Los días se hicieron menos largos al tener la compañía de Mayte, tanto que cuando me di cuenta las vacaciones ya se me habían terminado. El insistente sonido de la alarma interrumpió mis sueños, estiré el brazo y lo apague. Hoy era el primer día de clases, y mi mal humor se hizo presente tan solo con recordar que a partir de hoy no habría más desayunos con mi señora en un buen tiempo. Bufé.
Tomé el celular en mis manos, eran las 7:15 am. Tenía media hora para arreglarme y 10 minutos más para llegar a mi primera clase del día. Me levanté y fui a ducharme, ¿estaría dormida? Me pregunté pensando en mi hermosa vecina de pelo rubio y poca estatura. Quería verla antes de irme, en pocas semanas se había vuelto mi necesidad.
Mi celular sonó.
Mensaje de Señora Mayte:
"Buen día mi niña grande, mucha suerte hoy. Te veo en la tarde. Cuídate, besos."
Grité. Y rápidamente tecleé una respuesta, esperé. No sucedió nada.
Suspiré tomando mi mochila y bajé rápidamente, papá ya se había ido, no sin antes dejarme el desayuno listo y una notita de buena suerte. La noche anterior insistió en dejarme su auto, pero me negué, estaba acostumbrada a caminar y el colegio no estaba tan lejos. Salí de la casa, y al hacerlo noté un auto estacionado frente al hogar de Mayte. Mi humor volvió a cambiar cuando observé al tipo de barba salir de su casa, estaba recién bañado, lo deduje por su aspecto y tuve ganas de correr y gritarle que dejara a mi futura novia en paz.
Sacudí la cabeza intentando sacarme esa idea de la mente y caminé rápido. No lo conocía, pero ya lo odiaba. Llegué al colegio y me dirigí al salón, me encontré con personas conocidas y otras que nunca había visto, todo iba muy bien hasta que llegó la clase de historia.
Sentí náuseas al ver entrar al salón a aquel hombre que odiaba sin conocer, respiré hondo.
— Buenos días chicos, mi nombre es Manuel Mijares, y soy su nuevo profesor de historia. —dijo con voz ronca. Con que ese era su nombre, al menos ya lo conocía. La clase estuvo tranquila o eso creo, realmente no le preste mucha atención. Mi mente estaba imaginando distintos escenarios donde yo siempre terminaba golpeando a mi odiado profesor y rival de amor. Sí, estoy celosa.
Cuando por fin se escuchó el timbre sonar, tomé mi mochila y salí rápidamente queriendo llegar ya a casa e ir a contarle a Mayte que su... novio era mi nuevo profesor de historia.
— Hola mi amor. — escuche una voz conocida en mi espalda y unas manos rodearon mi cintura.
— No me toques, idiota. —me alejé bruscamente y volteé mirándolo. — En tu vida vuelvas a tocarme, Gabriel. —lo vi reír.
— Tu y yo tenemos algo pendiente. —me miró de arriba abajo.
— Claro, lo resolveremos con la policía la próxima vez que te acerques. —solté y seguí caminando. Definitivamente mi primer día de clases no resultó ser lo que pensé. Caminé a mi hogar con los audífonos puestos y la imagen de una mujer clavada en mi mente. Cuando entré en la privada donde se encontraban mi hogar y el de Mayte, la pude observar sentada en su jardín en aquella posición en la que tantas veces la vi, vestía pants y una camiseta azul. Su pelo rubio estaba recogido en una coleta y sus ojos cerrados. Suspiré.
La amo, pero soy muy cobarde para decirlo. Me acerqué en silencio y me senté junto a ella con sumo cuidado, mordí mi labio inferior y unas inmensas ganas de besarla me invadieron. Tomé aire acercándome lentamente a ella, su pecho cubierto por pequeñas pecas subía y bajaba... estaba a pocos centímetros de sus labios, me fui acercando peligrosamente justo cuando ella abrió los ojos.
Gritó.
Grité.
Ambas nos asustamos y caí hacia atrás, mis mejillas se pusieron calientes.
— ¡Ay, cabrón! —se colocó una mano en el pecho mientras respiraba agitado. — ¡Sof! Me vas a matar.
— Perdón, perdón. —reí nerviosa.
— ¿Cuándo llegaste?
— Recién... —me mordí el labio.
— ¿Cómo te fue hoy?
— Bien. —me encogí de hombros. — Manuel Mijares, es mi nuevo profesor. —solté mirándola fijo.
— ¿Manuel? —hizo un gesto de sorpresa.
— Sí, Manuel. El tipo de barba. —fingí una sonrisa. — Su novio.
— Manuel no es mi novio, bonita. —dijo suave.
— Lo vi salir esta mañana. Eso quiere decir que ya no es tan complicado, ¿no? —dije con ironía.
— Sof, no. —suspiró. — Es que, a veces nos necesitamos...
— Ajá. —me levanté. — Tengo tarea que hacer. Hasta pronto. —sentí su mano tomar la mía.
— ¿Estás molesta? —No, celosa.
— Para nada, solo estoy cansada. —me solté de su agarre y tomé mi mochila. — Y tampoco puedo entender cómo se permite esas cosas... Hasta luego, señora Mayte.
— Sof. —volteé a verla.
— ¿Mm? —la vi suspirar.
— En algún momento lo entenderás. Descansa, mi niña. —se acercó a mí dejando un beso en mi mejilla. Cerré los ojos disfrutando el roce de sus labios en mi piel y un escalofrío recorrió mi espalda.
Quería ser fuerte, pero mi cuerpo reaccionaba ante el mínimo roce.
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Señora Mayte
Fiksi PenggemarMe enamoré de ella cuando aún era una adolescente. Ella era experiencia y yo apenas comenzaba a vivir, quizá estaba mal para algunos ¿pero quienes son para decidir lo que está bien o lo que está mal? La diferencia de edad es lo que menos importa c...