Capítulo 23

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 Narra Damian:

- M: Lo mismo va para ti, Jefe. - Fue el último mensaje que vi de ella, eso era algo que agradaba y a la vez detestaba, su despreocupación hacia su salud y el sobreesfuerzo, estos últimos días he podido notar su clara devoción por su trabajo y sus pacientes, pero en el camino se olvidaba de sí misma, hacía lo mismo cuando se trataba de su hija, no, me retracto, era peor cuando se trataba de Emma, claro, como cualquier madre, en especial esta semana, al parecer esa pequeña lanzadora tuvo unas malas noches, lo cual significaba que su madre no dormiría hasta saber que su bebé estaba bien. Esa era una de las cosas que había aprendido de ella, junto con el gusto que tiene por la repostería, al parecer había heredado las habilidades de sus padres, decía que no quería que las recetas de su familia se quedaran en el olvido, por lo que las practicaba cuando tenía tiempo; es muy terca, me ha contado varias anécdotas en las que es evidente que su terquedad le causó problemas, eso junto con la torpeza que dice tener, algo que no puedo imaginar, suele decir que era muy insegura de si misma, tímida y callada, que al hablar solía tartamudear, en si nada parecido a lo que es ahora, me gustaría haberla visto entonces, pero si de algo estoy seguro es de que esa timidez y tartamudeos eran una armadura, tal cual ella dijo sobre mi, debajo la cual estaba la mujer fuerte, inteligente, trabajadora... 

- ¿Ya la invitaste a salir? - La maldita pregunta de Grayson me regresó a la realidad y no sabía si agradecerle o golpearlo, no puedo creer que me volviera a perder pensando en esto y más mientras nos dirigíamos a una reunión.

- ¡Ha pasado casi una semana y no la has invitado a salir! - Y para mi buena suerte también habíamos accedido a llevar a Jon al hospital.

- ¿Cuántas veces les tengo que decir que esto no es de su incumbencia? - A pesar de que los chicos ya no criticaban ni cuestionaban mis decisiones, por alguna extraña razón ahora tienen otro interés respecto a mi situación, al parecer también quieren opinar respecto a cómo se desarrollaban las cosas, hasta Helena a llegado a opinar sobre esto.

- Solo decimos que ya es hora de que la invites a una cita de verdad, nada de conversaciones en el trabajo y visitarla en su azotea a media noche. No creo que te baste con los mensajes de texto, hermano, nunca te ha gustado eso. - Explicó Grayson, la última oración era correcta, si me hubieran preguntado si me gustaba mandar mensajes de texto todo el día, claramente me hubiera negado, pero esta situación era diferente, como mencioné antes era satisfactorio el hablar con ella, aunque sea de esta forma.

- Quisiéramos saber por qué no la has invitado. Danos una buena razón y dejaremos de hablar. - Propuso Kent, lo pensé por un segundo y accedí.

- No creo que ella esté lista para eso, por lo menos no por ahora. - En la llamada que escuché hace días ella expresó el miedo que tenía respecto a lo que sentía, no es algo que pueda cambiar de la noche a la mañana.

- Explícate por favor. - Habló Grayson confundido.

- Ella perdió a su esposo, es madre soltera y yo soy su jefe, no es la mejor situación si lo analizan bien, jamás he hecho algo como esto y no quiero arruinar las cosas. - El auto se sumergió en el silencio, algo que no sucede muy seguido.

- Wow, eso... Solo wow. - Reaccionó Jon.

- ¿Qué? -

- ¿Tu pensando que podrías arruinar las cosas? ¿Don Perfección? - ¿Dónde está la kriptonita cuando la necesitas?

- Lo que quiso decir este idiota, es que verte inseguro respecto a algo, es muy extraño y sorprendente, esa mujer enserio te trae loco. - A este si lo puedo matar con mis propias manos.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora