Quattordici

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— ¿Por qué no llegan Carlos y Sebastián? — Dijo totalmente impaciente Ari, él se encontraba siendo mimado por Ramón.

— Quizá les pasó algo — Dijo Rubén encojiéndose de hombros.

— No lo sé, conociendo a Carlos... Él estaría aquí hace más de una hora — Dijo Ari mirando alrededor de su entorno, creyendo que haciendo así vendrían sus amigos.

Rubén, Ramón y Ari se pusieron un poco tensos, miraban a un lugar en específico, de repente dos lobos que conocían se presentaron en frente de ellos.

— ¿Qué es lo que pasó? — Preguntó Rubén en cuanto Sebastián se convirtió en un hombre.

— Tuvimos unos problemas, nada de qué preocuparse — Dijo Sebastián sentándose en suelo.

— Hola cachorro, ¿Cómo estás? — Le preguntó Carlos acercándose a él.

— Carlos — Dijo Ari con advertencia.

— Lo sé, no le haré daño, tranquilo — Le dijo Carlos mirándolo fijamente.

— Hola Carlos — Le dijo él amablemente.

Carlos se giró hacia él y lo miró con una sonrisa, sintió como Ramón lo atraía más hacia su pecho.

¿Por qué me tenían miedo a Carlos? Era extraño, un día de estos le haría todo un interrogatorio a Ari, quería entender de lo que hablaban.

— Bien, ¿Qué les parece dar un paseo? — Dijo Sebastián levantándose.

— Me encanta la idea cariño — Le dijo Carlos acercándose, comenzaron un beso lento, todos rodaron los ojos, cuando se separaron todos se transformaron en lobos, Ari le ofreció para que él se subiese, y así lo hizo.

Estaba en el lomo de Ari, cuando todos comenzaron a correr, era bastante divertido, pues hacían una especie de carrera, se notaba bastante el cómo Sebastián y Rubén competían con Ari, pues este a pesar de llevarlo en su lomo, iba más rápido que los otros.

Ari se detuvo de golpe, casi se cae, pero por suerte se había sostenido bien, cuando miró al frente, había dos lobos sentados, con la cabeza en alto, un lobo era de color negro con los ojos de un color marrón, pero parecían verdes y el otro era un lobo color marrón claro, al igual que sus ojos, todos los demás pararon de golpe, al parecer esos lobos eran importantes.

Los lobos se transformaron en hombres, cómo todos, ya se estaba acostumbrado a ver eso.

— Hola Rubén, Sebastián — Dijo el hombre pelinegro.

Los lobos nombrados hicieron una reverencia.

— Ramón, Carlos, ¿Cómo están? — Dijo el hombre que está al lado del pelinegro.

Los nombrados se transformaron en humanos nuevamente.

— Estamos bien, gracias — Dijo Carlos contestando por los dos, ambos hicieron una pequeña reverencia igual.

— Hola Ari, tanto tiempo — Dijo el pelinegro. Ari se transformó en humano.

— Lo mismo digo Javier — Ari no hizo ningún tipo de reverencia. — Hola Miguel

— Hola Ari — Le dijo el tal Miguel con una sonrisa.

Bien, ahora sabe que esos dos hombres enfrente suyo se llaman Miguel y Javier, al parecer eran importantes, pues había hecho una reverencia cuando se dieron cuenta de quienes eran, además de que estos tenían la cabeza en alto.

— ¿Quién es él? — Dijo el pelinegro mirándolo con una ceja alzada.

— Javier, ten más modales — Dijo Miguel dándole un pequeño golpe en el brazo. — Es sólo un cachorro —

Miguel empezó a acercarse, lo tomó de las mejillas para observarlo bien, miró de reojo a Ramón, este en cualquier momento atacaría.

— Bien, es suficiente, aléjate de mi cachorro — Y ese momento sería ahora, Ramón se acercó y alejó a Miguel.

— ¿Tú cachorro? — Se notaba la confusión en la voz de Miguel.

— Sí, mi cachorro, ¿Algún tipo de problema? — Miguel los miró por unos escasos segundos, para después negar con la cabeza, se alejó de ellos y nuevamente se puso al lado del pelinegro.

Eres mi Debilidad  •Spartor•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora