Capítulo 5

2.1K 297 163
                                    

- ¿Cómo que le recuerdo a alguien?- preguntó Horacio, estupefacto. Se esperaba que Volkov continuara con su fachada de tipo duro y desinteresado, dando excusas baratas, no esa racha de sinceridad.

El vampiro suspiró, agotado. Por primera vez en mucho tiempo había hablado antes de pensar, y sus propias palabras lo habían condenado. Al menos eso fue lo intuyó Horacio, puesto que su jefe jamás decía algo fuera de lugar o que lo dejara en una posición comprometedora.

- Pues... Eso mismo, Horacio- le contestó rápidamente, hablando más para sí que para él. Pretendía zanjar el asunto ahí mismo, pero el chico lo miraba con aquellos grandes ojos curiosos, esperando algo más. Sin poder evitar su mirada, le explicó:-. Me... Me recuerda a... A mi hermana. Ella también trabajó como donante en Moscú durante el tiempo en que yo intentaba ingresar al ejército. Para ese entonces, mis padres y mi otro hermano ya habían muerto, y...- soltó un pesado suspiro, y se frotó el puente de la nariz, cerrando los ojos con fuerza, como si le costara llegar a esos recuerdos- Sólo nos teníamos el uno al otro. Ella decidió ser donante por cuenta propia; estábamos atravesando una guerra, era difícil encontrar un mejor empleo que ese. En Rusia, al menos en aquellos años, no existían empresas que regularan quiénes podían postularse para comprar el servicio, así que los donantes trabajaban sin respaldo alguno- hizo una pausa, bajando la vista hacia sus largos dedos. Horacio simplemente lo observó, no queriendo interrumpir su relato-. Sí, las cosas eran muy distintas por ese entonces.

Sin devolverle aún la mirada al chico, Volkov se giró para atraer el banco que tenía tras el mostrador, y tomó asiento. Entendiendo que el relato iba a ser más extenso de lo que esperaba, Horacio se acomodó, apoyando los codos sobre el mostrador, descansando su cabeza sobre una de sus manos. En esa pose, con la cabeza medio ladeada, se dedicó a observar disimuladamente al vampiro mientras se acomodaba sobre el taburete.

Aún alumbrado sólo por las luces artificiales del local, era evidente que Volkov estaba mucho más pálido que de costumbre. Su piel parecía reseca, como las páginas de un libro antiguo en mal estado, y se hacía más evidente en sus labios, que presentaban finas grietas. Horacio no tuvo que atar demasiados cabos: era la falta de sangre lo que lo hacía ver tan demacrado.

- Cuando conseguí que me aceptaran en el ejército, ella continuó trabajando de eso, sólo que no con la misma frecuencia que antes. Utilizaba el mismo argumento que usted: sólo sería hasta que pudiéramos ahorrar un poco, lo suficiente para vivir bien- continuó el vampiro-. Pero una noche no... Ella no volvió a casa. La policía fue a buscarme al departamento donde vivíamos para informarme que la habían encontrado sin vida en un callejón, cerca de la residencia de uno de sus clientes- hizo una pausa, mirando a la nada a través del ventanal de su tienda-. La había drenado por completo.

- Siento mucho lo que le pasó a su hermana- murmuró Horacio, pestañando rápidamente para disipar las lágrimas que se estaban acumulando en sus ojos. El tan sólo imaginarse en su lugar, perdiendo a Gustabo... Simplemente no podía. También se sintió culpable ya que, seguramente, el ataque que él sufrió habría revivido todos aquellos horribles recuerdos.

- Gracias- musitó Volkov, mirándolo un segundo a los ojos antes de volver a apartar la mirada-. Intenté vengarme, pero eso no... No salió bien. Me... Me convirtieron en esto- dijo con voz queda, señalándose casi con desprecio.

Horacio sintió la necesidad de decir algo para reconfortar al ruso, pero sabía que nada de lo que él pudiera decirle aliviaría su estado. El silencio era la mejor opción, pensó.

- Cuando lo atacaron a usted, entendí que estaba haciendo todo mal. Cuando Conway me requirió para salvar a un civil de un vampiro, jamás pensé que se trataría de un donante siendo atacado por su cliente, Horacio- continuó hablando Volkov. Su postura ahora era más relajada, y su mirada ya no vagaba entre recuerdos lejanos-. Por más que ahora sea un trabajo regularizado, sigue teniendo sus peligros, y yo... Yo omití ese dato al... Al hacerme cliente de esa industria. Es por eso que ya no...- carraspeó, como haciendo tiempo para encontrar las palabras justas- No quiero que nadie corra el mismo destino que mi hermana. Eso es todo.

Donante [VOLKACIO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora