Venticinque

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— ¡Felicidades! — Le dijo Andrés abrazando a Miguel. Esa felicitación fue con un poco de envidia, al igual que de alegría.

— Gracias chicos — Contestó Miguel sonriendo enormemente.

— Sólo espero que sea cómo Javier — Dijo Rubén guiñando un ojo.

— Es lo único que esperamos — Dijo Javier abrazando la cintura de Miguel.

Sus amigos estaban esperando un bebé, un hermoso y adorable bebé.

Honestamente estaba un poco celoso, pero no lo suficiente para desearle el mal a sus amigos.

— ¿De cuántos meses estás? — Le preguntó Ramón, el cual tenía unas cuantas lágrimas.

— Hace poco cumplí un mes — Contestó Miguel con una enorme sonrisa, acariciándose levemente el estómago.

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— No quiero que te sientas mal, simplemente piensa que más adelante tú también quedarás en cinta — Intentaba apoyar a su pareja pero al parecer nada funcionaba.

— Lo sé Ari, es sólo que... No lo sé, simplemente estoy feliz, a la vez emocionado y un poco celoso —

Pasaba sus manos por los cabellos de Andrés, intentando tranquilizarlo, no quería que su pareja estuviese triste por eso.

— Mañana es tú cumpleaños ¿Qué te gustaría que te regalase? — Le preguntó para cambiar de tema.

— Está bien si es lo de todos los años, no me importa realmente, sólo quiero pasarlo con ustedes — Andrés hizo una sonrisa un poco triste, o cansada.

•••

— ¡Feliz cumpleaños cachorro! — Ramón lo abrazó con todas sus fuerzas.

— Gracias Ramón — Le dió una sonrisa hermosa y gigante.

Todo parecía un día hermoso, un día perfecto, era su cumpleaños, Ari lo despertó con besos y mimos, un desayuno delicioso y un par de libros, los cuales apostaba que los terminaría en menos de una semana.

Estaba cómodo, sentía un hermoso aura familiar, si pudiese permanecer para siempre en ese momento lo haría...

•••

Tres meses después...

— Me encantaría poder tenerlo ya en mis brazos... El tío Andrés te ama, sí, te ama mucho — Lo último Andrés lo dijo dirigiéndose al estómago enorme que tenía Miguel.

— Si tú quieres tenerlo ya en tus brazos imagínate nosotros — Le dijo Javier con una sonrisa.

Miguel ya tenía cuatro meses de embarazo, todos estaban muy emocionados por el nacimiento de Santiago.

— ¿En dónde están May y Víctor? — Preguntó Ari.

— Creo que salieron a caminar — Le contestó Miguel.

— ¿Necesitas algo cariño? — Preguntó Andrés a Ari.

— No, sólo quería preguntarles algo — Dijo con una sonrisa mientras se sentaba al lado de su novio.

— Tranquilo, seguro vendrán en un rato, ahí les preguntarás — Andrés apoyó su cabeza en el hombro de su pareja.

— ¿Extrañas a tus padres cachorro? — Le preguntó Ari.

— Quizás... — Su rostros se tornó rojo de vergüenza. — ¿Cuando vuelven? —

— Se supone que vendrán esta semana —

Andrés soltó un suspiro.

— Disculpen señores, aquí están sus bebidas — Su sirvienta dejó las bebidas en la mesa para cada uno.

— Gracias — Le sonrió Miguel.

La sirvienta se inclinó un poco en señal de respeto. Todos bebieron de sus vasos.

— Aún falta un mes para que vuelvan Carlos y Sebastián ¿Verdad? — Preguntó Miguel.

— Sí, ¿Por qué se fueron? — Preguntó Andrés haciendo un pequeño puchero.

— No lo sabemos, sólo sabemos que dejaron una carta diciendo que volverían en cinco meses, y aún falta un mes — Contestó Javier acariciando el estómago de su esposo.

— ¡Auch, Auch! — Gritó Miguel.

— Lo lamento cariño ¿Te hice daño? — Dijo Javier abriendo sus ojos, sorprendido.

— No... Simplemente sentí... ¡Auch! — Volvió a gritar Miguel sosteniéndose el estómago.

— Javier, llevalo al hospital, iremos detrás de ustedes — Dijo Ari.

Javier asintió, agarró a Miguel cómo princesa y se subieron al auto que habían comprado por si pasaba algo cómo ésto.

Javier manejaba lo más rápido que podía, mientras Miguel se agarraba su estómago gritando.

Ari y Andrés iban detrás de ellos corriendo en su forma de lobo.

Eres mi Debilidad  •Spartor•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora