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Por favor.

Lisa la tomó de las mejillas y la acercó a sí misma, alcanzando sus labios con los suyos dando comienzo a un lento beso que tenía intención de ser largo, si no fuera porque la menor se separó inesperadamente de ella.

—Estás extraña hoy, ¿ocurre algo?

—¿Sabes que está mal interrumpir los besos de tu novia?

—¿Sabes que también está mal evadir mis preguntas?

Lisa rió para sus adentros, no podía creer que le hubiera enseñado a la otra tanto de sí como para conocerla así de bien.

—No ocurre nada, bebé.

—La forma en que me lo dices no me deja más tranquila, ¿sabes?

—¿Crees que ocurre algo?

—Sí...

—¿Qué crees que ocurre?

Rosé bajó la mirada, sus ojos reflejando preocupación, pero también indecisión y duda, que opacaron totalmente sus instintos.

—No, nada...

—¿Chae?

—¿Sí?

—Te amo... te amo mucho más de lo que me amo a mí misma... y sabes muy bien dónde está mi ego.

La neozelandesa soltó una pequeña risa antes de alzar nuevamente el mentón, robándole rápidamente un beso a la morena que fue recibido y retomado por ella.

Pero sin que se lo esperara Rosé tomó impulso y se colocó sobre ella, negándose a soltar sus labios ni un segundo.

El beso se tornó rápido, necesitado, y sorpresivamente, fue gracias a Roseanne.

Las manos de Lisa fueron posadas sobre las caderas de la menor, acariciando ésta mientras bajaba hasta llegar a su trasero, apretándolo entre sus palmas mientras soltaba uno que otro gruñido.

—Chae...

Bastó un milisegundo en que sus labios se entreabrieron para que Rosé introdujera su lengua en su boca, explorando su cavidad bucal sin importarle que la lengua de Lisa estuviera luchando contra ella por ganar.

Las manos de la tailandesa hicieron más presión, empujando la pelvis de su novia contra su vientre repetidas veces, maldiciendo para sus adentros la ropa que les estorbaba en esos momentos.

Los labios del par se separaron, siendo unidos durante unos segundos de más por un hilo de saliva que fue roto en cuanto la mayor de ellas sonrió y echó su cabeza hacia atrás.

—Si no dejas de ser tan sensual nunca podré dejar de sentirme como un maldito animal adicto al sexo, ¿sabes?

—Nadie ha dicho que debes dejar de serlo —Lisa sintió la respiración de Rosé pasearse por su mandíbula y cuello hasta llegar a su oído, haciendo que la piel se le pusiera de gallina en cuanto escuchó la boca de la menor abrirse lentamente y emitir un pequeño sonido que anticipaba alguna palabra, pero que sonaba completamente a un gemido—. Noona... me encanta la forma en que me toca... pero hoy quiero ser yo quien la haga venirse. Por favor, ¿me dejaría usar mi lengua para hacer que se corra en mi boca?

Las manos de la tailandesa se deslizaron hacia la cintura de la otra para luego volver a su trasero, colando sus dedos por debajo de su pantalón y ropa interior, ciñendo su agarre a la suavidad de su piel sin nada de tacto.

—Déjame ver qué tienes, y tal vez te deje hacerlo.

Los húmedos labios de la neozelandesa buscaron el cuello de la morena, marcando su forma a lo largo de toda su piel, extrayendo un suspiro directamente del diafragma de la mayor.

Under the Blooming roses [ Chaelisa adaptación ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora