ESPECIAL: u & i

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Se removió con pereza sobre el colchón en que yacía, sus pies friccionaron contra las sábanas y mientras sus sentidos empezaban a despertar, achicó su cuerpo todavía más, pronunciando la posición en ovillo, esperando encontrar una postura más cómoda que frenara su necesidad de abrir los ojos y dejarlo permanecer dormido durante más tiempo.

La realidad comenzaba a entrelazarse con las vividas imágenes proyectadas entre sueños, poco a poco el sonido de las olas del mar fueron disminuyendo de intensidad, el característico canto de las gaviotas se convirtió en el cantico melódico de los pájaros posados sobre la rama del árbol afuera de la ventana de su habitación.

Por más que intentara aferrarse a las ilusiones de su inconsciente, su cerebro terminó por deshacer toda conexión fisiológica asociada al sueño.

Todo lo que sus sentidos percibían era real, la suave almohada debajo de su cabeza, el roce de sus cabellos contra la funda produjeron cierta cantidad de estática eléctrica. Llevó sus manos hechas puño hasta sus labios y mientras su oído distinguía cada ruido al exterior, apretó los ojos hasta lograr habituarse a la luz natural que se filtraba por entre la delgada tela de las cortinas de la ventana sobre la cama.

—Ugh...— un murmullo lleno de pereza salió de sus abultados labios, para disipar la desganada energía de su cuerpo estiró sus miembros debajo de las cobijas.

Lentamente abrió los ojos, pestañeando con suavidad, hasta que sus pupilas lograron acomodar la imagen en su retina.

El pelinegro, aún acostado sobre uno de sus flancos observó el lado contrario de la cama, totalmente vacío.

Un pequeño suspiró fue entonado desde lo más profundo de su ser, con movimientos detenidos llevó la mano hasta la almohada a su lado, dejando caer la palma sobre la funda. Cerró los ojos nuevamente, tratando de remembrar los sucesos acontecidos entre sueños.

No podía recordar del todo la historia en la que se había aventurado en fantasías, pero si podía renombrar a la otra persona involucrada.

KyungSoo abrió los ojos de nueva cuenta, observando en silencio su soledad.

Mordió su labio inferior al encontrarse a sí mismo añorando la compañía ajena.

No llevaba un registro consciente del tiempo pasado, no le gustaba tener la sensación de regirse a base de contabilizar los días transcurridos y los días por transcurrir. Porque ello le iba a significar despertar el anhelo de volver a encontrarse.

Y aunque realmente quería, prefería ignorarlo, porque era más sencillo y mucho menos tortuoso.

Su día comenzó, preparó el desayuno únicamente para él, alimentó a su mascota que desde muy temprano se mantenía en vigila de la casucha que habitaban.

Y mientras los rayos de sol no eran tan intensos, laboró en la pequeña granja que poseía, dada la entrega que ponía cada día en su trabajo personal, con el pasar de los días, los cuidados necesarios eran apenas los mínimos, haciendo que su trabajo transcurriera, relativamente rápido.

Se había planteado la idea de comenzar la crianza de ganado, pero los por menores del cuidado de los animales iban a significar que se involucrara más con las personas y buscaba evitar a toda costa el contacto con nadie que no fuera el granjero con el que comerciaba.

En medio de la nada, las cosas con las que podía entretenerse se limitaban a la lectura y al descubrimiento de nuevas habilidades artísticas, continuaba dibujando todo lo que cruzaba su mente, había empezado a experimentar con la pintura.

A pesar de lo tranquilo y desolado del lugar donde se encontraba, el tiempo se escurría entre sus dedos, era justo lo que buscaba.

Esa tarde, mientras bebía el té de hojas que el granjero le había obsequiado, fue hasta el pórtico trasero de la casa para observar las praderas y admirar la gama de tintes amarillos y naranjas que adornaban el cielo cuando el sol se ocultaba.

CRIMINAL-MENTE [ChanSoo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora