Diciannove

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— ¿Lograron rescatarlo? ¿Están todos bien? — Preguntó Ramón demasiado alterado.

— Sí cariño, estamos bien, es sólo que... — Dijo Rubén, al parecer no se animaba a decirle la verdad a su prometido.

— Iré a mi habitación — Dijo Ari triste, sus ojos estaban vidriosos y sus manos temblaban.

Carlos y Miguel se acercaron a sus esposos, cuando los otros tres chicos decidieron contar qué pasaba, entraron en un estado de shock, pero quien sufrió más fue Ramón.

— No, no es verdad — Dijo Ramón con la voz entrecortada.

— El hombre ese lo dijo así — Rubén se acercó hacia su prometido, pero este no se dejó abrazar.

— Chicos, no es momento de peleas, tenemos que estar con Ari en todo momento, tenemos que acompañarlo — Dijo Javier subiendo las escaleras con su esposo a su lado.

Todos se encaminaron a la habitación de Ari, cuando abrieron la puerta se encontraron con Ari abrazando una de las tantas fotos que tenía de Andrés, Ari estaba llorando, parecía que nadie podía consolarlo. Ramón se sentó a su lado y observó la fotografía, acompañó a Ari en su pena, lo abrazó y lloró junto a él.

— Si yo sólo lo hubiese llevado conmigo, nada de esto pasaría — Dijo en un sollozo Ari.

— No Ari, no te culpes a ti, es algo que sólo pasó — Intentó animarlo Sebastián.

— No, fue mí culpa, si sólo yo- —

— No te culpes Ari, no sabíamos lo que esos hombres planeaban — Lo detuvo Rubén.

Ari se levantó de la cama y los enfrentó.

— Dime Javier, si Miguel, el esposo del alfa, fuese secuestrado, mandarías a toda la manada a buscarlo, pero te das cuenta que llegaste tarde, ¿Qué es lo que harías? — Dijo Ari viendo fijamente al alfa, este negó, no quería contestar a esa pregunta, cuando bajó la vista notó como Javier estaba apretando la cintura de Miguel, y el cómo lo mantenía cerca de él. — Habrías matado a todo mundo —

Contestó sabiendo que su amigo no iba a contestar.

— Y tú, Sebastián, si ese día hubieses perdido a Carlos, estoy más que seguro que buscarías al maldito bastardo que se atrevió a tocarlo, sólo para torturarlo, y hacer saber lo que es sufrir — Sebastián bajó la cabeza en forma de derrota. — Y Rubén- —

— No digas una sola palabra si no quieres que te haga daño — Dijo Rubén tosco, se acercó y abrazó fuertemente a su prometido.

— Si no sólo hubieses perdido al cachorro si no también a Ramón, sé perfectamente que habrías buscado por todo el maldito bosque para encontrarlos, pero si no los encontrabas, ibas a matar a todo ser vivo que se haya metido en tu vida — No le importó la amenaza de Rubén, ni siquiera la mirada, continuó con lo que iba a decir.

— Ari, sabemos que estás mal, pero no debes culparte, ni buscar a algún culpable de todo esto — Le dijo Miguel sacándolo de sus pensamientos.

— Sí Ari, por favor, no muestres tú debilidad, es por eso que te atacaron, la mostraste — Le dijo Carlos.

— No me importaría nada, si quieren matarme que lo hagan, pero ya perdí algo extremadamente importante para mí — Ari se volvió a acostar, esta vez, dándole la espalda a sus amigos.

— Será mejor dejarlo solo — Dicho esto, todos salieron, Ramón salió al último.

— Yo estoy igual de triste que tú, pero debemos ser fuertes, por Andrés... — Intentó tocar la espalda de Ari, pero este se movió. — Te contaré un secreto, honestamente, no creo que él esté muerto — Le dijo en un susurro.

Cuando iba a preguntar algo al respecto, Ramón ya se había ido.

Intentó dormirse, pero al parecer, su mente le estaba jugando sucio.

Eres mi Debilidad  •Spartor•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora