Desasosiego. Esa es la única palabra que se me ocurre para definir el estado en el que Itachi había entrado.
Teníamos trece años. Para ese entonces ya habíamos intercambiado tantos besos y tantas caricias, habíamos suspirando nuestros nombres sobre los labios del otro tantas veces, que cualquier rastro de la vergüenza que habíamos sentido al principio se había disipado por completo.
El escaso tiempo que podía pasar con él era tan placentero como sentir la suave corriente del río sobre el cuerpo. Sus manos eran siempre tan cuidadosas, tan amables, cuando me acariciaba, que sentía que no importaba absolutamente nada más en el mundo. Hacía que me perdiese sin remedio.
Pero aquello no bastó para evitar que me percatase de que había algo que inquietaba su mente.
De repente, la forma en la que sus ojos miraban el mundo cambió. Seguía sonriéndome, besándome, colmándome de todos los simples cuidados con los que yo disfrutaba; sin embargo, poco a poco se fue distanciando. Y el hecho de que no se alejara solo de mí, sino también de su hermano, a quien quería más que a nada, fue lo que me indicó que estaba teniendo algún tipo de lucha interna.
Le pregunté y me respondió:
—No te preocupes, es solo el trabajo.
Aunque no era una mentira, tampoco era exactamente la verdad, pero no insistí; todo lo que tenía que ver con su trabajo como ANBU era información clasificada.
Cuando por fin me gradué de la academia, el tiempo que podíamos pasar juntos se redujo aún más, haciéndome imposible observarle para tratar de encontrar alguna pista que me esclareciera lo que estaba ocurriendo.
Y de repente, un día, Shisui, el mejor amigo de Itachi, al que consideraba como un hermano mayor, dejó el mundo de los vivos.
Estaba en casa de los padres de Itachi, comiendo dulces y gamberreando con Sasuke, siendo observados con mirada apacible por el mismo Itachi, cuando llamaron a la puerta.
Mientras él se levantaba para ver de quién se trataba, Sasuke intentaba darme pellizcos al mismo tiempo que me decía que era una pesada.
Entonces, por primera vez desde que lo conocía, escuché la voz de Itachi alzarse, con un tono de irritación tan alarmante que tanto Sasuke como yo dejamos de jugar y nos asomamos a ver qué estaba ocurriendo.
Cuando llegamos a la puerta, agarrando la mano del pequeño Sasuke y manteniéndolo tras de mí, vimos como tres miembros del clan se encontraban en el suelo, completamente derrotados por Itachi, que se mantenía de pie, observándolos con evidente desprecio.
—¡Detente, Itachi! —El grito de Fugaku, que había aparecido sin que ninguno nos diéramos cuenta en el lugar, sobresaltó a todos—. ¿Qué tonterías estás diciendo? —inquirió con esa voz tan profunda que siempre lograba ponerme los pelos de punta. Ni Sasuke ni yo entendíamos a qué se debía todo aquel escándalo, estábamos tan sorprendidos, que simplemente nos mantuvimos en silencio mientras la escena seguía desarrollándose ante nosotros—. Itachi, últimamente estás extraño —acusó.
—No hay nada extraño, solo estoy cumpliendo mi deber, eso es todo —murmuró. Aquellas palabras, la forma en las que las había pronunciado, fueron capaces de transmitirme tanta tristeza que se me encogió el corazón.
Quería salir ahí afuera y abrazarle, decirle que pasara lo que pasara yo iba a estar ahí para él, pero entonces la voz de su padre volvió a alzarse.
—¿Entonces, por qué no viniste la noche pasada?
—Para alcanzar el cielo. —Aquella respuesta nos dejó a todos perplejos pero lo siguiente que ocurrió, después de que Fugaku le preguntara por el significado de sus palabras, no nos lo habríamos esperado nunca. Con una rapidez digna de un ninja de élite, lanzó un kunai a uno de los emblemas del clan que adornaban los muros del distrito. Aguanté la respiración y sentí la mano de Sasuke apretar la mía con fuerza—. He perdido todas las esperanzas en este patético clan. Has olvidado qué es lo más importante porque no permites mirar más allá de la palabra "clan". No hay lugar para el cambio, ya sea de reglas o expectativas. —Era como si estuviese en algún tipo de trance, totalmente fuera de sí.
No sabía por qué estaban discutiendo, no comprendía a qué venía todo aquello. ¿Acaso no era algo bueno enorgullecerse de pertenecer a un clan? ¿No era normal que los miembros de los diferentes clanes pensasen que el suyo era el mejor?
Para mí las palabras de Itachi no tenían sentido.
Estaba tan ensimismada en mis pensamientos, que no volví a prestar atención hasta que Sasuke, apretando aún más fuerte mi mano y dando un paso adelante, gritó. Gritó suplicándole a su hermano que se detuviese.
Pude ver sin problemas cómo Itachi parecía darse cuenta de dónde estaba y lo que estaba haciendo e, inmediatamente, agachando su rostro, se dejó caer al suelo de rodillas y echó su cuerpo hacia adelante, inclinándose, quedando totalmente vulnerable ante cualquier situación peligrosa.
—Yo no fui quien mató a Shisui —aseguró, sin alzar la cabeza. Aquella declaración me pilló desprevenida, pues todavía no me había enterado de su muerte, pero, aunque comprendía que se hubiese enfadado ante aquella acusación hacia su persona, me costaba creer que las acciones de Itachi estuviesen relacionadas únicamente con eso. Lo conocía lo suficientemente bien como para saber que aquello solo había sido la gota que había colmado el vaso, de otra forma jamás hubiese reaccionado de forma tan violenta—. Me disculpo por todo lo que he dicho. Ruego que me perdonéis.
Pegué a Sasuke a mis piernas, pasando mis manos sobre sus hombros. Toda esa situación estaba siendo tan extraña, tan incomprensible para mí, que no quería ni imaginar lo que debía estar pasando por su pequeña cabeza en ese momento.
Me resultaba espantoso ver a Itachi en esa posición, dejando su cuerpo a merced de los cuatro adultos, aunque uno de ellos fuese su propio padre. Me resultaba enfermizo escuchar su voz rogando por el perdón.
—Últimamente ha estado trabajando duro para ANBU, está cansado. —Las palabras de Fugaku sobresaltaron a los otros tres Uchihas, que protestaron disconformes, deseando arrestar a Itachi por sus irrespetuosas acciones, pero él continuó hablando—. ANBU está bajo el control directo del Hokage. Incluso nosotros, la fuerza policial, no podemos arrestar a alguien sin ninguna prueba. —Desde mi posición, su rostro, que no había dejado de mirar ni un solo instante el suelo, me parecía tan martirizado, tan lleno de dolor, que de nuevo me lamentaba por no poder ayudarle a llevar la carga que arrastraba sobre sus hombros, fuera cual fuera—. Sobre Itachi, yo mismo me encargaré de observarlo.
Pasaron unos segundos antes de que los otros tres consintiera y, tras aquello, Fugaku caminó hacia la entrada de la casa, donde estábamos Sasuke y yo contemplando toda la escena. Me lanzó una extraña mirada antes de entrar en su casa, pero no dijo absolutamente nada.
Desde el primer momento en el que le había conocido había sospechado que mi presencia no le agradaba, por eso siempre había tratado de mantenerme lejos de su mirada, pero aquella vez su expresión no fue de desagrado, era como si estuviese entre avergonzado y a la vez sintiese lástima de mí.
Lo seguí con la mirada hasta que desapareció en el interior de la casa, preguntándome el significado de todo aquello. Esa fue la razón por la que no me percate de la mirada de Itachi, del cambio en sus ojos.
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Sentimientos Ocultos [Naruto Shippuden] ✔
FanfictionSus almas estaban conectadas, pero la vida tenía un plan diferente para ellos. Lo que sentían era mutuo, y aun así imposible... ➻❃ ➻❃ ➻❃ ➻❃ ➻❃ ➻❃ ❃ La foto de la portada, además de cualquier otra imagen o medio visual utilizado, no me pertece, créd...