Undici

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- Andrés, despierta, debemos irnos - Dijo Ari con una voz ronca.

Andrés hizo un sonido afirmativo, se levantó y se despabiló mejor.

Cuando los dos estaba abajo Ari se transformó en el hermoso lobo, Andrés se subió con cuidado, Ari iba demasiado rápido, pero aún así se acurrucó sobre el lomo del lobo, y se quedó dormido nuevamente.

- Andrés, ¿Es encerio? - Cuando abrió sus ojos vió a Ari intentando despertarlo. - No sabes lo mucho que me gustaría poder llevarte en mi lomo cuando estoy transformado, pero aquí en la ciudad no lo saben - Dijo acariciándole suavemente su mejilla, por inercia cerró sus ojos e intentó acercar su rostro más a la mano del mayor.

- Está bien, entiendo, será mejor que vayamos - Ari le dió una sonrisa y lo tomó de la mano.

Cuando llegaron, un chico pelinegro con anteojos les abrió la puerta.

- Hola - Dijo con una sonrisa. - Tú debes de ser Andrés, yo soy May, mucho gusto - Le tendió la mano, dudó un poco si devolverle el saludo, pero al final sí lo hizo.

- El gusto es mío - Dijo devolviéndole la sonrisa.

- Será mejor que entren, preparé el desayuno, por si tienen hambre - El pelinegro los guió hacia la cocina y les sirvió un poco del desayuno que había hecho.

Ambos jóvenes agradecieron, Andrés quedó totalmente encantado con la comida de May.

- ¿Les gustaría dormir juntos o por separado? - Preguntó May cuando habían terminado de limpiar un poco la casa.

- Juntos está bien, ¿No Andrés? - Dijo Ari observándolo.

- Sí, juntos está bien - Dijo Andrés dándole una sonrisa a May.

- Perfecto, Ari, ya sabes en dónde está la habitación - Ari le mostró cual seria su habitación.

- Es bonita - Dijo Andrés mirando toda la habitación.

- Lo és, pero no te acostumbres, muy posiblemente en unas semanas nos iremos otra vez - Le contestó Ari sentándose en la cama.

Andrés hizo un pequeño puchero. - Está bien, pero me gustaría estar aquí más de una semana, en la casa del bosque estuve... ¿Cuánto, unos cinco días? - Andrés se sentó al lado de Ari, le estaba reprochando un poco, sólo un poco.

- Está bien, nos quedaremos más de una semana lo prometo - Dijo Ari riéndose.

- Bien, ahora déjame descansar un rato -

- Está bien, descansa - Ari se estaba por levantar, pero Andrés lo atrajo nuevamente hacia la cama, lo acostó boca arriba y se recostó en su pecho.

Ari pareció un poco perturbado, pero dejó que Andrés se quedara dormido en su pecho, algo le decía que si seguía con Andrés, este terminaría muy mimado.

Le acarició sus cabellos, esos cabellos enrulados que tenía Andrés, le encantaba tanto acariciarlos, sus dedos se enredaban un poco, pero no llegaba a lastimarlo.

Estaba cayendo lento por Andrés, pero al final y al cabo, caía.

Movió un poco el cuerpo de Andrés, quería hacer algo antes de que este despertara.

Puso una almohada y lo acomodó mejor, se levantó despacio de la cama, lo miró una última vez y salió de la habitación.

- May, saldré un rato - Dijo bajando las escaleras.

- ¿Necesitas ayuda? - Dijo May entendiendo un poco lo que pensaba hacer Ari.

- No, no lo creo, sé quiénes fueron, volveré para el almuerzo, Andrés está dormido - Salió de la casa y se dirigió al bosque, una vez allí se transformó en lobo y desapareció.

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Abrió lentamente sus ojos, acostumbrándose un poco a los rayos del sol que entraban.

- Mira, te traje ropa, allí hay un baño - Le dijo May mostrándole la ropa que había en la cama, y apuntándole a una puerta que había en la habitación.

- ¿Dónde está Ari? - Dijo restregándose un ojo.

- Salió un rato, en un rato vuelve, no te preocupes, por el momento tú ve a bañarte, te conseguí ropa muy bonita - Dijo guiñándole un ojo.

Eres mi Debilidad  •Spartor•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora