La quietud antes de la batalla. Todos están tensos, nerviosos, y no es para menos: es probable que a la mayoría le llegue la hora de su muerte en esta guerra: la Cuarta Guerra Mundial Shinobi.
Mi corazón no se altera, hace tiempo que perdí las ganas de vivir, la muerte será mi liberación. Tal vez de esa forma pueda volver a estar con él, volver a verlo, después de tantos años.
Miro al cielo. Ah, el cielo. Está tan despejado, tan lleno de luz, que casi parece que se burle de los miles y miles de ninjas que perecerán hoy y en los siguientes días. Las nubes se mueven perezosamente hacia donde la brisa las quiera llevar, dejándose mecer, sin preocupaciones, ignorando lo que está a punto de desencadenarse en el mundo de los mortales.
Cierro mis ojos y trato de recordar la razón por la que tengo que luchar, por la que todavía no puedo morir aun deseándolo con todas mis fuerzas. Se lo prometí hace mucho tiempo, pero ya no está. Él rompió su promesa. ¿Tengo que cumplir todavía con la mía?
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La primera vez que lo vi me pareció un ser extraño, como si fuese un adulto atrapado en el cuerpo de un niño. Sus negros ojos parecían ser capaces de ver más allá de lo que un simple humano podía, parecían atravesar tu alma cada vez que los fijaba en ti.
Era diferente a los demás niños con los que había tratado hasta ese momento, tal vez fuese eso lo que me impulsó a asaltarlo en medio de la calle sin siquiera pensarlo.
Ambos teníamos la misma edad, pero él ya se había graduado de la academia de ninjas. Teníamos la misma edad, pero éramos completamente opuestos. A pesar de él tenerlo todo: una familia que lo quería, un increíble clan al que pertenecer, la aprobación de todos los profesores; a pesar de eso, parecía que el mundo le desgarrase la existencia. Mientras que yo, que no tenía nada más que a mí misma y a los demás compañeros de clase de los que me había hecho amiga, disfrutaba cada momento al máximo, incluso el simple hecho de observar como la tiza del profesor se iba desgastando mientras la deslizaba por la pizarra me resultaba placentero.
Cuando me acerqué a él corriendo, con la alegría de estar viva dibujada en mi rostro, llamándolo a gritos a pesar de que nunca antes nos habíamos dirigido una sola palabra, la sorpresa y el sobresalto hicieron que él diese un pequeño respingo.
Estábamos fuera de la academia, él acababa de recibir su Hitai-ate, un símbolo de orgullo y dedicación hacia la aldea, la banda que indicaba que era un ninja de pleno derecho de Konoha, y probablemente se dirigía a su casa para mostrarle a sus padres lo que había conseguido.
—Eres Uchiha Itachi. —Esas fueron las primeras palabras que le dediqué mientras respiraba profundamente tras la carrera. Puede parecer estúpido, pero suelen ser las cosas más tontas las que hacen que las historias comiencen, y este fue nuestro comienzo—. Yo soy Kyōka —dije sin alterar la enorme sonrisa que dibujaban mis labios.
Durante unos instantes se mantuvo en completo silencio, simplemente observándome, como intentando adivinar mis intenciones.
Más adelante me confesaría que en aquel momento estaba tan impresionado por aquella inesperada introducción que no había sabido qué responder.
—Te he escuchado hablar, sé que puedes —repuse con energía inclinando un poco la cabeza hacia un lado, preguntándome por qué no decía nada.
—Kyōka-chan. —La voz de uno de mis amigos a mis espaldas hizo que me girase—. Deja de molestarlo y vamos, están todos esperándote —dijo mirándome con una sonrisa cargada de lástima hacia mí—. Está claro que no le interesa lo que tengas que decirle, venga.
—¡No seas cruel! Has sido tú quien ha venido a interrumpir —protesté cruzándome de brazos, mostrando de esa forma mi fingido enfado.
—Ni siquiera te ha respondido —respondió alzando ambas cejas para después extender su brazo hacia mí, ofreciéndome su mano, instándome a irme de una vez con él.
—¿Quieres venir con nosotros? —inquirí volviéndome hacia Itachi con energía, ignorando la mano que mi amigo me tendía—. Vamos a jugar todos juntos.
Por primera vez pude ver la indecisión en su mirada, antes de responder:
—Me tengo que ir, lo siento.
—¿Ves? Te lo he dicho. No somos lo suficientemente buenos para que se junte con nosotros —se burló mi amigo, girando sobre sí mismo, dándonos la espalda.
En ese momento pareció que Itachi quería decir algo, pero antes de que saliese una sola palabra de su boca mi pie impactó directamente en el trasero de mi amigo, a la vez que le decía de forma "amable" que se callase.
Inmediatamente se volvió para intentar devolverme la jugada, mientras yo lo esquivaba entre carcajadas, bajo la atenta mirada de Itachi, que nos observaba en silencio, con una ligera sonrisa esbozada en sus labios.
—Lo que pasa es que eres un burro y tienes envidia de que se haya graduado antes —decía mientras le sacaba la lengua con diversión, obteniendo a cambio una mirada furibunda de mi amigo.
—Esto… Me tengo que ir. —La suave voz de Itachi hizo que ambos dejásemos de pelearnos para prestarle atención a él, esperando a que dijese algo más—. Adiós.
—Nos vemos —respondí, agitando una mano a modo de despedida, a la vez que mi amigo apoyaba su codo sobre mi hombro, a modo de soporte, observando como Itachi se alejaba de nosotros lentamente.
Después de aquel día pasó mucho tiempo hasta que volvimos a vernos. Yo seguía yendo a la escuela y supongo que él conocería a los que serían sus nuevos compañeros de equipo.
De vez en cuando, en medio de las clases, mis pensamientos vagaban hacia esos ojos, de un negro insondable, y hacia el suave sonido de su voz.
Tal vez, si nunca hubiese hablado con él, ahora podría ser libre, feliz como lo había sido en aquella época. Tal vez… Pero ese no es mi deseo.
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Después de mil quinientos años, os dejo el primer capítulo(≖ᴗ≖✿). Espero que os guste este nuevo proyecto.
Os informo de que en esta obra los capítulo serán bastante cortitos, con varios saltos en el tiempo, como en este. Iré saltando de lo que sería el presente para Kyōka y el pasado, para explicar como ha acabado así.
Y sin más, me retiro. Besitos para todos
( ˘ ³˘)♥
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Sentimientos Ocultos [Naruto Shippuden] ✔
FanfictionSus almas estaban conectadas, pero la vida tenía un plan diferente para ellos. Lo que sentían era mutuo, y aun así imposible... ➻❃ ➻❃ ➻❃ ➻❃ ➻❃ ➻❃ ❃ La foto de la portada, además de cualquier otra imagen o medio visual utilizado, no me pertece, créd...