16. El plano espiritual

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Azul sintió un leve hormigueo en todas sus extremidades y se sintió extrañamente liviana. Palpó su cuerpo y, tanto su traje espacial como su armadura, ya no estaban. En su lugar, una suave tela de color blanco vestía su cuerpo. Sus ojos aún se acostumbraban a la luz brillante que cubría todo el lugar y frente a ella, una figura vestida de blanco se apoyaba sobre una pared del mismo color.

—Estoy exhausto —musitó el dios errante mirando a Azul—. Y admito que esto no me lo esperaba. Hacía tanto tiempo que no estaba aquí.

—¿Dónde estamos? —fue lo primero que preguntó Azul.

De espalda a ella se encontraba un vacío infinito de oscuridad, alumbrado por puntos de luz de todos los colores que conocía.

—Es una zona del plano espiritual, la conocemos como la entrada a Etieneri: el reino de los dioses.

El dios errante lucía bastante apacible, totalmente irreconocible al ser que hace unos minutos quiso matarla. Azul lo miraba intrigada.

—Como te decía —suspiró—, estoy exhausto de siempre fracasar.

—¿No te has preguntado el por qué tus planes siempre fracasan?

—Tú lo dijiste —respondió—, mi destino siempre ha sido fracasar. Mi espíritu fue inundado por una energía bastante compleja, de entender mejor que nadie las razones de la existencia. Yo me enfoqué en el dolor y...

Una voz lo interrumpió.

—Yo me enfoqué en la bondad.

El dios errante posó su mirada sobre el ser que acababa de materializarse frente a él.

Azul miraba estupefacta.

—Es un gusto conocerte al fin, Azul Dramen.

—Eres Etiener Vita —dijo poniéndose de pie de un salto—: el dios de la vida.

Él le sonrió y Azul sintió como ese gesto le llenó de calidez el cuerpo. Luego volvió su vista al dios errante.

—Hola —dijo en un susurro.

El dios errante se puso de pie y lo miró en silencio.

—Ganaste —dijo luego de un rato.

Etiener Vita negó con la cabeza.

—Ganamos —dijo—, todo este tiempo siempre quise que entendieras y vieras las cosas desde otro punto de vista. ¿Aprendiste algo?

—Aprendí que no puedo ganar, soy un errante.

—Vamos, David —dijo acariciando su rostro—, siempre has sido más, mucho más.

Azul continuaba mirando la escena sin pestañear.

—Ustedes —se atrevió a interrumpir—, siempre han estado enamorados uno del otro —cubrió su boca con ambas manos totalmente sorprendida—. Tenía razón, empezaste a cuestionar todo cuando te hicieron sufrir.

—Él me abandonó —dijo en voz baja—. Te fuiste cuando más te necesitaba —añadió mirando a Etiener Vita.

Vita lo miró con tristeza.

—Nunca me seguiste —replicó—, pero hemos ayudado a la evolución de nuestra creación.

—¿Nuestra? —preguntó Azul sin poder creer lo que escuchaba.

—Ambos transformamos la vida en este universo. Nunca hubiese podido hacerlo solo. Y todo lo que hemos pasado, ha sido para el beneficio de toda la existencia y sí —agregó mirando a Etiener Vei—, incluyendo el dolor. No eres el único que ha sufrido, David. Y mi amor por ti nunca se ha desvanecido, no ha pasado un solo día de mi inmortal existencia en el que no pensara en ti.

—No merezco ser amado por ti —Etiener Vei se encontraba totalmente cabizbajo—. He cometido actos tan atroces que las puertas de Etieneri jamás volverán a abrirse para mí.

—Etieneri es, y siempre será, donde ambos estemos juntos. Nuestro hogar siempre seremos nosotros dos. Ven conmigo, por favor —susurró acercándose a su oído.

—Perdóname por todo lo que he hecho —dijo y una lágrima cayó por su mejilla.

Etiener Vita lo abrazo y asintió.

—Lo haremos mejor esta vez, ambos hemos aprendido y crecido.

Azul también estaba llorando, las emociones abarrotaban su corazón. Estaba frente a la demostración de amor de los dos seres que habían creado el universo que habitaba.

Etiener Vei tomó el rostro de Vita entre sus manos y asintió. El malvado dios errante se estaba rindiendo ante el amor que nunca debió dejar de ser la prioridad de sus actos.

Ambos se tomaron de las manos y dieron vuelta hacia Azul.

—Estoy muy orgulloso de ti, Azul —dijo Etiener Vita—. Afrontaste cada reto con mucha valentía. Quiero que sepas que, a pesar de que mi energía y la de mis guías te han cuidado todo el tiempo, cada decisión que tomaste fue solamente tu elección, nunca intervine en eso. Y eso incluye la decisión de amar a Mara. Tu destino siempre ha sido la grandeza y por eso queremos darte un obsequio.

Azul los miraba intrigada.

Se acercaron a ella y levantaron sus pulgares, sosteniéndolos frente a sus ojos.

—Esperen —dijo dando un paso hacia atrás.

Los dioses la miraron confundidos.

—Quiero que me pregunten —dijo frotando sus manos con nerviosismo.

—¿A qué te refieres?

—Todo lo que he vivido desde que salí de la Tierra siempre fue un plan de alguien más. Me eligieron para salvar al universo, pero nunca me preguntaron si era lo que yo quería. Cada reto, cada elección que tomé durante todos estos años fue porque siempre alguien me empujó a ello. Quiero que esta vez me preguntes.

—De acuerdo —dijo Etiener Vita—, primero me disculpo por eso.

—Igual yo —añadió Etiener Vei.

—El obsequio que Vei y yo queremos darte es la inmortalidad.

—Entiendo —dijo Azul con calma—. No lo quiero.

Los dioses se miraron.

—Realmente a mí no me sorprende —dijo Vei—, tu elegida es un ser bastante obstinado —agregó mirando a Vita.

—Ya no quiero tener que salvar al universo —confesó Azul—. Y mucho menos quiero la inmortalidad, quiero una vida tranquila junto a Mara y mis amigos.

—Si eso es lo que quieres, lo tendrás. Te lo mereces.

Ambos levantaron sus manos y chasquearon sus dedos. Azul volvió a caer inconsciente al suelo y todo se escureció.

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2021 ⏰

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