Capítulo 8. Convenciendo a Lucía.

1.4K 81 12
                                    

- Cúchame, la resaca del otro día mortaliti, ¿eh?

- Buf, no me hables, creo que no volveré a beber chupitos nunca más.

- Ya, ya... siempre me dices lo mismo y aquí andamos pichi.

- Lu, me apetece como muy mucho pasear por el Retiro. ¿Vamos?

- Yo no sé que os ha dao' a tos con ese parque de verdá. En Sevilla hay uno que es mucho mejor, el parque de Maria Luisa se llama.

- Ya bueno pero es que a ese no me has llevado. Hace mucho que no vamos al Sur, en la próxima escapada me llevas a las playas de Cadiz.

- De Caiii Rosi, de Caaaai. - se reía mientras me cogía la cara con sus manos y me daba un beso en la mejilla. - Pero si anda, ponte algo decente y vamos para allá.

El día había empezado mejor de lo que suelen empezar en Milano. Pedimos desayuno a casa, nada sano por cierto, una caja de Manolitos, los que alguna vez habéis probado los Manolitos de Madrid... sabéis del placer que están hechos y para los que no... os cuento, son unos croissants con chocolate o sin chocolate y claramente con mucha mantequilla. Llevan un toque o ingrediente secreto y lo sirven en cajas con frases muy graciosas. En la nuestra de esta mañana ponía:

"Si Jack hubiese tenido Manolitos, Rose hubiese compartido la tabla."

Me sentía tan Rose, solo me faltaba a Jack. Sonreí al pensar en mi propia broma. Tras el desayuno nos hicimos una rutina de ejercicios en pareja que una amiga "fitness" de Lucía le había pasado. Estábamos acostumbradas a cuidarnos pero después de aquello tenía agujetas hasta en las pestañas. Ya me había duchado y había cambiado el outfit deportivo por unos jeans ajustados con una camiseta negra de tirantes que decidí meterme por dentro del pantalón.  Me recogí el pelo haciéndome una coleta y pillé unas Ray - Ban  hexagonales que tenían los cristales rosa - y que me encantaban - y me dispuse a esperar a mi amiga. En poco menos de media hora ya estábamos dando vueltas por el Retiro.

- Oye Lucía, ¿Cuánto hace que no vas Italia?

- Pues que sé yo, hace bastante, creo que como tres meses, es que con este trajín que llevo y to' el día haciendo cosas es que ni tiempo pa' mi me queda. - sonaba algo ofuscada.

- Es que he pensado...

- Tu pensando, te habrá echao' humo el cerebro... ja ja ja...

- Che troia sei... ja ja ja Había pensado que podías venirte unos días, semanas o el tiempo que quieras, me vendría bien tenerte cerca que te echo de menos... - le dije mientras ponía cara de pucheritos.

- Pues no te creas que no te diría que no. Pero no puedo tía, a mi también me gustaría que estuviéramos más cerca... pero también te voy a decir una cosa... - se venía la Lucía intensa. - tener una relación, sea del tipo que sea, a distancia, es muy difícil y creo que nosotras nos hemos superado. Hemos construido algo súper bonito y no sé a ti pero a mi me hace sentir súper orgullosa aunque a veces te quiera matar por las decisiones que tomas.

- Tía... me vas a hacer llorar, ¿Que decisiones no te gustan? - pregunté interesada.

- Ya sabes que no me gusta meterme en donde no me llaman, tu vida: tus reglas. Siempre te apoyo a menos que quieras pedir pizza con piña, ahi ni de coña.

- Sí sabes que esta riquísima, bah, ¡mi sento incomprendida! Pero... te he preguntado yo así que sí tienes derecho a meterte.

- Me refiero a todo el tema de Dayane, creo que no afrontaste la situación como requería el momento... y no sé cuando acabaste con el calvo, ¡uy! Digo... el Zenga. - se empezó a reír con una picardía propia de una andaluza.

RosmelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora