Esquinas húmedas.
Una lluvia torrencial caía sobre el techo que las cubría como si quisiera tirarlo, golpeteando las ventanas y provocando uno que otro fallo de luz con cada cambio brusco de las corrientes de aire que provocaba.
Ya eran las 7pm y Lisa llevaba en casa de Rosé desde las 2pm.
Había sido una estupidez haber ido en su motocicleta sabiendo que el cielo llevaba todo el día gris.
Y lo peor era que la madre de la menor no podía llevarla a su casa pues se había quedado atrapada en su trabajo, la lluvia era tan fuerte que no dejaban a nadie salir.
Rosé en el fondo agradecía que Lisa se hubiera quedado con ella, aunque no lo demostrara se estaba muriendo de miedo.
—Roseanne, ¿no podemos parar ya? —Gruñó la castaña, mirando con profundo desagrado el libro frente a ella, cuestionándose hasta qué punto era mala idea lanzarlo por la ventana.
—Ya vamos a terminar, sólo esta hoja —Murmuró ansiosa, ella también tenía todas las ganas de parar de una vez por todas.
Lisa miró por encima las principales razones para la separación de Corea del norte y Corea del sur, pero no podía leerlas, todas esas letras la mareaban de una forma que parecía haber estado dando vueltas en el mismo lugar desde que nació.
—Ya no puedo...
—Vamos, Lisa... falta poco.
La mayor miró la hoja de nuevo e intentó leer una vez más, pero enseguida se desplomó sobre el escritorio, lloriqueando por no haber descansado desde hace ya cinco horas.
Pero entonces Rosé tomó el libro entre sus manos y comenzó a dictar el contenido de éste, llegando a los oídos de la tailandesa en forma de un pitido ensordecedor.
Cuando Lalisa Manoban decía que ya no podía más era porque si no paraba iba a morir.
Se reincorporó de nuevo en su asiento, mirando a la otra leer haciendo caso omiso a su sufrimiento.
Puso su mano sobre el libro que sostenía la pelirroja y lo empujó contra el escritorio, sobresaltando a la otra por mero gusto para después mirar su rostro enojado.
Pero en cuanto sus labios se entreabrieron para regañarla se abalanzó sobre ella, sintiendo sus manos aferrarse a sus brazos para empujarla, pero la fuerza de éstos se perdió en cuestión de segundos.
Rosé no pudo hacer nada, y aunque su cerebro le gritara una cosa, su cuerpo insistía en corresponder al beso de la mayor, sintiendo su cuerpo derretirse por dentro al sentir sus manos rozar la piel de su cuello como si ya conociera cada uno de sus puntos débiles.
Lisa no podría esconder la cantidad de experiencia que tenía ni esforzándose.
Se separaron para buscar aire, y enseguida la castaña tomó los lentes que descansaban sobre el puente de la nariz de la menor y los soltó sobre el escritorio, levantándose y aprovechando que la otra estaba sentada en una silla con ruedas para empujarla hacia la cama.
Rosé quería parar todo aquello enseguida, pero su cuerpo la traicionó descaradamente, dejándose caer al total merced de Lisa, quien la levantó de la silla y la soltó sobre el colchón, gateando hacia ella para volver a devorar sus labios sin retenerse ni un poco.
Le gustaba.
Les gustaba.
Les encantaban los labios de la otra, tanto que después de haber esperado tanto por volver a probarlos ya no podían soltarlos, ni siquiera respirar era una prioridad para ninguna de las dos en esos instantes.
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Under the Blooming roses [ Chaelisa adaptación ]
FanficEl mundo de Roseanne se derrumba cuando descubre que la persona en la que más confía en el mundo resulta haberle mentido por mucho tiempo, dejándola en un estado de suspensión muy confuso. Pero justo cuando más lo necesita llega una persona a su vid...