Diciotto

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— Tranquilo cariño, no creo que lleguen a hacerle daño — Intentó animar Rubén a su prometido.

— No lo sé Rubén, me gustaría verlo, me gustaría ver por mí mismo que mi cachorro está bien — Ramón soltaba lágrimas, Rubén pasó sus pulgares limpiando las lágrimas de su prometido. — Prometo que cuando Andrés vuelva no me separaré de él —

— Eso si te lo permito, en cuanto pueda tenerlo entre mis brazos no lo soltaré por nada del mundo — Dijo Ari llegando.

— ¿Cuando iremos a buscarlo? — Ramón se levantó del sofá.

— Tenemos que hacer un plan — Ari iba a hablar pero le ganó Javier.

— Tiene razón, debemos planear bien el cómo atacaremos — Dijo Rubén tomando por la cintura a su prometido.

— Quiero ir a buscarle lo más antes posible — Dijo Ari totalmente serio.

— Bien, entonces... Este es el plan — Dijo Javier explicando.

•••

— ¿Cuando crees que vendrá Ari? — Dijo Andrés con la voz entre cortada.

— No lo sé, sólo sé que alguien vendrá, pronto — Dijo con una sonrisa.

— Bien, esperaremos —

Ambos tenían la voz apagada, se abrazaron fuertemente, les habían hecho demasiado daño, tanto físico cómo psicológico.

— ¡Bien niños, ya terminó la hora de la siesta! — Dijo una voz bajando el sótano.

— Que esto termine rápido, por favor... — Dijo en un susurro Andrés.

•••

— Chicos han pasado tres días, ¿Podemos ir a buscarlo ya? — Insistió Ari.

— Sí, hoy podremos atacar — Dijo Javier.

— Tú te quedarás aquí, y ustedes se quedarán para acompañarlo — Dijo Rubén apuntando a su prometido y a sus amigos.

— Pero-... — Intentó decir Ramón, pero fue interrumpido por Rubén.

— Ya lo dije Ramón, no me arriesgaré —

— Está bien — Dijo rendido Ramón.

Javier, Rubén, Ari y Sebastián fueron a la casa en dónde se encontrarían a May y a Andrés.

Al llegar vieron a dos hombres protegiendo la casa, se transformaron en humanos y les dispararon.

— Vayamos a buscarlos — Dijo Rubén bajando la pequeña colina.

Al entrar no había nadie, sólo había sangre en el suelo, revisaron todo el lugar, se encontraron con un par dd cuerpos inertes, pero por fortuna, ninguno era de Andrés o de May.

— ¿Qué rayos es todo esto? — Dijo Sebastián haciendo una mueca de repulsión.

— ¡Chicos, encontré algo! — Gritó Javier, cuando se volvieron a reunir se encontraron con una puerta, al parecer está llevaba al sótano.

— Ahí deben de estar — Dijo Ari seguro.

Javier fue el primero en bajar, demostrando que el alfa era él.

— ¡¿En dónde están?! ¡¿Qué les hiciste?! — Preguntó alterado Ari, pues se había encontrado con un hombre tirado en el suelo, estaba agonizando.

Era el mismo hombre con el que había estado luchando ese día.

— Los maté... — Dijo con una sonrisa y con poco aliento.

De repente, todo fue en cámara lenta para él, observó atentamente el alrededor, había demasiada sangre en las paredes, había mechones de cabello, no, no podía ser de él, no podía ser de ellos.

— Lamentarás todo lo que hiciste — Fue lo último que dijo Ari antes de convertirse en lobo y atacar al hombre con sus garras y colmillos.

Sus amigos no hicieron nada para detenerlo, pues sabían perfectamente que ese hombre se lo merecía. Cuando Ari terminó, un gruñido y un aullido lastimero se escuchó por todo el bosque.

•••

— No sé cómo agradecértelo, ahora sólo me gustaría volver con- — Andrés no logró completar la frase cuando un aullido lastimero se escuchó, lo que ocasionó que la piel de todo se erizara.

— Sí, lo sé, aún más ahora, pero necesitan descansar, mañana los llevaré con ellos — Dijo el hombre que los había ayudado a escapar minutos atrás.

— Ellos fueron a buscarnos — Dijo en un susurro alegre dirigido a May.

— Te lo dije — Dijo un orgulloso May al lado suyo.

Eres mi Debilidad  •Spartor•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora