Capítulo 47

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        Narra Marinette:

De acuerdo, no sabía que ese comentario la haría perder los tornillos de esta forma, ya me había dado varios golpes y puede que utilizara cuchillas en el proceso, pero seguía en pie, estoy segura de que tengo mejor resistencia que ella.

- Jon, si pueden escucharme, vayan a la fuente y tiren la estatua cuando yo lo diga. - Susurré con dificultad corriendo por el jardín.

- ¡¿Vez eso?! - Pregunté apuntando al cielo nocturno.

- Se les acaba el tiempo y tú estás perdiendo lo poco que te queda conmigo. - Permití que me acertara una patada, la estrategia de Talia era no dejar de atacar, tenía su fuerza y habilidad como ventaja, estaba completamente consciente de ello, por eso era muy confiada, mucho más tomando en cuenta nuestra diferencia física, ella era más grande y experimentada, por lo que me ve pequeña en comparación, eso es una ventaja.

Dejé que pensara que estaba tomando la delantera, sus golpes conectaban, pero lo hacían mal y si lo que he aprendido en mis batallas pasadas es cierto, se requiere el doble de energía para golpear y fallar, que para vencer, puedo intentar dominar, pero no lo haré siempre, mucho menos con un oponente como Talia, así que me preparo para el golpe, dejo que me tire al suelo, permito que se crea vencedora y como hasta el final va a querer demostrar su dominio, claro que me dará el tiro de gracia mientras me encuentro en el suelo, ella se regodea con el dolor que puede causarle a su oponente, así que le permito verme vulnerable, los músculos sueltos, sin fuerza, ni siquiera para retorcerme del dolor.

- Esa mujer dijo que te necesitaba con vida, fue la única cosa que pidió. - Agarró un puñado de mi cabello, tirando con fuerza y levantando mi cabeza para que la viera a los ojos, no opuse resistencia, me mantuve impasible, no le di la satisfacción de ver dolor en mis facciones.

- Quería matarte ella misma, un deseo muy banal, realmente pensó que tenía el derecho de pedirme algo. ¡Qué descaro! - Sacó su cuchillo y lo acercó a mi rostro, pasándolo por mi mandíbula, cuello y clavícula, hasta llegar a mi esternón, cortando todo a su paso, ni me inmuté.

- Ya entiendo lo que mi hijo vio en ti, es esa llama en tus ojos, incluso ahora no está manchada por el odio. Dos seres completamente opuestos, tuvieron la desgracia y la suerte de encontrarse, no importa si no logramos traer la oscuridad eterna esta noche, ya me diste lo que necesitaba. - Una sonrisa macabra adornó su rostro, muy pocas personas tienen el alma completamente negra, estamos hechos de matices, no nos conformamos con una simple emoción, nuestra dualidad y la capacidad de cambiar es lo que nos hace humanos, Talia es completamente negra, no hay matices, no puedo encontrar diferencias en el tono, es un abismo de oscuridad.

- Eras lo que le faltaba a mi Damian para volverse el guerrero perfecto... Luego de que sufra tu muerte, por supuesto. El dolor de perderte endurecerá su corazón y finalmente tomará el cargo que le corresponde. Todo eso es gracias a ti, por eso tu vida y muerte serán honradas como se merece, Marinette Dupain-Cheng. - Reforzó el agarre del cuchillo y se preparó para apuñalarme.

Muchos han intentado explicar lo que el ser humano siente cuando está en los últimos momentos de su existencia, ver tu vida pasar por tus ojos. ¿Qué sucede cuando le quitas la vida a alguien? En mi entrenamiento como guardiana me dejaron en claro que el arrevatar una vida estaba fuera de los límites, te arranca un poco de alma, la oscurece, probablemente no seré capaz de utilizar adecuadamente mi miraculous luego de esto, solo podía hacer suposiciones y ninguna era buena, pero realmente no me importaba... No, ésto era lo correcto, estoy por quitarle un gran peso de encima a todo el mundo, sé que ésta no será la última amenaza por la que pasemos, siempre habrá alguien que quiera hacernos daño, tanto Damian como yo, ambos nos hemos hecho un repertorio de enemigos en el camino y estamos dispuestos a pelear contra ello juntos, si con esto puedo aliviar un poco de la carga de Damian, pues no me importan las consecuencias.
Agarré su muñeca y quité el cuchillo, golpeé sus oídos para aturdirla, su garganta y pecho, difícilmente podía enfocar y respirar, con esto fue fácil seguir atacando sin recibir respuesta, hasta que la tuve frente a la fuente.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora