Capítulo 1

3.6K 308 49
                                    

- Debe haber un error- repitió molesto Viktor Volkov, mientras tecleaba en su celular, probablemente intentando contactar con Marisol por lo que él consideraba un error.

El error en cuestión era aquel muchacho, de apariencia tan joven, que había sido asignado para servirle esa noche.

- No hay ningún error. Mire, aquí tengo el mensaje de la administración- se apresuró a decir Horacio, enseñándole la pantalla de su móvil para que leyera el correo que le habían enviado- Usted es Viktor Volkov, vive en Del Perro Avenue 2910, piso siete. ¿No es así?- preguntó, para corroborar los datos y que dejara de comportarse de aquella forma. Nunca en su vida había escuchado que un vampiro se quejara de tener un donante joven.

- Y usted es...- el ruso lo miró de reojo antes de volver a abrir su casilla de correo- Usted es Horacio Pérez. Veintitrés años. Un metro y ochenta centímetros de alto; delgado; tez morena; cresta roja; ojos color marrón- guardó silencio, corroborando que aquella descripción encajara con la del chico que estaba parado en el umbral de su departamento-. Sus ojos no son marrones- observó.

- Ya... Es un marrón verdoso, o un verde amarronado, pero vaya usted a decirle a Marisol que sea más detallista en las descripciones- le respondió el de cresta, cruzándose de brazos. No llevaba ni cinco minutos en su presencia, pero sospechaba que su primer cliente no le caería muy bien.

- No... No se preocupe. Pase, por favor- le pidió amablemente, haciéndose a un lado y abriendo más la puerta para que pudiera ingresar al departamento.

Con un asentimiento de cabeza, Horacio entró. El lugar era espacioso y estaba pulcramente ordenado. Los muebles, los colores elegidos, todo era muy moderno, al contrario de cómo se imaginaba que sería la casa de un vampiro.

Estaba tan nervioso por su primera vez que las manos comenzaron a sudarle en frío. La paga era muy buena, tuvo que recordarse para evitar salir corriendo de aquel lugar.

- ¿Quiere algo de beber?- le preguntó Volkov, pasando a su lado en dirección a la cocina. ¿Por qué tenía cocina, si lo único que consumía era sangre?

- Gracias, pero por protocolo no debo tomar ni comer nada antes de...- tragó en seco. Cada vez estaba más nervioso- De que me muerda.

- De acuerdo. ¿Se ha alimentado bien a lo largo del día?- quiso saber el vampiro, mientras buscaba algo entre los estantes de la cocina.

- Sí, sí, no se preocupe...- la verdad era que lo único que había comido en todo el día había sido un hot dog a la hora del almuerzo, y ya eran las once de la noche. Pero viendo cómo se había puesto al saber su edad, si le decía que cenaría luego de la paga, seguro lo obligaba a irse o llamaba a Marisol para quejarse.

- Muy bien- respondió el otro, acercándose con un rollo de servilletas súper absorbentes entre las manos.

Horacio se sintió pequeño ante su imponente presencia. Volkov debía de medir dos metros o más, y parecía estar hecho de puro músculo. Si bien vestía como un mortal más, con una camisa formal color vino tinto y pantalones a juego (nada de capas y camisas con volados, tal como se había imaginado que se vestían los vampiros en sus casas), él sabía que bajo esa apariencia inocente existía un depredador capaz de matarlo en menos de un segundo.

Y él había accedido a trabajar saciando a aquellas bestias.

- ¿Dónde quiere que... Que me acomode?- le preguntó, incómodo por la atenta mirada de esos ojos rojos. Se aferró con ambas manos a la correa de su bolso, estrujándola sin querer. Marisol le había recomendado que se llevara una lata de Coca-Cola y alguna fritura en caso de que se le bajara la presión, además de una muda de ropa limpia, puesto que habían clientes que no eran muy precisos a la hora de morder y podían mancharlo.

Donante [VOLKACIO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora