Quién se hubiese imaginado que en pleno 2021 tendrían contacto con seres de otro planeta. Todo parecía demasiado pronto, nadie estaba preparado, ni siquiera la capitana del Comando de Viajes Exteriores (CVE). La mujer lucía visiblemente incómoda. Su saco azul marino parecía aplastarla y sus condecoraciones atravesarle la piel. Ella, junto a su primer teniente, tenía el mismo semblante pálido.
Los soldados del CVE se aglomeraron en la sala central de forma muy ordenada y en menos de cinco minutos la seguridad del comando rodeó a la multitud. Abrieron las puertas principales dejando pasar a los medios de comunicación.
El salón estaba ataviado de colores azules y grises y al fondo donde estaba el estrado de madera se mostraba imponente el escudo del CVE: un majestuoso cohete que parecía avanzar hacia un arco metálico con gemas brillantes incrustadas.
El CVE era una institución creada en Nova, el país más grande de Terranova y ocupaba todo el continente Aviar.
Durante los primeros años del planeta, la extensión sólida se había separado de las montañas rocosas y se había elevado tres mil metros, dejando todo lo demás muy por debajo. También lo llamaban el continente del cielo y era el sueño novense.
Kateryne Berett era una mujer de 45 años, había elegido la carrera militar por simple rebeldía. Adoró las enseñanzas y se decidió por la ciencia del universo, convirtiéndose en astronauta en los años 90 y siendo parte importante de la creación del CVE.
Había soñado ese día con todas sus fuerzas, contactar con seres de otro planeta.
Berett caminó desde la sala de reuniones hasta la sala central, donde el mundo entero la esperaba. Llevaba un papel arrugado en las manos y a Marcus Berett, su hijo y primer teniente, a su derecha. El anuncio era concreto y directo.
—Buenas noches, ciudadanos de Nova y del mundo. En horas de la tarde, ondas electromagnéticas fueron capturadas por nuestros satélites. —La sala permanecía en total silencio— Un grupo de profesionales ha estado trabajando arduamente para decodificarlo. No se ha logrado descifrar el mensaje en su totalidad, pero hemos obtenido una palabra que nos ha permitido tomar las decisiones a ejecutar en las próximas horas.
Los murmullos se hicieron intensos y las preguntas de los periodistas alborotaron la sala, pero Berett levantó su mano en señal de silencio y disgusto.
—El mensaje parece ser una señal de auxilio. El concejo del CVE ha optado por preparar una expedición. Una nave de última generación tripulada con tres de nuestros mejores astronautas, dos soldados del Comando y una figura representativa del CVE. —La mujer mostró el papel y lo colocó sobre el estrado alisándolo con sus dedos temblorosos— Los astronautas Lucian Storm, Nandes Kelly y Corina Kelly han sido asignados parte de la tripulación. Los soldados Terry Clane y Mirelle Killian han sido asignados como parte de la tripulación. —Miró un instante a los jóvenes que acababa de nombrar— Por último —dijo ocultando la voz temblorosa—, Marcus Berett ha sido asignado como parte de la tripulación.
Su hijo la miró confundido y sorprendido, pero ella solo guardó el papel en su saco y salió de la sala dejando a todos con preguntas y a los elegidos, asustados.
Noticias del mundo informa: se ha recibido un mensaje desde el conjunto de nebulosas ubicadas en el cinturón de Orión. Este es el año del planeta Terranova, se ha encontrado vida inteligente en nuestro universo. No estamos solos.
Los soldados espaciales de Terranova corrían de un lado a otro en la sala central del CVE.
Mirelle titubeaba ajustando los botones de su chaqueta azul marino. Su labio inferior temblaba ligeramente y sus ojos fijos en la pantalla del salón donde se dibujaban las ondas del mensaje que había llegado a su planeta y del cual ya se conocía una palabra: ayuda.
Se sentó al borde de su cama y puso sus manos sobre sus rodillas, sus nudillos blancos y dedos delgados apretaban con fuerza la tela de su pantalón.
La pantalla de su teléfono se iluminó y observó el mensaje.
Nos vemos en diez minutos en la sala de reuniones. La privada.
Marcus Berett era su mejor amigo de la infancia, habían entrenado juntos por años y ambos estaban aterrados. No por haber sido asignados a la más importante misión de rescate, sino por los hechos que predecían la llegada del mensaje de ayuda.
—Te lo repito, Marcus. Llevo semanas soñándolo. Se aparece esta chica con ojos de colores, muchos colores. Me dice su nombre: Mayka. Y me alerta de un mensaje proveniente de las nubes. Aunque quizás quiso decir nebulosas. Y me repite que no vaya, que no vayamos —explicó exasperada.
—No puedo decirle a mi madre que cancele la misión por un sueño que tuviste —dijo el chico tapando su rostro con ambas manos en señal de cansancio.
—Tengo un mal presentimiento, Marcus. Y sabes que pocas cosas me aterran.
El chico la miró preocupado.
—Trataré de convencerla de hacer una misión de sondeo. Una primera fase, no lo sé. Que piense que no hay que arriesgarnos. Será algo preventivo. Es lo que puedo hacer ahora, ve a descansar, no pienses. Solo trata de recomponerte. Esto es un hito en la historia de nuestro planeta y seremos protagonistas de ella —dijo intentando animarla.
Mirelle pasó los días siguientes encerrada en su habitación, de vez en cuando salía a tomar aire fresco, caminaba por los jardines y miraba cuando el sol se ocultaba. No sabía qué iba a encontrarse afuera, nadie la había entrenado para eso. Estaba a punto de enloquecer. Acaso no sentía curiosidad de saber qué seres se habían adentrado en el universo, tan cerca de su planeta, extraviados y pidiendo ayuda, ella quería ayudar, pero las imágenes de Mayka en su cabeza la hacían temblar de miedo.
La última noche, harta de ocultarse y pensar, salió hecha una fiera. Se desvió al gimnasio y empezó a golpear un saco de arena forrado en cuero. Sus compañeros de misión estaban ahí también, curiosamente, ninguno podía dormir y todos decidieron desahogarse de la misma manera.
Se miraron agotados y sonrieron. La historia de su planeta estaba a punto de cambiar y ellos estarían ahí, aunque en el fondo del corazón de Mirelle deseara quedarse en tierra.
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Séptima II
Science FictionEl dios errante sigue vagando perdido y resentido por el universo, odiando sus emociones terrenales y en su inmersa meditación de venganza, consigue la clave para que su plan tenga éxito: usar aquello que lo derrotó la primera vez. Una dimensión des...