6. Azula

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Con mucho cuidado movieron la capsula hasta llevarla al Land Rover. Era bastante pesada y al terminar, los tres chicos resoplaron recostados del vehículo. Marcus miraba a su amiga de reojo, mientras Terry volvía al volante con una sonrisa de triunfo.

—Es increíble que tengamos al primer ser extraterrestre de la historia del mundo —dijo entusiasmado—, parece una persona.

—Físicamente luce como nosotros, es verdad —enfatizó Marcus.

—Los chicos la analizarán. Quizás su ADN es diferente.

—Es lo más seguro. Viene del espacio —aclaró Terry.

Por el intercomunicador se empezó a escuchar interferencia hasta que lograron oír lo que les decía Lucian.

—Chicos, el reconocimiento está completo. No hay nada más en este lugar. Una lástima. La buena noticia es que podremos quedarnos sin incomodar a nadie —rió.

—¿Todos los astronautas son así? —preguntó Mirelle— Son como peces en el agua.

Se había apoyado a un costado de la capsula, porque ocupaba gran parte del Land Rover y empezó a sentir calidez.

—Oigan, esto se está calentando —dijo alarmada.

—Debe ser un mecanismo de sobrevivencia —dijo Marcus—, mira, se está aclarando el vidrio.

Y así era, ahora podían observar mejor al delgado cuerpo que dormía adentro.

—Ciertamente, parece una persona. Una persona rubia —dijo Mirelle haciendo sonreír a Marcus.

Al llegar a la nave los astronautas salieron de inmediato a ayudar con la capsula. La resguardaron mientras empezaban a caminar de un lado para otro, acomodando decenas de artefactos que parecían de tortura.

—¿Qué están haciendo? —preguntó Mirelle— ¿Qué van a hacerle?

—Tranquila —carcajeó Corina al ver la cara de espanto de la chica—, no vamos a hacerle daño. Estas cosas son para abrir la capsula. Debemos probar todos los métodos. No vamos a disecarla, no nos mires así.

Nandes usó la linterna de su casco y minuciosamente empezó a tallar cada rendija de la capsula.

—Muy bien, veamos cómo se abre esto.

Al pasar la primera hora, tanto Terry como Marcus se habían aburrido de mirar y decidieron avanzar con la recolección de muestras. Mirelle seguía de pie con los brazos cruzados.

Un resoplido se escuchó. El aire a presión empezó a escapar y la compuerta se despegó.

Todos dieron un respingo y parecía que contenían la respiración.

—Lo logré —susurró divertido Nandes.

Lucian y Corina levantaron la compuerta y dejaron ver a la chica.

—Estaba en etapa de sueño —dijo Corina al verla—, creo que en cualquier momento despertará. Su cuerpo está subiendo la temperatura.

—El lector —anunció Lucian.

Nandes sacó de una pequeña caja, un cuadrado de metal con una esfera de cristal en medio. Activó un botón y un haz de luz azul recorrió el cuerpo de Azula de pies a cabeza.

Mirelle se había acercado a observar. Era muy delgada, de rasgos finos y empezaba a notar su pecho subir y bajar.

El lector empezó a devolver información a la pantalla de la nave.

—Su código genético es parecido al nuestro, pero, sus huesos y piel parecen ser el de un bebé.

—¿Qué? —preguntó Mirelle.

—Su ADN es igual al de los reptiles —añadió Lucian.

Mirelle se acercó a observar la piel de la chica de cerca. Brillaba un poco. Al querer acercarse un poco más, estiró el brazo para tocar la textura y su muñeca fue sostenida por un fuerte agarre. La chica había despertado.

Los astronautas apuntaron a la chica con los objetos que tenían cerca, mientras ellas dos se miraban con sorpresa.

El iris de Azula era como el de un reptil pero al pestañear varias veces, se contrajo y se transformó en un círculo.

—No vamos a hacerte daño —dijo Mirelle despacio y la chica inclinó la cabeza sin dejar de fruncir el ceño.

Marcus y Terry se acercaron de inmediato.

—Oye, oye —se acercó Marcus con cuidado—, vinimos a ayudarte.

Esta vez Azula lo miró.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó con la voz rasposa— ¿Dónde estoy? —continuó mientras miraba a su alrededor.

—Somos terranovenses —explicó Mirelle—, del planeta Terranova. Recibimos tu mensaje, vinimos a rescatarte.

—¿Sabes qué estás haciendo aquí? —preguntó Marcus, pero Azula negó con la cabeza —¿Qué es lo último que recuerdas?

La chica intentó recordar y sus ojos se abrieron con sorpresa.

—Morir —resopló con cansancio.

Todos se miraron entre sí.

—¿Recuerdas cómo fue?

—Un alma se divide en siete partes —balbuceó—, las partes de un alma no deben mirarse a los ojos.

La chica empezó a palidecer y cuando Marcus le preguntó si sabía qué significaba el logo pegado a su capsula que marcaba Laboratorio Genético, se desmayó.

—Es una locura, pero —dijo Corina—, creo que esta chica, este ser, ha sido regenerado.

—¿De qué hablas? —preguntó Mirelle.

—Dice que murió. Parece que fue etiquetada con ese Laboratorio Genético, como si hubiese salido de ahí. Es una marca de permanencia. Y toda su estructura, es como si hubiesen regenerado todo su cuerpo. Lo del alma, no lo sé. Pero científicamente, es como si hubiesen creado todo su cuerpo de nuevo.

—Es imposible traer de regreso a alguien que murió —dijo Lucian incómodo mientras pensaba en mil cosas.

—Es un ser de otra civilización. Nada nos debe sorprender.

—¿Y quién la trajo hasta aquí? —Mirelle no podía apartar la vista de ella y de pensar en cientos de preguntas.

—Eso hay que preguntárselo a ella —dijo Terry.

—Lo haremos cuando despierte. Debe recomponerse, debió haber pasado mucho tiempo en ese estado. Está desorientada y obviamente no recuerda muchas cosas —explicó Corina.

—Nos iremos en unas horas —dijo finalmente Lucian a sus compañeros—, nos esperan dos meses de viaje. Mirelle, necesito que cuides de ella y si despierta, no la agobies demasiado. Cuando lleguemos a Terranova, ya se encargarán de interrogarla debidamente.

Séptima IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora