9. Traslados

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Kateryne Berett caminaba con paso firme a través de los pasillos del edificio. Dos soldados iban detrás de ella con el mismo rostro serio, quizás pensando en mil cosas o en ninguna de ellas.

Ella creía, firmemente, que debía estar diez pasos por delante de cualquier persona que atentara contra sus objetivos. Diez pasos era demasiado y en ese instante sentía que saboreaba el polvo de Tohmer.

Luego de la llamada de Helena, sus manos habían empezado a temblar. Aún apretaba los puños para que nadie lo notara.

Sus pensamientos se dividían en dos opciones: Elías Tohmer quería construir un artefacto, pero solo Helena tenía la capacidad de hacerlo e intentó persuadirla. O Elías Tohmer quería hacerle creer que quería construir un artefacto y, falsamente, intentó persuadir a Helena, sabiendo que el suceso llegaría a sus oídos de primera mano.

Si la segunda opción era cierta, por qué quería distraerla. Llegó a la habitación de Azula y le pidió a los soldados que la esperaran afuera.

—Capitana Berett —saludó Mirelle poniéndose de pie.

Kateryne la saludó con un pequeño gesto y suspiró.

—Elías Tohmer quiere llevar a Azula al edificio principal de Nexus —soltó—, llegó una orden de traslado, hace treinta minutos.

Mirelle se tensó y miró a Azula.

—Serán dos semanas de investigación e interrogatorios —continuó.

—¿Mirelle vendrá? —preguntó Azula.

Kateryne la miró y negó con la cabeza.

—¿Qué quiere investigar? —preguntó Mirelle—Hemos avanzado bastante desde aquí.

—Tohmer nunca ha confiado en mí y, si él no confía en mí, Nexus tampoco —explicó.

—¿Será monitoreado? —preguntó.

—Será monitoreado lo que él crea conveniente.

—No puede permitirlo, capitana... —Mirelle empezó a inquietarse y la capitana hizo un gesto de cansancio seguido de un suspiro y la interrumpió.

—Hablemos afuera, Mirelle.

Azula traspasó sus ojos azules en la chica que salía de la habitación con cada músculo de su cuerpo en completa tensión.

—Mirelle, debes obedecer mis órdenes —soltó—, por ninguna razón, escúchame... —aclaró al ver que Mirelle no la veía—, no debemos darle motivos a Tohmer para que nos revoque la poca autoridad que tenemos con ella.

Mirelle se puso firme y llevó su mano a su frente, mientras que la capitana asentía y daba la vuelta para irse.

Se recompuso y se dispuso a entrar a la habitación de nuevo pero el guardia no la dejó.

—Aún no se la han llevado, déjame entrar —dijo enojada.

Pero el guardia no se movió.

Frunció el ceño y se dio la vuelta hecha una furia, dando grandes zancadas a través de los pasillos del edificio a la vez que sacaba su teléfono y del bolsillo delantero.

—Tohmer va a llevársela, tenemos que hacer algo.

Al otro lado del teléfono, Marcus la tranquilizaba.

Ya lo sé —suspiró—. Por ahora no podemos hacer mucho.

—¿No vas a ayudarme? —se detuvo en seco al escucharlo.

Mirelle, no eres la única a la que le interesa Azula, sé que quieres que esté bien, pero hay cosas que no están en nuestras manos.

La chica miró, con cierta indignación, la pantalla de su celular. El nombre de Marcus en medio y los segundos corriendo hacia adelante. Oprimió el botón rojo y apretó el aparato en un puño. Decidió buscar una forma de infiltrarse y ya sabía quién era el indicado.

Terry Clane era su compañero en la academia militar, diariamente escoltaba la habitación de Azula, pero durante la última semana había estado de permiso médico. Mirelle se asomó con cautela a su pequeña habitación en el instituto y tocó la puerta con sus nudillos al no ver a nadie cerca.

—Mirelle —dijo con asombro—, que bueno verte.

Mirelle le sonrió y cruzó el umbral cuando Terry le indicó que pasara.

—¿Está todo bien?

—Algo así —balbuceó.

—¿Azula está bien?

—Tohmer envió una solicitud a Nexus para trasladar a Azula a su instituto y realizar nuevas investigaciones —explicó—. La capitana Berett no pudo hacer nada y Marcus no cree que haya alguna forma de ayudarla, pero tú sí puedes —afirmó.

Terry masajeó su nuca, pensativo, y estiró su brazo a la mesita de noche.

—Recibí una carta de traslado.

—¿Traslado?

—El capitán Kennel me nombró escolta principal del Instituto de Tecnología Espacial —dijo mostrando la carta que había tomado.

—Ese es el instituto de Tohmer —dijo sorprendida—, seguramente ahí tendrán a Azula, aunque la capitana mencionó que Tohmer quería llevarla al edificio de Nexus, no tendría sentido. Ese complejo no tiene las instalaciones adecuadas.

—¿Qué tienes planeado?

—Tienes que informarme de los procesos que hagan con ella. El tipo de investigación, qué información buscan.

—Trataré —dijo—, soy el único soldado del Instituto Militar.

—Tienes que mezclarte con el grupo de Tohmer, que confíen en ti. Y por ningún motivo deben saber que tú y yo somos amigos.

—No eres la única que se ha dado cuenta de que algo extraño pasa en el comando y en el país entero. La llegada de Azula hará explotar cosas que han estado calentándose desde hace años.

—Tenemos que evitar que explote sobre nosotros.

En el otro extremo del campus, Kateryne entró a su oficina en el edificio principal del CVE, con un malestar que se incrementaba. Había empezado a sentirse débil en el camino y el sudor empezaba a correr por su frente. La bebida energética que había tomado minutos antes pareció debilitarla aún más.

Se sentó en el sillón de su escritorio y se apoyó sobre el respaldo. Su cabeza se balanceó sobre su cuello y se desplomó sobre la madera, inconsciente. 

Séptima IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora