Capítulo 4

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Llevaba alrededor de un mes trabajando en Súzdal. Se había acostumbrado rápidamente al ritmo de la libería: por las mañanas, él se encargaba de recibir los pedidos, organizar la nueva mercadería en los estantes, limpiar y, ocasionalmente, hacer algún que otro mandado que Volkov no pudiera hacer durante el día.

La librería quedaba a una cuadra del paseo marítimo, y a cinco del departamento del vampiro. Horacio, quien vivía con Gustabo en una casa rentada de los barrios bajos, debía caminar poco más de media hora para llegar al trabajo, pero el paseo no era para nada desagradable. De a poco, el invierno se iba retirando de la isla, permitiendo que nuevos retoños surgieran en las ramas de los árboles y entre los hierbajos, tintando con pequeños manchones de verde, amarillo y rosa la ciudad. Era un espectáculo digno de ver.

La librería abría sus puertas a la clientela recién a las cinco de la tarde, hora en la que el sol dejaba de colarse por los ventanales del recinto, permitiendo a su dueño moverse con completa libertad dentro del mismo. En el interín, entre que Horacio terminaba sus tareas matinales y Volkov llegaba a la librería, el chico acompañaba a su hermano vendiendo porros y recolectando información para Conway. Sabía que con lo que ganaba como dependiente de Súzdal le alcanzaba para vivir bien, e incluso ahorrar un poco todos los meses, pero no podía dejar a Gustabo solo en esos momentos. Bien sabía que hasta una venta menor conllevaba un gran riesgo.

Aunque no fuera su obligación volver después de las cinco de la tarde, Horacio lo hacía. Aprovechaba para poner a la corriente a Volkov acerca de los encargos, el mantenimiento del lugar y poco más. El ruso podía manejar esa librería con los ojos cerrados si quería, pero ambos disfrutaban la compañía del otro, aunque no lo dijeran abiertamente. Por eso mismo aceptaba pasar las tardes con el chico.

- ¡Ah, cierto! Ese tal Dimitrov... Petrov... No sé, el tío rubio con cara de mala hostia de Editoriales Índigo. Ése me dijo que la próxima semana no vendrá a la isla- le comentó Horacio a Volkov, mientras daba una repasada a las estanterías-. No me dijo por qué, pero el tío tiene toda la pinta de pertenecer a una mafia, ¿eh?

- ¿Cómo que a una mafia?- preguntó el ruso, soltando una risotada. Se encontraba detrás del mostrador de la caja registradora, intentando ordenar el papeleo sin distraerse con la plática de su ayudante.

- Hombre, que es el típico malo de las películas, ¿sabes? El de la mafia rusa que te parte las piernas si no le pagas a su jefe- comentó Horacio, tomando los artículos de limpieza entre sus brazos, dispuesto a bajar al sótano para guardarlos.

- Conozco de mafias rusas, y ese Dimitri no se parece en nada a lo que suele verse entre ellas- le dijo Volkov con voz seria, volviendo su atención a los papeles que tenía sobre el mostrador.

- Bueno... Sólo lo decía por lo que se ve en la tele- musitó el chico, sabiendo que había hecho enfadar a su jefe. ¿Por qué hablaba tan a la ligera? Que él ya le había dicho que era ruso, ¡joder! Claro que le molestaría ese comentario. 

Bajó por la estrecha escalera que daba al sótano, maldiciéndose mentalmente, y guardó todos los artículos de limpieza en un pequeño armario. La habitación no era muy grande, lo justo para guardar cajas con ejemplares repetidos, cosas de mantenimiento y poco más. Refregó sus manos contra el pantalón antes de echar un último vistazo: ahí dentro no había nada más que hacer. 

Comenzó a subir, dispuesto a irse a su casa. Ya mañana se disculparía con Volkov por su comentario, pensó. Sin embargo, frenó en seco al escuchar una voz desconocida irrumpiendo la tranquilidad de la librería.

- ¡Joder, Volkov, que esa herida lleva más de una semana sin sanar!- escuchó que le recriminaba una mujer. Intentó hacer memoria de la gente que conocía al ruso y se animaba a llamarlo por su nombre, pero los únicos que se le vinieron a la mente fueron Conway y Marisol. Claramente no se trataba del primero, y esta voz era mucho más cantarina que la de la pelirroja.

Donante [VOLKACIO AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora