Capítulo 29. ONE DAY

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El día había pasado tranquilo, había acercado a Bubi con su padre y me había limitado a hacer tareas de casa. Llevaba toda la mañana con antojo de pancakes, incluso después de comer seguía el sabor en mi imaginación así que decidí darme el lujo de volver a merendar. Serían las siete de la tarde cuando estaba haciendo la masa cuando recibí un mensaje vía WhatApp. Era Rosalinda.

Menuuudo aburrimiento tengo.

Que haces? 🧐

Niente.. hacer pancakes jajajaja

🥞🥞

Ohh tiene Sofía antojo?

Sofia? Jajajajaja peor aún, lo tengo yo, Sofía esta con el papi y Juliano se ha ido con unos amigos hoy así que solo quedamos los pancakes y yo 😳

Que puta envidia, yo quiero

Pues vente.

A dónde?

Aquí, a comer pancakes.

Jajaajajja

Va en serio Rosi, que tienes que hacer?

Hacer hacer... nada.

Pues te espero, te mando ubi?

Va sí, te la mando.

Y así fue como caí en la cuenta de que había invitado a Rosalinda a casa a comer pancakes, que eran las siete de la tarde y entre que llegaba era la hora de cenar, que no tenía nada preparado para cenar y que locura todo, como siempre

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Y así fue como caí en la cuenta de que había invitado a Rosalinda a casa a comer pancakes, que eran las siete de la tarde y entre que llegaba era la hora de cenar, que no tenía nada preparado para cenar y que locura todo, como siempre.

Rosalinda tardó como una hora en llegar. Llamó al timbre y le abrí la puerta, al verla preciosa me di cuenta que yo aún estaba en mallas cortas y camiseta ancha de AC/DC con las mangas cortadas.

- ¡Que rockera! – me dijo sonriendo. – Estás preciosa.

Ella sin ser consciente de ello me ganaba a preciosidad. Rosalinda pasó tímidamente dentro de la casa. Se quedo admirándolo todo, repasó con sus ojos cada rincón del salón, los tonos pasteles, la madera clara, las flores...

- Es tan tú. Esta casa te refleja totalmente, ¿Estás a gusto aquí o echas de menos Brasil? – preguntó mientras su mirada recorría las paredes analizando los cuadros.

- De momento estamos bien aquí, Juliano me encontró esta humilde morada y la verdad es que me encanta, el jardincito que tiene fuera es una maravilla, luego cenamos allí si quieres.

- Ah, ¿Qué vamos a cenar? – me miró haciéndose la interesante.

- Obviamente. Anda, deja tus cosas y ayúdame a preparar la cena. ¿Qué te apetece?

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