Los sueños de Mirelle habían cesado, igual que los sueños de Marcus luego de haber recibido las pistas necesarias para completar los cálculos. El equipo de científicos de Tohmer se había quedado hasta el amanecer celebrando el logro, junto a Helena, la capitana Berett y los seleccionados a la misión de rescate.
—¿Por qué? —preguntó Mirelle con una botella de vino entre los dedos.
Ella junto a Marcus, estaban tumbados sobre el césped del jardín trasero cerca del instituto militar. Terry, el compañero de academia de Mirelle se había quedado dormido cerca de un arbusto junto a ellos.
Marcus la miró interrogante.
—¿Por qué soñamos con seres extraños? —volvió a preguntar con la voz pegajosa— ¿Por qué nosotros dos? —preguntó mirando el cielo estrellado— ¿Por qué eligieron a Terry para la misión? —continuó entre risas.
—Terry es un buen soldado, igual que tú —respondió Marcus.
—¿Por qué mandar soldados al espacio? —se preguntó más para sí misma — ¿Astronautas? Estoy de acuerdo.
—Quizás los asciendan —rió Marcus—, tanto Terry como tú aspiraron a Astronam.
Mirelle se quedó callada. Ella lo había querido, sí, pero no tenía las habilidades para entrar y su segunda opción era el Comando Militar del CVE, lo más lejos que podría viajar sería a las estaciones espaciales en la órbita novense.
—Mi madre siempre dio pie a la fundación del Comando Militar dentro del CVE por si ocurría algún ataque alienígena —dijo entre risas, embelesado por el alcohol.
—Siempre pensé que la razón detrás de esa institución era proteger las zonas del espacio que Aviar había conquistado —analizó la chica—, cada pedazo de espacio que miran lo proclaman como suyo.
—Nova creció comiéndose a los países pequeños, pero no está tan mal —dijo con tranquilidad—, y no creo que sea buena idea intentar adueñarse del espacio exterior.
—La Ingeniero Karter ha trabajado enloquecida en armamento militar —confesó.
—¿Cómo lo sabes?
—Vi los planos, los tenía sobre su no muy ordenado escritorio —dijo mirándolo a los ojos con seriedad—, no hemos rescatado a nadie y ya empezamos a armarnos en caso de una guerra.
—Es seguridad nacional, Mirelle. La capitana lo aprobó —refutó—, Nexus también.
Nexus era el nombre que se le daba al conjunto de dirigentes políticos de Nova, y por ende, de Aviar. Lideraban las decisiones políticas, económicas y sociales del país, pero no se pronunciaban ante los ciudadanos, por eso habían designado a la capitana Kateryne Berett como su figura y portavoz, y a Elías tohmer por alguna razón desconocida.
De no ser por las clases de historia que se dictaban en las instituciones educativas, todos los novenses pensarían que la capitana Berett era la líder del país.
—Nexus —repitió ella—, a veces olvido su existencia —se burló.
—Eso es porque vives dentro de una burbuja llamada CVE.
—Aun dentro de esta burbuja sé lo que pasa afuera. Las personas se están cansando de ser dirigidos por un grupo que ni siquiera da la cara —dijo frunciendo el ceño—, la capitana Berett tiene todo el peso de un país que ocupa casi la mitad del planeta, ¿qué está haciendo Nexus? —preguntó encarándolo— tu madre debe cuidarse las espaldas.
Marcus la miró con preocupación, porque sabía que Nexus le había dado la lista a su madre con los nombres de los que formarían parte de la tripulación. Y ambos estaban sorprendidos al escuchar que él sería parte. Estuvo varias noches sin dormir. Presentía que había una lucha universal, una donde alguien quería hacer daño y alguien más intentaba detenerlo. Presentía incluso, que en Terranova, había una lucha interna de menor magnitud, pero por las mismas razones. Desde que había tenido los sueños con Zail, su mente se había expandido en comprensión y empezaba a entender cosas que jamás había entendido antes. Miró a Mirelle de reojo, sabía que ella sería una parte importante para lo que estaba por suceder. Su corazón latía con fuerza.
—En unas cuantas horas saldremos de este planeta —dijo recostándose junto a su amiga a mirar el cielo oscuro—, un par de horas hasta la estación y luego dos meses hasta la nebulosa.
—Va a ser increíble —la voz de Terry los hizo dar un respingo—, perdón, estaban tan concentrados hablando entre ustedes que no los quise interrumpir— rió.
Al día siguiente, el CVE estaba repleto de estudiantes, seguridad y periodistas. En todas las pantallas se dibujaba la misma imagen, multitudes en las afueras del campus, con pancartas de protestas en contra de la misión que estaba a punto de iniciar y otras multitudes a favor.
—Si no hacen algo rápido puede ser una masacre —advirtió Terry.
Mirelle y Marcus miraban aterrados.
Se encontraban en una pequeña habitación, junto a los tres astronautas. Todos vestían el mismo uniforme con el logo del CVE.
—¿Cómo pueden estar en contra de algo que nos hará avanzar como sociedad? —preguntó con incredulidad Corina. La chica tenía el cabello rizado color cobre y ojos oscuros enormes.
—La mayoría son fanáticos religiosos, es una locura.
—La capitana quiere que salgamos ya —anunció Helena que había abierto la puerta de un golpe—, teme que logren pasar la barrera de seguridad.
La ingeniero los condujo por un pasillo angosto, detrás de ellos iba Julian Jewyen, el director del subcomando Astronam.
—Julian y yo los acompañaremos a la estación y estaremos esperándolos cuando regresen —explicó Helena—, allá arriba nos estará esperando Guardián.
Todos los tripulantes sonrieron emocionados. Guardián era la nave de última generación que el equipo de científicos del subcomando Aviar había estado diseñando durante los últimos cinco años. Y era una preciosidad.
Los ocho subieron a la nave de expulsión. Una cápsula instalada sobre un inmenso cohete. Se ajustaron los cinturones y el casco de seguridad. Desde el CVE se inició el conteo regresivo. Los motores hicieron ignición. La cápsula empezó a vibrar enloquecida. Afuera, la multitud lograba traspasar la barrera de seguridad. El cohete despegó. La multitud era contenida por los soldados. El cohete se despegó de la cápsula y esta salió de la atmósfera. En un par de horas estarían en la estación espacial, mientras abajo, empezaban los disturbios.
Guardián esperaba paciente, reluciente como porcelana blanca y destacaba en la oscuridad del espacio. El artefacto había sido instalado y cada uno de los tripulantes ingresó a sus puestos.
—Sea lo que sea que encuentren allá —Helena se posó frente a ellos y les habló con seguridad—, sean valientes. Cada uno fue elegido por sus habilidades y porque serán útiles en esta misión. Buen viaje, soldados.
ESTÁS LEYENDO
Séptima II
Science FictionEl dios errante sigue vagando perdido y resentido por el universo, odiando sus emociones terrenales y en su inmersa meditación de venganza, consigue la clave para que su plan tenga éxito: usar aquello que lo derrotó la primera vez. Una dimensión des...