Capítulo 20. Cenando el pasado.

1.2K 67 13
                                    

No me podía creer todo lo que había pasado anoche. ¿Había estado bailando con Dayane o todo había sido un espejismo? No sé cómo había pasado. Dayane me desconcierta, unos días es la chica fría y calculadora que me encontré por primera vez en Gucci y otros es alguien honesto y sincero que me mira a los ojos y creo que hasta me lee los pensamientos.

Cuando comenzamos a bailar sonaba Chiamami per nome de Fedez y Francesca, la canción me hizo sentir muy identificada en su día porque habla del miedo a dar un paso adelante por pavor a fracasar, por el que será de mi si acepto todas las cosas que me están pasando. Mientras bailaba y sonaba el estribillo me limitaba a mirar a Dayane a los ojos como haciéndole entender que cada frase de esa puta canción significaba un mundo para mí. So che in fondo ti ho stupito venendo qui da solo. Guidando al buio piango come uno scemo. Chiamami per nome. Chiamami Rosalinda pensé.

- Bueno niña, dime que has pensado dónde vais a cenar. – preguntó Lucía.

- Pues pensar pensar he pensado mucho pero no se me ocurre ningún sitio.

- ¿Tu no conocías a un chico de una publi que tenía un bar así pequeño?

- Sí pero es un sitio de cocteles y birras... No para cenar.

- ¿Pero cómo de pequeño es?

- No sé, quizás 20 personas, desde hace un tiempo lo alquila porque no le va muy bien, ahora hace eventos, presentaciones de libros, de música y cosas asi.

- Tira la casa por la ventana.

- ¿Cómo? – pregunté extrañada.

- Te diría que cocinaras tú pero no queremos un incendio forestal cerca, mejor pide un catering a algún sitio de comida fría-templada. ¡Pide sushi! Y alquilale el bar al chico, para vosotras solas.

- Eh, estás loca...

- Puede, pero va a ser un movimiento totalmente inesperado, un jake mate.

- De ninguna manera, o sea, espera que la lleve a un restaurante...

- Ya, ya... Bla bla bla y más bla bla bla. El bar es enano, es íntimo, solo estaréis vosotras y un catering que llega deja la comida y se va. Yo lo veo ideal, juégatela joder, no estés toda la vida en la retaguardia.

- Es hoy la cena ni si quiera dará tiempo a alquilarlo.

- Eso solo lo sabes si llamas chochi.

Puta lianta. Mi amiga era una maldita lianta. Odiaba a la rubia. Sin darme cuenta estaba llamando por teléfono a Mario, el dueño del bar. Le comenté lo que quería hacer y le pedí disculpas por las prisas y por avisarle con tan poca antelación. No tenía nada esa noche, ni si quiera pensaba abrir porque los negocios no le iban como él quería o esperaba. Y justo hoy sábado no había ninguna presentación ni concierto. Le pregunté por cuanto alquilaba la sala y me comentó que por unos 170 euros. Le ofrecí 200 por las molestias. En menos de media hora Lucía había encontrado más de 15 empresas de catering mientras yo insistía que podía pedir comida por Glovo. Al final Lucía acepto mi idea.

Alquilamos una moto de renting para poder ir más rápidamente a por las llaves a casa de Mario, le pagé en efectivo y de su casa nos fuimos directamente al local. Cuando Lucía lo vio se enamoró. El local tenía forma rectangular, era oscuro con luces tenues, todo de madera barnizada. Al fondo se encontraba la barra que tenía más de 20 tipos de grifos de cervezas artesanales que en estos momentos no se encontraban operativos. Las paredes de la derecha del local todas tenían espejos, lo cual hacía que pareciese más grande.

- Es perfecto tía. – Lucia parecía maravillada. – Cuchame. ¿Qué vas a pedí por Glovo?

- Sushi, ensaladas y una tarta.

RosmelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora