.

No tuvo tiempo para pensar, simplemente actuó, tomando una jeringa y corriendo a uno de sus cajones, abriéndolo para así tomar sedante e incrustar la aguja para extraer el líquido del frasco. Sus manos estaban temblando, pero hizo lo que pudo por almacenar la cantidad sana en una jeringa, si se pasaba podría correr el riesgo de matar al rubio.

No sería la primera vez que alguien moría a sus manos de todas maneras.

Dejó el frasco en su lugar y escondió su arma en la espalda, mostrando nada más una de las dagas que robo del rubio, mirando como este se adentraba a la habitación con su última arma en mano.

Ambos se miraron, el de ojos azules se lanzó al ataque, corriendo rápidamente a su persona, pero George fue capaz de esquivarlo yendo hacia un lado, pasando su brazo por el cuello ajeno y sin tardar más en clavar la jeringa allí, introduciendo el tranquilizante de a poco y sintiendo como los forcejeos del más alto disminuían hasta sentir como ahora cargaba un peso muerto.

El castaño se aseguró de revisar los signos vitales del rubio, confirmando que aún continuaba con vida para luego dejarlo caer al suelo sin ningún remordimiento.

Es ilegal hacer eso, pero estamos a mano porque también es ilegal allanar una casa — habló el castaño como si el intruso pudiera escucharle, buscando algo para inmovilizarlo por si despertaba.

Bien, como si no tuviera suficiente con su asunto con Dream, ahora tenía un invitado no deseado en su casa.


Sapnap se adentró a la cocina de aquella casa, bostezando mientras estiraba sus brazos y su espalda traqueaba, generando un pequeño quejido por el dolor, pero superándolo rápidamente. Miró al castaño tomar aparentemente un poco de jugo de naranja, con su mirada en algún punto fijo de la cocina y luciendo ensimismado en sus pensamientos.

¿George? — preguntó el hombre lobo con preocupación, observando de reojo el atardecer que estaba cayendo, ¿En qué momento había dormido tanto? Antes de quedarse dormido aún era de noche.

Sapnap... — el castaño pareció reaccionar a su llamado, dejando su vaso con jugo a un lado y dirigiéndose a su amigo, abrazándolo suavemente, provocando que la criatura se sobresaltara por la impresión al no haberse esperado algo así.

Vampire | DreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora