Capítulo 15

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Sal y óxido.

El graznido de una gaviota lo despertó. Una brisa se escurría por debajo de la puerta, enfriándole los pies desnudos. Creyó oír las olas del mar romper contra la costa a la distancia, pero aún no estaba seguro de si se trataba de un sueño. A lo mejor estaba soñando otra vez que estaba de vacaciones en Hawaii o Costa Rica.

Sin embargo, el dolor en su cabeza le confirmó que no estaba soñando. ¿Por qué alguien soñaría que está de vacaciones y le duele la cabeza? Entre maldiciones indescifrables, abrió los ojos de a poco.

Lo primero que vio fueron sus pies desnudos sobre un suelo de tierra. Algunas pequeñas piedras se clavaban en la planta, haciéndole doler. Lo segundo que vio al alzar la vista fueron las paredes de madera podrida que servían de refugio contra el viento de afuera. Lo tercero que vio fue a Mia Russo frente a él. De ceño fruncido y un arma larga colgada a su espalda, parecía que en cualquier momento iba a gritarle un sinfín de improperios.

Contrario a esta idea, la joven habló con voz suave.

- ¿Por qué me decepcionas de esta forma, Horacio?

El aludido negó enfáticamente. Intentó levantarse de la silla en la que estaba sentado para acercarse y asegurarle que todo está bien, mas sus extremidades no se desprendieron del mueble. Volvió a mirarse los tobillos. Estaban atados, uno a cada pata de la silla. Sus muñecas estaban atadas detrás del respaldo.

- ¿Por qué...?- verbalizó el joven antes de que el dolor de cabeza se intensificara.

Entonces lo recordó todo: la noche que pasó en lo de Volkov; el mensaje de Mia solicitándole una reunión; cómo salió del departamento sin despertar al vampiro y cómo, a un par de cuadras de su casa, lo interceptaron.

Estaba jodido.

- No, no. No quiero excusas tontas- se apresuró a decir Mia, acercándose un par de pasos hacia él. Los rayos de sol que entraban por la sucia ventana hicieron brillar algo en la mano de ella. Una manopla-. Dime, bebé, ¿por qué me engañaste así?

- No... No sé a qué te refieres- le contestó Horacio.

- Mira, no te hagas el tonto conmigo- de uno de los bolsillos de su pantalón extrajo un papel doblado. Lo extendió frente a los ojos del muchacho, quien tuvo que esforzarse por focalizar su vista. Aparentemente era una ficha con información suya. "Consultorio del Dr. Kygryacos", decía en la parte superior. A continuación estaban su nombre, fecha de nacimiento, dirección, resultados de sus análisis clínicos-. ¿Qué es esto?

- Pues mis estudios médicos, ¿no?- contestó burlón, intentando restarle importancia al hecho- ¿Qué? ¿Como vendo drogas no puedo hacerme los controles?

- Muy gracioso, bambino- le dedicó una sonrisa torcida mientras volvía a guardar la ficha médica en su bolsillo-. ¿Sabes a qué clase de gente atiende ese doctor?- inquirió.

Horacio se encogió de hombros.

- ¿Gente que quiere hacerse los chequeos?- continuó en el mismo tono.

- Veo que el golpe en la cabeza te hizo gracia- comentó ella. Se irguió frente a él, acomodándose la manopla en la mano derecha-. El doctor Kygryacos es un vampiro que se encarga de atender a donantes, y estoy segura que sabías eso porque tú eres un donante también. ¿No es así, Horacio?- el muchacho frunció el entrecejo tratando de parecer confundido- Pero, ¿sabes qué es lo que me llama la atención? Que tu nombre no figura en ninguna de las empresas que trabajan en la isla. Sólo en una, y hace ya varios meses que estás inactivo. Entonces, ¿por qué irías a ver a este chupasangre que juega al médico?

- Mira, no sé de qué va todo esto, pero si es una prueba o algo así, que sepas que...- comenzó a decirle Horacio.

- ¡No me mientas!- explotó Mia, propinándole un puñetazo en toda la cara- No me mientas, bambino. Desde que vi la cicatriz en tu cuello te hemos estado siguiendo día y noche. ¿Y qué crees, corazón? Hemos visto un par de cosas interesantes. ¡Giovanni!- llamó a uno de sus secuaces. De inmediato ingresó un tipo llevando un pasamontañas. Al igual que ella, llevaba colgada de la espalda una carabina, y entre sus manos traía un sobre de papel madera- Andiamo, amore, enséñale las fotos- apremió Mia.

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