Desde lo sucedido aquel día, Mayte y yo nos acercamos cada vez más. Todos los días desayunábamos juntas en su jardín, me contaba historias de cuando tenía mi edad y cada segundo que pasaba a su lado me enamoraba más de ella, de su esencia, de su alma, de su ser.
Hoy quedamos en salir a caminar y hacer un poco de ejercicio juntas, Mayte se cuidaba muchísimo, y yo era un asco, no podía dar dos pasos sin sentir que me faltaba el aire. Tomé mi botella de agua y salí en dirección al hogar de mi amada, toqué la puerta y enseguida sentí sus pasos acercarse.
—Buenos días, Sof. —dijo sonriendo. Traía puesto un conjunto deportivo negro, tenis del mismo color, un suéter rosado y una gorra. — ¿Lista?
— Sí, creo. —reí.
— ¿Qué pasa? —cerró la puerta de su hogar y me dio las llaves, conmigo estaban más seguras. Las tomé y las guardé en el bolsillo de mis joggers.
— ¿No cree que en lugar de hacer ejercicio deberíamos ir por tacos? Yo invito. —sonreí.
— ¡Sofía! No, haremos ejercicio y luego iremos a comer a un lugar que te va a encantar. —me guiño el ojo, ya se le estaba haciendo costumbre. Y cada vez que lo hacía yo me derretía.
— Vale, no dije nada. —sonreí y comenzamos a caminar en dirección al parque, era martes, por lo que no había tanta gente. Ambas agradecimos, si algo teníamos en común era que nos gustaba estar lo más lejos posible de aglomeraciones. Mayte se colocó sus audífonos y yo hice lo mismo, caminábamos tranquilamente disfrutando la vista y la compañía de la otra.
Al llegar a nuestro destino, nos dirigimos a la parte donde había menos gente. Me senté bajo un árbol y ella se sentó junto a mí. Cerró los ojos y entró en un estado de profunda tranquilidad, tenía las piernas cruzadas y sus manos descansaban sobre sus rodillas. La observé respirar profundo varias veces y sonreí sacando mi celular para capturar el momento. Se veía hermosa.
Pasaron alrededor de treinta minutos hasta que abrió los ojos, y yo seguía mirándola. Sonrió.
— Perdón, no vinimos para que te aburras mirándome meditar. —tomó su botella de agua y bebió un poco.
— No me molesta, al contrario. Me llena de paz. —confesé sin apartar la mirada de ella.
— ¿Ya decidiste si vas a contarle a Daniel lo que pasó con ese muchacho?
— No le diré, ya pasó. Estoy bien, él no volverá a molestarme. —me encogí de hombros.
— Esta bien, no volveré a insistir. Pero prométeme que si vuelve a hacerlo me vas a decir, bonita.
— Lo prometo, señora Mayte. —sonreí y ella se abalanzó sobre mi comenzando a hacerme cosquillas. — ¡Noooo, basta! —carcajee intentando tomarle las manos para detenerla. Ella carcajeó también y me abrazó.
— Me gusta que sonrías, te veo más feliz que antes.
— Es gracias a usted. —respondí y sentí mis mejillas calientes.
— ¿A mí? — asentí.
— Si, usted me hizo salir del encierro en el que estaba... Me hace sentir bien, señora Mayte. —confesé sin apartar la mirada de sus ojos. Ella me sostuvo la mirada por unos segundos y luego se levantó rápido.
— Ya me dio hambre, ¿vamos? —me levanté con ella y suspiré.
— Sí, vamos. —caminamos en silencio. Sentí que lo que dije no le gustó, pensé en disculparme, pero ¿por qué? Solo dije la verdad, y decir la verdad no estaba mal. Llegamos a un pequeño y colorido restaurante, el silencio ya se estaba volviendo incómodo para mí, tenía ganas de salir corriendo a mi hogar.
— También me das paz, mi niña. —dijo suavemente acabando por fin con el incómodo silencio que nos envolvía. Levanté la mirada topándome con sus ojos y sonreí. — Lo digo enserio. —colocó su mano sobre la mía y un escalofrío recorrió mi espalda.
¿Cómo debía interpretar aquello? Suspiré, sintiéndome muy feliz.
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Señora Mayte
FanficMe enamoré de ella cuando aún era una adolescente. Ella era experiencia y yo apenas comenzaba a vivir, quizá estaba mal para algunos ¿pero quienes son para decidir lo que está bien o lo que está mal? La diferencia de edad es lo que menos importa c...