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Tus alas

Angel ― Rihanna ♪

L

ucifer decidió dar un pequeño paseo por la tierra para comprobar sus sospechas. Se miró curioso al espejo y tras parpadear, adoptó su antigua apariencia en el cielo, cuando fue un ángel. Aunque, con ciertos cambios. Altura aventajada, piel bronceada, pelo oscuro, ojos azules clarísimos y un cuerpo escultural que robaría las almas femeninas sin mucho esfuerzo. Sonrió satisfecho con el resultado final.

—La belleza es poder ante los ojos mortales —soltó con expresión ufana—. La vanidad, uno de mis pecados favoritos —chasqueó los dedos en el aire y su cuerpo desnudo quedó cubierto por elegante y carísima ropa—. Perfecto.

Optó por unos elegantes pantalones negros ajustados, que realzaban sus torneadas piernas, una camisa negra, igualmente ceñida, y una americana del mismo tono, combinado con unos zapatos de cuero de políticos corruptos, también de color de negro y un reloj de la marca Rolex hecho con piel de nazis. Elegante, sensual, misterioso y sublime. Así era el amo del infierno.

El diablo.

—Al fin mi alma ha recibido la señal de la tuya —bisbiseó en tono serio—, por fin volveremos a vernos...

Al salir de su palacio, se encontró con el Arcángel San Miguel. Lo miró con expresión ladina y una sonrisa un tanto maliciosa.

—Miguel, ¿qué haces por estos lados tan sombríos?

Las alas blancas del arcángel se movieron con nerviosismo.

—¿Qué pretendes, Lucifer?

El diablo no abandonó su deje.

—Recuperar algunas almas, Miguel.

El arcángel frunció el entrecejo y extendió sus grandes alas blancas en un gesto amenazador. Lucifer metió las manos en los bolsillos con aire despreocupado.

—El mundo está enfermo, Miguel. Ya no creen en Dios, ni en mí —negó con la cabeza—, y eso hiere mucho mi ego.

Los arcángeles Uriel y Rafael aparecieron tras Miguel mientras los demonios de Lucifer cruzaban la puerta del infierno con pasos firmes y seguros.

—El mundo necesita recuperar la fe en mí y, tal vez, también en Dios —apostilló en tono irónico—, y solo las grandes tragedias logran tal «milagro» en sus corazones vacíos.

Los labios de Miguel se tensaron.

—Sabes que eso afecta mucho el equilibrio entre ambos mundos, Lucifer.

Las llamas se elevaron unos metros alrededor de ellos.

—Eres una mala influencia —resopló Uriel, fastidiado—. Todos vosotros.

El diablo se puso pensativo.

—Las acciones de las personas no dependen de nosotros —objetó en tono serio—, muchas veces la capacidad que tienen para hacer el mal, me sorprende incluso a mí.

Leviatán sonrió con malicia.

—Y eso que fueron creados a imagen y semejanza de Dios —apostilló Lucifer con ironía—. Ni la maldad, ni la bondad es absoluta, Miguel —las llamas brillaron en sus ojos con intensidad—. Y eso explica muchas cosas que los humanos mismos no captaron hasta hoy en día.

Uriel apretó los dientes con fuerza.

—La naturaleza de Dios es la misma que la de ellos, así que, no es tan bueno como lo defienden y sus representantes en la tierra, los más importantes, confirman esa teoría tan obvia —sonrió de lado—. Por si no fui muy claro al respecto.

Ángeles y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora