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—Tengo que admitirlo, Lalisa. Esta vez tienes bien merecida la victoria —Halagó Nayeon entre una sonrisa, pasando la mochila de la neozelandesa a la parte de atrás para que ésta se vistiera.

—Lo sé, lo sé, soy demasiado espectacular, ¿qué podría decirte?

—Uh... ¿Nayeon? —La voz de Momo llamó la atención de la castaña, logrando que ella se girara para chocar la mirada directamente con las muñecas de la japonesa, las cuales eran alzadas para mostrar las esposas que las encadenaban—. ¿Podrías...?

—Oh, por supuesto, amor.

Nayeon rebuscó en uno de los bolsillos de su mochila hasta sacar de él una llave, con la cual liberó las muñecas de Momo para luego depositar un pequeño beso en sus labios.

—¿U-Ustedes también estaban...? —Tartamudeó Rosé después de vestirse, mirando con cierta vergüenza a las tres chicas dentro de la camioneta totalmente despeinadas y sudadas.

—Claro que estábamos —Respondió Jeongyeon entre risas—. ¿Creíste que tomamos las otras habitaciones para escucharlas gemir, acaso? Aunque, de igual manera lo hicimos. En serio, niña. Gimes más que Momo, y eso es mucho.

Los colores tomaron el color de Rosé enseguida, haciendo reír a todas las presentes en la conversación.

—Hey, Lice. Ten.

Nayeon le extendió a la morena un marcador negro, el cual recibió Lisa para luego empezar a escribir en la bata que hace unos cuantos minutos usaba su novia, dándosela a Nayeon junto al marcador de vuelta.

—¿Dónde está Seokjin? —Murmuró Rosé con cierta preocupación, inclinándose sobre la ventanilla para ver el interior del auto, abriendo sus ojos de par en par al encontrar a su amigo en el asiento de copiloto, más específicamente sentado a horcajadas sobre las piernas de Namjoon mientras lo besaba sin nada de sutileza—. Oh, bueno... al menos está aquí...

Lisa rió antes de girarse y recostarse sobre el metal irregular, usando su brazo de almohada para su cabeza mientras tiraba su mirada al cielo.

—Vaya... hoy las estrellas se ven hermosas.

Rosé levantó su mirada, pero enseguida formó una mueca al sentir un dolor punzante atravesar su entrepierna.

Lisa notó aquello y simplemente se limitó a reír y estirar su mano para tomar la de la menor.

—¿Ya se te pasó la adrenalina?

—Duele...

—Lo sé... ven aquí.

Lisa jaló suavemente a la otra de la mano hasta que ésta se recostó junto a ella, abrazándose a su cuerpo con fuerza.

La mayor pasó su brazo por debajo de la cabeza de Rosé y con su mano libre comenzó a acariciar su cabello, dejando entonces un suave beso sobre su frente.

Roseanne levantó su mirada hacia los ojos de la otra, haciendo enseguida que una sonrisa se iluminara en el rostro de la morena.

Un escalofrío que erizó la piel de la tailandesa recorrió toda su columna en cuestión de segundos, haciendo que su sonrisa se ampliara más.

Lisa no podía apartar la mirada del rostro de su novia aunque lo intentara, era demasiado hermosa para ello, y ver cada una de las estrellas que danzaban entre ellas con el corazón reflejadas en los dulces y preciosos ojos de ella calentaba su alma como nadie lo había hecho nunca.

—¿Roseanne? —Soltó entre sus labios entreabiertos sin nada de fuerza, dando la impresión de que aquel nombre se había escapado de su boca inevitablemente.

—¿Sí?

—Te amo.

Los ojos de Rosé se abrieron como platos, rescatando así aún más estrellas que decoraban el cielo.

Intentó decir algo pero su voz no logró salir, hasta que tragó duro y miró a la otra con algo de miedo.

—¿N-No crees que es muy rápido, Lalisa?

—Claro que lo creo —Respondió sin disminuir ni un poco su sonrisa—, pero realmente lo hago... y está bien si tú no lo haces, no te preocupes, con eso no hay problema, de igual manera haré que me ames tarde o temprano.

Lisa dejó un beso sobre la coronilla de la menor para luego devolver su mirada al cielo nocturno, soltando un suspiro cargado de anhelo al pensar en el futuro no tan lejano que la esperaba.

Tenía miedo de lo que podría pasar, sí.

Pero ver los tiernos ojos de Rosé, y ser la razón de las sonrisas que le dedicaba cada día, siempre la hacía sentir segura.

Verla caminar hacia ella con toda la intención de abrazarla, sin ningún tipo de interés ni malicia en su mirada, la hacía entender que con ella siempre tendría un hogar.

Y que a pesar de lo mal que se viera su entorno, mientras ella estuviera ahí, todo estaría bien.

—Lisa —La voz de Nayeon hizo que la morena se girara, haciendo sin querer que Rosé se sentara al tener que reincorporarse para tomar la bata y el marcador que la mayor le extendía—. ¿No crees que Rosie debería dejar su huella también?

La morena soltó una media sonrisa para después de dejar la bata en la superficie bajo ella entregarle el marcador a su novia, quien lo tomó con cierta confusión.

—Firma con tu apodo.

Rosé bajó la mirada a la tela, y no pudo evitar fruncir el ceño al leer lo que estaba escrito en ella.

"Recuerdo por cortesía de: Lice, J-Hope, RM, Tokki, M&M, Romeo, Prince y"

Todas las firmas tenían diferentes letras y tamaños, y la neozelandesa sabía muy bien que al final debía ir la suya.

—¿Firmo como Rosé?

—Claro, boba. ¿Cómo firmarías sino? —Sonrió Lisa, exponiendo un destello en su mirada repleto de emoción. Rosé nunca la había visto así.

Rosé tomó el marcador con firmeza y firmó con el apodo que le había asignado su novia, quien enseguida tomó la bata y depositó un tierno beso en sus labios.

Lisa se acercó al borde de la camioneta y en cuanto vio una señal de alto puso la bata frente a ésta, envolviendo la señal completamente gracias a la fuerza de la velocidad que ejercía el auto para después verla alejarse rápidamente.

—Hey, chicos.

Las dos adolescentes se asomaron por la ventanilla del auto al escuchar la preocupación en la voz de Hoseok, quien señalaba la radio con su dedo índice.

No se veía sintonía en la pantalla, y por el tono e información que se podía escuchar, se podía deducir fácilmente que era una línea cerrada policial.

Aparentemente aquella pandilla de niños malcriados se encuentra en Daegu de nuevo, en estos momentos no sabemos su paradero, pero deben encontrarse en la zona sur, avisaremos a cuerpos policiales y enviaremos patrullas a cada establecimiento en su búsqueda, cambio y fuera.

—Parece que esta vez sí nos van a buscar —Suspiró Namjoon, tomando de la cintura a Jin para acomodarlo en sus piernas, girando a éste hasta que mirase al parabrisas—. Debemos escondernos. ¿Alguno conoce a alguien que viva a menos de cinco kilómetros?

Momo alzó la mano levemente y enseguida la atención de los presentes se posó en ella.

—Creo recordar que Yunseok...

—Está muerto.

—Oh...

Todos se miraron mutuamente, todos soltando ademanes y expresiones llenos de estrés al ver el vacío mental que cada uno tenía.

Pero entonces la tímida y temblorosa voz de Rosé se alzó entre todas, y todos la miraron con un deje de esperanza en sus ojos.

—B-Bueno... mi hermana vive por aquí cerca...

Under the Blooming roses [ Chaelisa adaptación ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora