Capítulo 51. Descargas electricas.

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Me miró como si adivinase cual era mi plan entre sus piernas y el jacuzzi. Rosalinda tenía la mirada tan cristalina que se podía leer verdad en sus ojos, o eso me gustaba a mi pensar.

Había botellas de champagne por toda la habitación. Su timidez había hecho acto de presencia y el único objetivo que tenía yo era que se olvidara de los peros, las inseguridades, las dudas o los miedos. En otra ocasión habría abierto una botella de champagne y habríamos bebido hasta estar completamente borrachas. Pero no. Esta vez no quería que las cosas fueran así. 48 horas en una habitación son muchas horas. Nunca hemos pasado de un beso y si vamos a hacer algo más no quiero que sea en ese estado de ebriedad.

Rosi miraba atenta a todos los detalles de la habitación hasta que sus ojos repararon en mi y con una sonrisa inocente se dirigió a mis ojos.

- Gracias. No sabes lo feliz que me hace estar aquí y ahora. - me agarró de la mano y me hizo salir a la terraza.

- Lo sé nena. - dije mientras la abrazaba por la espalda y mirabamos la ciudad desde lo alto. - Hay cosas que se notan y te hacen sentir bien.

Deje un beso tímido detras de su oreja y noté como se le erizaba la piel. Me encantó esa sensación de poder. Ser capaz de tener esa repercusion sexual en la persona a la que amas es una sensación brutal y quise repetir. Otro beso descuidado se dejo caer por aquella zona.

- Como sigas respirando en mi oído no sé si voy a ser capaz de contener mis instintos. - me advirtió en mitad de un suspiro.

- ¿Qué quieres contener exactamente? - le susurré.

- Las ganas de deborarte. - no apartó la mirada del paisaje.

Con mis manos en su cintura y haciendola voltearse la puse frente a mi, sus ojos bailaban tímidos encontrando que mirar. Me hizo gracia su actitud vergonzosa. Quería hacerla sentir poderosa y segura de si misma. Posé una de mis manos en su barbilla y la hice mirarme directamente a los ojos.

- Sei bella. Bellisima. Cada vez que tus ojos se encuentran conmigo tengo descargas electricas por todo el cuerpo.

- Joder Dayane. - me dijo un poco más cerca.

Nuestras bocas se encontraban a escasos centimetros. El ambiente estaba totalmente caldeado, se podía palpar la tensión en el ambiente. Nuestras bocas ya se conocían pero esta vez iba a ser diferente. En este hotel no existia el tiempo y quizas un beso desatara todo lo que llevabamos contenido durante tantisimos años.

- Joder, ¿qué? - le pregunté desafiante con mis labios rozando los suyos.

Rosalinda no aguanto más la tensión y decidió dejarse llevar y hacer lo que tanto le apetecía. Sus labios sucumbieron a los mios y nos fundimos en un beso. Este beso fue distinto a los anteriores, nuestras lenguas se buscaban con urgencia, como tratando de fundirse en una. Necesitaba sentirla más cerca. La atraje con brusquedad hacia mi y ella comenzo a caminar hasta entrar de nuevo a la habitación mientras nos comíamos la boca y la vida.

Se separó un minuto de mi para admirarme bien. Me puso extremadamente cachonda verla mirarme con hambre. En sus ojos podía leer la lujuria y el placer desatado de tenerme justo dónde ella quería.

Me empujó.

Rosi me empujó y caí justo en el sofá que estaba frente a la cama. Un sofá de dos plazas en el cual me senté justo en el medio. Ella se subio a mi regazo entrelazando sus piernas en mis caderas. Me tenía totalmente encendida.

- ¿Crees que podrás aguantar tanta tensión no resuelta? - me vaciló dando por hecho que mi fuerza de voluntad era débil.

- ¿Estas insinuando que soy una floja y que no soy capaz de aguantar un minuto sin tocarte?

RosmelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora