11. Los recuerdos de Azula

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Elías Tohmer había muerto. Su cuerpo aún yacía inmóvil sobre la sala principal del Instituto de Tecnología Espacial. Terry vigilaba la puerta principal en contra de su voluntad y Kateryne Berett poseída por el dios errante miraba a Azula volver.

En el CVE quedaban muy pocos soldados a disposición. La mayoría de ellos habían sido enviados a contener las protestas y disturbios en cada rincón del país.

Por lo que, Augustus Kennel, director del comando militar, había enviado a un grupo novato como equipo de emergencia.

—La chica alienígena acaba de matar al director del CVE —se murmuraba.

Mirelle corría hecha una furia entre los estudiantes que se abarrotaban en los pasillos. Llamaba a Terry, a Marcus y a la mismísima capitana, pero nadie respondía.

Chocó con Marcus y ambos se sostuvieron con fuerza de los brazos para que ninguno se cayera.

—¿Has escuchado lo que pasó? —preguntó Marcus con los ojos abiertos de par en par.

—Terry me llamó, pero la comunicación se cortó apenas me dijo —explicó—, tenemos que buscarla, Marcus, creen que ella lo ha matado.

—Mirelle —dijo tragando fuerte—, no había nadie más en ese instituto.

—No —dijo atajándolo—, había otra persona, pude escuchar su voz en el teléfono, era una mujer.

Marcus la miró con desconfianza y nerviosismo, pues no había pasado mucho tiempo desde que había hablado con su madre y ésta se dirigía hacia ese mismo lugar.

Los disparos no se hicieron esperar. Terry disparaba contra militares novatos, en contra de su voluntad. Las lágrimas mojaban su rostro, pero no sabía cómo detenerse. Uno a uno, iban cayendo, heridos de gravedad.

En la habitación, Azula se sacudía con fuerza abrazada por las correas y Kateryne sonreía complacida.

Sus ojos azules iluminaron la habitación, el gesto en su mirada ya se notaba distinto y miró a Kateryne fijamente.

La mujer estiró su brazo y le ofreció un plano doblado cuidadosamente.

—Bienvenida de vuelta —dijo.

Azula estaba visiblemente confundida e incómoda.

—Quieres saber lo que pasó, ¿no es así? —la voz de Kateryne se hacía cada vez más grave.

Azula miró a la mujer frente a ella intentando contener las arcadas que sentía.

—Tu alma se escapó de tu cuerpo cuando miraste a los ojos a Azul Dramen, el alma híbrida con la que te unificarías, muchos años atrás, sería irrelevante contarlos con exactitud, pues el tiempo ha cambiado demasiado —explicó mientras un aura de luz brillante cubría el cuerpo de la capitana. El dios errante dejó el cuerpo a un lado y se materializó frente a Azula, mientras Kateryne yacía dormida—, el proyecto Séptima fracasó, Azul se sacrificó para que ninguna información saliera de su alma, se desvaneció. Sus amigos lograron recrearla un año después, con la tecnología que, admito fue un error, se dejó olvidada en el planeta Andralian. He creado este nuevo planeta, Terranova, desde las miserables sobras de conocimiento que obtuve de tres almas híbridas, ni siquiera pensé que podía prosperar vida, pero mi paciencia fue recompensada. Tu alma ya no está atada a la de Azul Dramen y las almas de este planeta tampoco tienen conexión con el hilo de almas que el dios de la vida ha creado para alimentarse. Dudo, incluso, que él sepa de la existencia de esta dimensión. Ahora, he usado la misma tecnología para regresarte a la vida, los novenses te encontraron porque, no sé cómo, enviaste una señal de ayuda —dijo mirándola con detenimiento—, de cualquier forma, me ha servido que te hayan rescatado y traído hasta aquí. Tu presencia ha distraído a toda una civilización y he podido pasear entre las instalaciones sin inconvenientes.

Séptima IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora