Capítulo 4

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  Todo se estaba derrumbando, cada parte de su vida se estaba cayendo a pedazos, no podía creerlo, no quería creerlo, a pesar de todas las pruebas, no quería, no era posible, ayer estaba al lado de su esposo, teniendo una hermosa tarde familiar, pasar de eso, a enterrar al hombre que amas... Esto tenía que ser una broma cruel del destino, su mundo se desplomaba y no podía hacer nada para cambiarlo, solo podía abrazar a su hija, tenía que mantenerse en pie por ella, ahora estaba sola, tenía que cuidar a su hija sola, su corazón se rompía de tan solo pensar que en el futuro tendría que explicarle a Emma por qué no tenía un padre y qué le pasó, no sabía si tendría las fuerzas para hacerlo.

  Otro entierro, primero, el entierro de sus padres, el día que pensó sería el peor de su vida, pero no lo fue, sí uno de los peores, el entierro de los señores Agreste y el que sí es el peor día de su vida, el día en el que tendría que despedir al amor de su vida, el hombre que le prometió estar a su lado por siempre, con quien formó una familia, quien la acompaño en las más difíciles batallas, su pilar, su compañero, esa era la persona que iba a enterrar, nunca volvería a verlo, no volvería a sentir sus labios, el calor de sus abrazos, el sonido de su voz al decir "Te amo" o el ver a su esposo cargando a su hija, enserio extrañaría eso, siempre lo haría. Dicen que nada es para siempre, que nada es perfecto, Marinette tuvo que haberlo creído antes, quizás así no dolería tanto, ella fue ingenua, pensó que su vida era perfecta, un trabajo que amaba, una hija hermosa y un grandioso esposo, parece que el mundo tenía que recordarle que no era así, dejándola en el suelo, completamente aturdida, era como estar debajo del agua, parecía una ilusión, un sueño del que iba a despertar, esa sensación no desapareció luego del entierro, llegó a su casa junto a sus amigos, pero el lugar que antes era cálido y lleno de amor, que antes llamaba hogar, se volvió un lugar frio y oscuro, un recordatorio de lo que había perdido, no se atrevía a entrar a su recamara, en ella estaban los mejores recuerdos, las mañanas y noches juntos, una parte de ella deseaba entrar y encontrarlo en ella, leyendo uno de sus libros, dándole una de sus hermosas sonrisas, pero después recordaba que no era posible, él ya no estaba y no iba a entrar en la habitación para ser atacada por todos esos recuerdos, decidió dormir en el cuarto de invitados, con la cuna de su hija al lado, se reusaba a comer y dormía todo el día, sus amigos se empezaban a preocupar.

- Esto no está bien. – Dijo Cloe dirigiéndose a los demás, todos estaban en la casa, algunos pasaron la noche ahí, otros se fuero muy tarde y llegaron muy temprano.

- Por supuesto que no está bien, ella perdió a su esposo. – Habló Alya con frustración, era su mejor amiga, el verla en este estado le dolía.

- Ella necesita ayuda, no ha comido ni se ha salido de la cama desde el entierro y eso fue hace una semana, a este paso enfermará. – Dijo Luka con preocupación.

- ¿Qué podemos hacer? Ella esta deprimida y una prueba de lo mal que está, es este lugar. - Preguntó Kagami señalando a su alrededor, todas las fotografías de la casa se encontraban volteadas o fuera de la vista de todos.

- Tuvo que hacerlo la noche después del entierro, mientras nosotros dormíamos, bueno, al menos sí a salido de la habitación. – Dijo Alya con ironía.

- Eso no cuenta, tampoco creo que cuente si sale por que está muriendo de inanición. – Habló Nathaniel con frustración y cansancio.

- No creo que eso pase. – Comentó desde el fondo Marinette, causando un escalofrío en la espalda de todos, presentándose con un rostro inexpresivo.

- Yo no quería... - Intentó decir el pobre Nathaniel, pero la expresión de la chica le hizo rendirse.

- Esta bien, yo creo que tienen un poco de razón. – Dijo Marinette en voz baja.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora