Capítulo 13

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    Narra Marinette:

"Estoy en un campo, es precioso, siento una paz y una calma completamente plena, me siento en casa, el sol calienta mis mejillas y mis pies sienten la hierba, el aire es tan fresco, es una de las mejores sensaciones que he sentido, solo siento la necesidad de caminar alrededor, pasando mis manos por las flores y a lo lejos puedo ver la silueta de un hombre, no puedo identificarlo bien, pero me saluda y en el fondo yo tenía el impulso de encontrarme con él, así que corrí, corrí lo más rápido que pude, aun así, él se volteó y empezó a alejarse, yo quería gritarle que se quedara, pero las palabras no salían, un miedo y soledad me invadieron, lo último que recuerdo es por fin poder gritar:

¡ESPERAME! ¡POR FAVOR! ¡QUEDATE CONMIGO!

Después de eso, todo se oscureció"

  Desperté, fue un sueño, uno muy real, me despertó el sonido de la lluvia ¡Demonios! Dejé la ventana abierta, me levanté para cerrarla, pero me quedé viendo la ciudad, es cierto, ya no estoy en Paris, hoy me entregan mi apartamento y comenzaré mi nueva vida oficialmente, al parecer mi suerte es tan buena que el clima me quiso ayudar haciendo que se partiera el cielo justamente hoy, además de un frío horrible, ya me quedé mucho tiempo frente a la ventana, mejor la cierro antes de que el frío afecte a Emma, es muy temprano para que desayune; después de esto, me senté en la cama, rememorando todo lo sucedido los últimos días, llegamos, exploramos, ayudé a una pequeña y ayudé a detener un robo, ayer decidimos no hablar sobre eso, de hecho, yo decidí evitarlos, nos vimos en las comidas y me excusé diciendo que tenía que encargarme de cosas del trabajo o el departamento y Emma, aunque lo último era cierto, no quería tener la conversación que estaba segura que se iba a dar en algún momento y todo por una tonta malinterpretación, acerca de un simple charla, lo pensé todo muy bien ayer y puede que la situación sí se daba para malinterpretar, llevaba mucho tiempo sin debatir con una persona así, al menos con alguien que no fuera uno de mis amigos, al querer leerlo, fui yo quien se abrió y al parecer demasiado, ahora solo me tocaba esperar, pensar bien sobre solo que sentía y lo que iba a decir cuando el momento llegara, el que presiento, no quedaba muy lejos.

Narradora:

  Era muy temprano y no sabía que más hacer que acostarse de nuevo en la cama, boca arriba, meditando, dejando que sus sentidos se liberen por completo, podía sentir la presencia de todas las personas que se encontraban en el hotel, la mayoría dormidas, excepto por los trabajadores de este, estaban tranquilos, soñando, el percibir esto la calmaban, antes hacia algo como esto cuando estaba en casa, casi siempre era con su hija, se acercaba a su cunita y sentía su energía, no hay aura más pura que la de un bebé, esas noches de estrés y cansancio, eran aliviadas por esta esencia, literalmente, su pequeña la mantenía a flote, ahora tenía la oportunidad de sentir a más personas, al concentrarse podía imaginarse a las personas y localizarlas, era como verlas o al menos su aura y al hacer esto se pudo percatar de que cierto guitarrista se dirigía a su habitación, estaba nervioso y con toda razón, la última vez que la despertó a esta hora ella no lo recibió muy bien, por lo menos ahora estaba de buen humor y tranquila, así que se levantó y abrió la puerta, mientras se quedaba esperándolo en el marco de esta, hasta que llego y por suerte tenía dos cafés en mano, sí había aprendido de la vez anterior.

- Buenos días. – Saludó ella recibiendo el café e invitándolo a pasar.

- Buenos días. ¿Y eso que estés despierta a esta hora? – Preguntó, extrañado y preocupado, su amiga nunca se levantaba tan temprano, esto solo se daba cuando tenía trabajo o pesadillas.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora