Cacería invernal

Capítulo 3.4

En un instante, mi cabeza se enfrió y sentí que mi sangre fluyó hacia atrás, entonces puse la mano sobre la barandilla para no caerme. Respiré hondo intentando calmar mi ira. La idea de ser engañado y el sentimiento de traición infestaban mi corazón, aunque lo más difícil de soportar fue el remordimiento de haber creído en las del príncipe Jared.

Fue en ese momento en el que los ojos del príncipe Jared se dirigieron hacia mí. Ni siquiera se sorprendió de saber que estaba ahí. Mirándome con un rostro inexpresivo, volvió a mirar al príncipe Rowen mientras que, el príncipe Rowen miró al príncipe Jared con una cara tan sorprendida como la mía. En ese instante, pude ver como su mano se apretaba en forma de puño sobre la mesa.

—Lo llamé para reprenderlo, pero se derrumbó a medio camino debido a que no se encontraba bien. Ha pasado mucho tiempo desde que dejé la torre, así que no encontré un buen dormitorio. No podía dejarlo dormir en cualquier parte así que lo deje descansar en mi cama.

El príncipe Jared se encogió de hombros y habló de una manera cortés. Yo, por mi parte, parpadeé lentamente. Tan pronto como entendí lo que dijo, mis emociones, que habían alcanzado su punto máximo, se desvanecieron. Era increíble. ¿Acaso había dicho eso a propósito para sorprenderme? Había sido algo de muy mal gusto, pero pronto pensé que pudo haberlo hecho para probar algo.

Pero ¿para qué? ¿Qué quería decir con esa mentira, por qué mentir sobre algo como eso? Si fuera para confirmar mi lealtad, habría logrado el resultado que quería. De cualquier modo, debió haber visto mi rostro al mirarlo con resentimiento.

Mordí mis labios.

—La próxima vez que quieras reprenderlo, hazlo a través de mí.

El príncipe Rowen, que había estado mirando al príncipe Jared con un rostro desconcertado durante un tiempo, le hablo con el rostro endurecido.

—Fue una reprimenda por arruinar mi juego de justas. No tiene nada que ver contigo.

—Claro que lo tiene, porque es mi sirviente.

—También es mi sirviente.

—Yo seré el emperador, hermano.

El movimiento del príncipe Jared, que era inclinar su taza de té, se detuvo. Entonces, el príncipe Rowen miró al príncipe Jared sin moverse. El príncipe Jared puso lentamente su taza sobre la mesa con un movimiento pausado.

—Rowen, ¿hablas en serio? Será mejor que no me hagas eso.

—Ya le había dicho a mi hermano mayor que asumiría la culpa por él en el juego de justas. ¿Quién ignoró mis deseos y lo trajo al castillo a voluntad?

La voz del príncipe Rowen rara vez era áspera.

—¿Por qué cuidas tanto de ese noble?

—Es natural que un amo cuide de sus sirvientes.

—¿Incluso presionándote en tu posición?

—No puedo evitarlo porque mi hermano no respeta mis deseos —contesto el príncipe Rowen, sin retroceder.

Mientras tanto, en algún momento, el príncipe Jared, que estaba mirando al príncipe Rowen sin decir una palabra, se echó a reír.

—Bueno, la próxima vez que vaya a reprender a un noble, te pediré permiso para hacerlo.

—Bien, ahora, por favor, muéstrame su dormitorio. Necesito asegurarme de que esté bien.

Cuando vi al príncipe Rowen levantarse de su asiento, mi corazón se aceleró. Había perdido por completo el tiempo para salir de aquí, todavía estaba parado en el balcón, aturdido. Pero tan pronto como pensé que tenía que regresar al dormitorio, la mirada del príncipe Jared, profundamente sentado sobre su silla, se volvió hacia mí.