Under the Blooming roses [ Chaelisa adaptación ]

009

Cruda realidad.

—Roseanne, por favor, no me ignores.

La coreana llevaba ya unos diez minutos siguiendo por los aún vacíos pasillos de la escuela a la pelirroja, la cual no daba respuesta alguna a nada de lo que le decía.

Jennie se sentía impotente, y eso la dejaba al borde de las lágrimas, pero luchaba por retenerlas, si comenzaba a llorar no iba a detenerse en un largo tiempo.

—Rosie, lo siento —Susurró Jennie, tragándose el nudo que tenía en la garganta para poder seguir hablando—. ¿Podrías al menos verme a la cara?

Rosé se detuvo de golpe, haciendo que la otra casi chocara contra ella antes de detenerse, y entonces se giró, su rostro no tenía expresión alguna, y sus ojos no expresaban sentimientos.

La coreana intentó tomar su mano suavemente, pero al instante la otra la apartó.

—No me toques, Jennie —Masculló mirándola con odio, hubiese sido un alivio para Jennie saber que aquello era un disfraz para esconder el dolor que en esos momentos sentía la neozelandesa.

—¿Podemos hablar a solas? —Susurró al ver a los estudiantes que ya empezaban a amontonarse alrededor de ellas, ya le parecía que habían tardado mucho.

Rosé asintió y caminaron juntas hasta el patio escondido.

La mayor se quedó muy cerca de la salida.

—Lo siento mucho, Rosie. No sé por qué lo hice, lo lamento.

—Ya me has dicho eso muchas veces.

—El jueves peleé con Jisoo —Suspiró, bajando la mirada a los pies de Rosé—. Estaba molesta y todo me irritaba, no sé por qué me molestó tanto lo de la nueva aquella.

—Lalisa —Corrigió, cruzándose de brazos con el ceño fruncido.

—Esa.

—¿Y eso es excusa para querer violarme, Jennie?

—Yo no quería hacer eso...

—Parecía todo lo contrario.

—Pensé que tú lo querías, Rosie.

—¡¿Cómo podrías siquiera pensar eso cuando me quedé en shock?! —Chilló frustrada, haciendo que Jennie bajara la mirada al suelo.

—Pensé que era igual a la vez del baño.

—¡¿Qué?!

—¡No lo sé, parecía que te gustaba eso! —Chilló ya desesperada, dándole un golpe al suelo con su pie, el cual hizo vibrar el pavimento.

—¡Lo hice porque lo necesitabas, grandísima idiota!

El pecho de la coreana empezó a ser golpeado por el dedo índice de la pelirroja repetidas veces mientras daba pasos hacia ella, obligándola a retroceder cautelosamente para no caer.

—¡¿Y cómo se supone que yo iba a saber eso?!

—¡Tal vez porque se supone que eres mi mejor amiga!

Jennie ya no lo aguantó más, cuando la mano de la neozelandesa se acercó de nuevo a su pecho la tomó de la muñeca y la jaló hacia sí misma, abrazándola de la cintura para evitar que se moviera, aunque no pudo salvarse de los golpes y forcejeos de la mayor.

—¿Es que no lo entiendes, Rosé? —Gruñó con amargura, quitando una de sus manos de su cintura para apretar con ella sus mejillas y obligarla a verla a los ojos—. Yo no quiero ser tu amiga.