Parte 37

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Carol sonrió al terminar de leer la carta y volvió a revisar con la vista el contenido de la maleta, había tantos objetos, no tenía ni idea de cómo se usaban algunos de ellos pero sabía de alguien que les daría muy buen uso, acerco los juguetes que tenían ellos y los acomodó en la maleta, así estarían todos juntos. Carol salió del cuarto y vio a Tomás mal acomodado, se sintió muy mal por él, pero ella sola no lograría acomodarlo, le marco a Tim, tal vez entre ambos lo podrían mover pero la mando a buzón. Carol bajo a cerrar la puerta, comió un refrigerio en su hermosa cocina nueva, le daban deseos de cocinar de solo verla, terminó su comida y subió la escalera para ir de nuevo a su cuarto, al parecer Tomás se movió dormido para su suerte, la toalla lo medio envolvía pero ya estaba todo su cuerpo sobre la cama. Carol tomó una ducha, con dificultad terminó de desnudar a Tomás, colgó ambas toallas en el baño y se acostó junto a él, abrazándolo como cada noche desde que estaban juntos.

Tomás despertó, era otro día, no supo en qué momento se quedó dormido, Carol no estaba a su lado, el silencio reinaba en el lugar, él se paró tranquilamente, vistió un bóxer negro a la cadera, se revisó en el espejo, su labio seguía horriblemente inflamado, pero le dolía un poco menos. Él bajo a buscar a Carol en el piso inferior pero no estaba en la casa, subió al cuarto para terminar de vestirse y revisó su celular por si le había llamado, ni un mensaje nuevo se mostraba en la bandeja, eran las 2 de la tarde, no entendía que pasaba pero se sentía preocupado por ella.

Carol despertó, no era temprano está vez, Tomás estaba profundamente dormido y sin erección matutina como era su costumbre, ella se levantó y fue directo a vestirse, se puso un short y una camiseta vieja color gris, unos tenis blancos con gotas de pintura de colores y se hizo una cola de caballo. Ella bajo e hizo el desayuno para ambos, un poco de frutas picadas y un rico omelet relleno de pollo y verduras, sirvió la mesa para después subir a despertarlo. Carol movió y sacudió a Tomás mientras gritaba su nombre, pero él no se inmutó en lo más mínimo, ella pensó en levantarlo como el día anterior pero tampoco obtuvo respuesta, enfadada bajo a desayunar sola, con el estómago lleno imagino que podía ser debido a los medicamentos que él no hubiera reaccionado. Carol cubrió la comida de Tomás para mantenerla caliente, estaba sola en la gran casa dentro de las granjas sin saber manejar, sin tener nada que hacer, ella cayó en cuenta que esa sería su vida ahora, Tomás trabajaría junto a Tim ¿y ella?.

Carol nunca quiso ser ama de casa, tampoco deseaba volver a su antiguo empleo, no sé imaginaba teniendo hijos, nunca le parecieron interesantes, le daban ternura pero saber qué su cuerpo cambiaría y su vida giraría en torno a él o ella no le agradaba mucho. Carol se daba cuenta de que era feliz ahora, tenía una linda familia que la amaba, que ya no dependía de ella, un hombre que la amaba tanto que se quería casar en unas semanas, su vida sexual estaba más que satisfecha pero ella seguía sin saber que quería hacer consigo. No deseaba depender siempre de Tomás, no sabía nada sobre sus granjas más allá de que tenían vacas y plantas, tal vez debía probarse realizando esas actividades pero no creía que fueran lo suyo tampoco. Busco una libreta que vio en la cocina, debía descubrir qué hacer con ella y pronto, en unos días Tomás volvería a trabajar y ella estaría ahí sola de nuevo, salió al jardín trasero, no lo habían explorado, había muebles de playa y una parrilla cubierta, el lugar era abierto, podían entrar o salir sin problemas, ella comenzó a caminar pensativa.

Tomás marcó a Carol, su celular seguía en el cuarto, lo encontró mientras timbraba por su llamada, comenzaba a inquietarse, la busco en todos los cuartos, hasta entró en el cunero, no es que no quisiera hijos pero le daba miedo ser padre tan pronto. Bajo de nuevo, la busco en casa, su estómago gruñía, buscaría algo rápido en el refrigerador y saldría a buscar en los alrededores, también debía tomar sus medicinas, encontró el desayuno que le había hecho Carol, lo comió rápido y salió de ahí. Ella seguía ensimismada en sus pensamientos, su estómago comenzó a gruñir, tenía hambre, no sabía qué hora era y mucho menos en donde estaba, miró todo su alrededor, era un área boscosa, los árboles estaban cargados de frutos aún verdes y pequeños, pero el aroma de los caídos le decía que eran mangos. Carol intento recordar cómo había llegado para volver por ahí, "tú tan despistada como siempre" se decía así misma, no traía celular, no sé veía gente por ahí y no sabía a donde dirigirse.

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