Ventuno

671 88 16
                                    

Escuchó la puerta principal siendo tocada, después de eso, escuchó gritos de los chicos, después de un rato no escuchó nada.

•••

UNA HORA ANTES

— ¿Estás listo? — Le preguntó May por enésima vez en la mañana.

— Sí, ¿Ya nos vamos? — Dijo demasiado ansioso, quería ver a Ramón, Rubén y a Ari, obviamente también al resto de sus nuevos amigos.

— Entonces vámonos, para llegar a la ciudad a pie tardaremos una hora, ¿Sí? — Le dijo Víctor.

— Sí, vámonos ahora — Salió de la casa en la que se quedaban, escuchó a May y a Víctor detrás de él.

Estaba demasiado emocionado, ansioso, preocupado, quería abrazar a todos, pero especialmente quería estar con Ari.

Cuando llegaron a la puerta sus piernas y manos estaban temblando, May fue quien tocó la puerta, vió cómo Ramón abrió la puerta, le sonrió e instintivamente se abrazó a él.

Ramón parecía en shock, pero cuando lo abrazó comenzó a gritar, después de eso llegó corriendo Rubén y el resto, les sonrió igual, ellos también gritaron y lo abrazaron.

— Pero... ¿Cómo...? — Ramón aún no podía articular ningún tipo de palabra.

— Yo les responderé todas las preguntas que tengan, pero dejen que Andrés vaya con Ari — Dijo May acercándose. Todos estuvieron de acuerdo, subió las escaleras y tocó la puerta que lo separaba de Ari.

— No pienso salir chicos, déjenme en paz por favor — La voz de Ari salió rota, ¿Había estado llorando? Volvió a tocar la puerta e intentó abrirla, pero esta estaba con seguro.

— Per favore fammi entrare, non ti vedo da cinque giorni, voglio abbracciarti — No escuchó nada después de eso. — ¿Ari...? —

La puerta se abrió de golpe y sintió cómo unos brazos le abrazaban su cintura, él le abrazó por el cuello.

Ari se escondió en su cuello.

— ¿Cómo es posible que tú...? — No terminó la frase, pues Andrés le estaba sonriendo enormemente, ahí es donde se dió cuenta que no estaba soñando.

Le tocó suavemente el rostro, y Andrés se dejó por completo, sintió como sus pies ya no tocaban el suelo, Ari lo había levantando de los muslos, lo recostó suavemente en la cama y se abrazaron mutuamente. Nadie dijo una sola palabra, sentían el corazón del otro, sólo fueron cinco días, pero ellos lo sintieron como cinco años.

— ¿Te hicieron demasiado daño? — Fue Ari quién rompió el cómodo silencio.

— Un par de golpes, pero May logro curarme — Su voz salió suave, más de lo que esperaba.

— Perdóname, encerio perdóname, no debí de haberte dejado solo — Ari nuevamente se escondió en el hueco de su cuello.

— No tienes porqué disculparte, tengo dieciocho, casi diecinueve años, puedo cuidarme solo — Andrés me acariciaba el cabello de Ari para intentar calmarlo.

— Sí, pero aún eres un cachorro, pero por suerte ahora te tengo aquí, conmigo, y no te dejaré ir — Ari hizo esa promesa, y la selló con un beso en los labios.

Fue un pequeño roce, pero para ellos significó demasiado, pero no fue suficiente, después de ese beso vinieron más, sólo se separaban para tomar un poco de aire, pero después de un rato volvían a besarse.

— No te imaginas lo mucho que te extrañé — Dijo rozando sus labios con los de Andrés.

— Yo te extrañe más, me acostumbré de sobre manera a tenerte cerca mío — Después de esas palabras continuaron con su pequeña sesión de besos.

•••

Ari se separó lentamente, y observó los labios hinchados de su pequeño, no podía creer que estaba aquí, estaba con él, después de tanto tiempo, no se iba a separar de él por nada del mundo.

— ¿Mataste a...? —

— Sí, lo torturé un poco, pero después de eso murió — Ari interrumpió su pregunta, no quería que su pequeño recordase esos malos episodios.

Eres mi Debilidad  •Spartor•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora