Narradora:
Éstas han sido las semanas más difíciles de sus vidas, no sólo para nuestra guardiana, también para nuestro vigilante, no se imaginan la cantidad de veces que deseaba tomar su teléfono y contestar las llamadas de la azabache, pero no podía, después de un tiempo dejó de ver los mensajes o revisar su correo de voz, lo mejor era alejarse de la tentación y gracias a eso, ahora toda la familia tenía que aguantarse su malhumor, pero este no era su malhumor normal, se podía ver la melancolía en sus ojos, no hacía los usuales comentarios o insultos, apenas hablaba, no salía de su habitación o de la cueva y cuando lo hacía se mantenía con la cabeza gacha, todo empeoraba con el hecho de que no pudieron encontrar a Talia, cuando volvió a la cueva le informaron que le habían perdido el rastro y en vez de pegar siete gritos de enojo, regañar a sus compañeros y decirles lo incompetentes que eran, pero solo golpeó la mesa y suspiró frustrado, para después dejar la sala.
Dick podía notar que su hermano no se encontraba bien, había querido cuestionarle su comportamiento, pero siempre que se acercaba el pequeño demonio lo evitaba olímpicamente, así que decidió esperar, lo que se hizo cada vez más complicado, Damian permanecía con la mirada perdida, parecía carecer de emociones. ¿Quién no se preocuparía al ver eso? Lo que más le preocupaba era que no se había vuelto a mencionar el nombre de cierta azabache y la última vez que escuchó a Damian hablar de ella fue por el incidente de Talia, le pidió que la mantuviera vigilada, ya que era muy posible que la asesina volviera a buscarla, pero el pelinegro no se involucró en la vigilancia, no preguntó cómo iba, solo los dejó ser, otra alarma, pues quien conoce a Damian Wayne sabe que él suele ser muy controlador y meticuloso con ese tipo de cosas; su indecisión se acabó cuando Jon le contó lo inquieta que se encontraba la doctora Dupain-Cheng, ella había preguntado por él hace una semana, Jon se lo comunicó al ojiolivo e intentó hablar con él, pero como siempre lo mandó a volar y los dos estaban seguros de que no la contactó a pesar de las recomendaciones del joven, fue entonces cuando tomó la decisión de hablar seriamente con el vigilante. Lo encontró en donde el pelinegro se había encerrado las últimas semanas, rodeado de una cantidad descomunal de papeles, frente a las distintas pantallas de la computadora de la cueva, se acercó lentamente para no alertarlo.
- No hay nada nuevo, Grayson. - ¿Este tipo tiene ojos en la nuca o qué?
- No es sobre eso de lo que tenemos que hablar, Damian. - Ni siquiera se volteó para verlo, solo hizo un sonido para que prosiguiera.
- Marinette Dupain-Cheng, es sobre ella que tenemos que hablar. - Su reacción fue inmediata, apagó las pantallas y se volteó esperando sin saber qué pensar o decir.
- ¿Le sucedió algo? ¿Está bien? - Parecía que había dado en el clavo, la desesperación que mostró al escuchar su nombre, puede que ocultara la inquietud en su voz, pero los ojos no mienten.
- Puede decirse, pero está preocupada por ti, de hecho le preguntó a Jon si tú estabas bien. - En parte pudo respirar tranquilo, pero también fue como si le dieran un puñetazo en el rostro, estaba tan concentrado en lo importante que era protegerla y el dolor que le causaba tener que dejarla, que no se paró a pensar el cómo le afectaría a ella su desaparición.
- Y a decir verdad no podemos responder esa pregunta con un "Sí", has actuado como un muerto viviente estas últimas semanas. - No quería admitirlo, pero era verdad, no se había permitido sentir algo en estas semanas, solo miraba al frente, pensando en el trabajo y nada más.
- Grayson... - No tenía nada para contradecirlo.
- No voy a aceptar que me saques de aquí sin decirme nada o que evites la pregunta cómo lo has estado haciendo con todos, estuve esperando demasiado tiempo, pensando que se te pasaría en unos días, pero al parecer eso no pasará. - Se sentó esperando que dejara en claro que no se iba a ir sin una explicación.
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Un amor inesperado
FanfictionNunca has sentido que las cosas no pueden ir peor, o que no importa lo que hagas todo se derrumba a tu alrededor y no se puede detener, bueno así es como se sentía Marinette Dupain-Cheng en este momento, su vida dio un giro de 180 grados en solo una...