Capítulo 17

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Hacía dos días que Horacio se encontraba ingresado en el hospital. Sus signos vitales eran estables, y las heridas superficiales habían curado casi en su totalidad. Sin embargo, las fracturas en sus extremidades tardarían meses en recuperarse. Tardaría al menos un año hasta que su cuerpo pudiera moverse con normalidad. Debería enfrentar una larga recuperación, pero podría con ello. Era un hombre joven, fuerte y con una voluntad de hierro.

Gustabo, Volkov y Conway se turnaban para cuidar al joven de cresta. Por más de que las enfermeras insistieran en que no era necesario que estuvieran a su lado día y noche, ellos no lo dejaron solo. En parte, por miedo a sufrir represalias por parte de alguna amistad de Russo; en parte, porque ninguno se perdonaría si Horacio despertaba solo.

El sol acababa de caer cuando Viktor estacionó en el parking del hospital. Sacó su arma reglamentaria de la guantera y la escondió debajo del abrigo que llevaba doblado. Hizo una mueca al ver que era Gustabo quien se encontraba en la habitación de Horacio.

- ¿Alguna novedad?- preguntó de inmediato, sin saludos ni charlas vacías de por medio.

- Puede que mañana lo despierten- dijo sin más, levantándose de la incómoda silla junto a la cama-. No es seguro, es una posibilidad- agregó.

- Vale. ¿Conway sabe?- la pregunta fue más por protocolo que otra cosa. Conway se enteraría, tarde o temprano, si no es que ya se lo habían informando antes que a ellos.

- Así es. Le envié un mensaje- asintió-. Aunque todavía no contestó. ¿Cree que hubiera sido mejor llamarlo? Es que está viejo, a lo mejor no sabe cómo responder un SMS- comentó con desgano, mientras se ponía en pie luego de largas horas sentado. Estaba a punto de despedirse del ruso, cuando el móvil de éste comenzó a sonar.

Haciéndole un gesto para que aguardara, Volkov salió al pasillo antes de contestar. Quien llamaba era Paola. La mujer no era de llamadas sociales, por lo que aquello debía ser importante.

- Han identificado a Arthur Flack saliendo de la isla rumbo a continente. Iba en uno de estos ferris que también trasladan coches y tal. Aún estoy intentando averiguar a qué puerto se dirige. Dime qué necesitas para salir y lo tendré listo- dijo ella. Viktor, quien hasta entonces no había sopesado la posibilidad de que Flack huyera de la isla, tuvo que apoyarse contra la pared para no derrumbarse en el suelo.

- ¿Quieres...? ¿Tiene que ser ahora?- balbuceó, mas para sí que para Paola.

- Pues ya me dirás tú si quieres pasarte otros cincuenta años esperando alguna pista de este hijo de perra- masculló al otro lado de la línea-. ¿Qué pasa? ¿Por qué no irías?

- Horacio aún... Él aún no despierta... No puedo irme así...- explicó con voz queda. Claro que ni a Paola ni a la Junta aquello le importaría. ¿Qué eran sus sentimientos contra la posibilidad de atrapar a uno de los vampiros más buscados del último siglo? Aún así...- Aunque sea debo despedirme de él.

Un tenso silencio se cierne en la llamada. Volkov era incluso capaz de ver del otro lado de la línea a Paola apretando uno de sus puños, conteniendo las ganas de mandarlo a tomar por culo.

- La señorita Westenra me dijo que eras un tonto enamoradizo, pero no le creí. Los ingleses siempre exageran todo- masculló en voz baja su superiora-. Puedo hacer que lo sigan durante su arribo a continente, pero más no. Esta tarea te corresponde a ti, Volkov, no a ninguno de tus compañeros- cedió finalmente-. ¿Te basta con eso?

- Sí, sí, eso es... Está bien. Gracias- contestó, no muy seguro. Según lo que le habían dicho a Gustabo era probable que Horacio despertara al día siguiente, pero no una certeza-. Mañana por la noche me pondré en marcha- agregó.

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