Capítulo 13

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Dos semanas habían pasado desde que Conway les advirtiera acerca de la investigación que estaba llevando Russo y del potencial peligro en el que se encontraba Horacio.

Gustabo había concretado, finalmente, una cita con Alex. Todo había salido acorde a su plan: tras un par de tragos, el tipo soltó la lengua. Parecía ser que él no sospechaba de Horacio y tampoco creía que los demás lo hicieran. También pudo entresacarle que pronto habría una reunión mucho más grande, en la que ambos hermanos deberían asistir bien armados, pero no pudo decirle más nada porque él tampoco estaba completamente al tanto de los planes de la mafia. Al informarle a Conway de esto, el superintendente compartió su sospecha: seguramente esa reunión no sería otra cosa sino la compra de armas más pesadas.

Por su parte, a Horacio le habían indicado que "hiciera vida normal", salvo que alejado de la librería y de Volkov. Siguiendo la orden, el chico había comenzado a salir para ejercitarse en la plaza frente a la casa que alquilaban, y solía encargarse de hacer las compras. Con el pasar de los días, la sensación de que había alguien observándole desde las sombras, siguiendo cada paso que daba, iba incrementándose. Seguramente eran ideas suyas, intentaba tranquilizarse. Gustabo ya les había dicho que todo parecía estar en orden, no debía preocuparse tanto.

Por otro lado, las llamadas con Volkov se volvieron habituales. Todas las noches hablaban por teléfono. El ruso lo ponía al día sobre los movimientos dentro de la librería, algunos percances en su trabajo como policía, mientras que el muchacho se quejaba de lo aburrida que era la vida sin su rutina habitual. Lo más interesante eran las noches de ventas de droga los fines de semana, y eso si tenían buena venta. 

Algunas noches Horacio era más insistente respecto a su aburrimiento y a la necesidad de que pasara algo interesante. En esos momentos, Volkov le recordaba que tenía que cuidarse, que no por andar aburrido debía exponerse al peligro. (Horacio le había confesado que una noche en la que salieron a vender meta le sacó la navaja a un tipo sólo por escupirle cerca de los pies. De más está decir que esto no le había hecho ninguna gracia al ruso). Que, en tal caso, leyera algo o mirara alguna película.

Fue en una de esas noches en la que el muchacho de cresta le preguntó si ya había ideado algún plan para encontrarse. Para su sorpresa, Volkov le dijo que había pensado en que a lo mejor podían encontrarse en su departamento al día siguiente. Sería demasiado cantoso que un vampiro lo visitara en su casa (además de que Gustabo estaría presente), y no podían arriesgarse a quedar en un sitio público. La última opción que les quedaba era esa.

Ante la entusiasmada afirmación de Horacio, el ruso le indicó que a la mañana siguiente enviaría, a través de un servicio de mensajería, una copia de las llaves de su casa. Él estaría fuera durante la tarde, puesto que debía cubrir a Conway en una misión y no sabía a qué hora volvería. Por eso la copia de las llaves, para que pudiera ir a su departamento cuando quisiera y no tener que esperarlo. Volkov también le recomendó salir en hora pico, cosa de perderse mejor entre la multitud de oficinistas y estudiantes. De más estaba decir que no debían ver el Audi amarillo en las inmediaciones del edificio.

Horacio aceptó el plan, ansioso por reencontrarse con su vampiro.

Al día siguiente despertó temprano. A media mañana llegó un cartero con una pequeña caja a su nombre. Dentro estaban la copia de llaves del departamento de Volkov y una breve nota escrita a mano. "Siéntase como en su casa. Intentaré llegar antes de medianoche. Firma: V". El muchacho se perdió observando la caligrafía del ruso. Sus trazos parecían finas patas de araña entremezcladas para formar letras. Sonrió para sí, enternecido por el detalle, y guardó la nota en el cajón de su mesita de luz.

Sin embargo, había algo que lo inquietaba. Recapitulando el encuentro tan pasional que mantuvieron en el baño de la librería, Horacio recordó que Volkov le dijo que para esas situaciones él necesitaba algo más de tiempo. Lo que no terminaba de comprender era si necesitaba tiempo para acostumbrarse a la idea de acostarse con él, o tiempo para que la poca sangre que había en su sistema lograra llegar hasta... Bueno. Hasta donde debía llegar.

Donante [VOLKACIO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora