MOROHA Y LA PERLA NEGRA - CAPITULO 17

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Después de buscar por los alrededores por un determinado tiempo el albino detiene su búsqueda para observar la nube negra, percatándose que algo estaba por suceder. Las gemelas al darse cuenta que su padre se ha detenido, se aproximan a él rápidamente para así también mirar hacia la misma dirección. La nube negra que se había encontrado estática hace unos momentos ahora se encontraba nuevamente activa expidiendo sus energías malignas de los cientos de demonios que se encontraban en su interior, para así poder darles libertad de comenzar a dispersarse por la región nuevamente destruyendo todo aquello y ser que se cruzara en su camino. 

—¿Qué está sucediendo? — duda la albina intrigada por las energías malignas que estaba percibiendo y mirando preocupada como los demonios se desprendían de su nido.

—Ha aumentado su poder maligno — dice la castaña percatándose de ello también y no le agradaba para nada sabiendo principalmente que su madre ahora se encontraba sin la protección de su familia.

—Han recibido nuevas órdenes — dice el albino para después mirar hacia otra dirección intentando percibir la energía maligna de la demonio pálida. — Ya no percibo su energía demoniaca ni su asqueroso olor. Zero, ¿tu... te has vuelto al océano?

—Padre...— le llama la castaña mirándolo fijamente. El albino le mira de reojo por unos instantes para volver su mirada al cielo. Sin la presencia de aquella mujer demonio cercas, no podía hacer nada por ahora.

—¿Eh? ¿Qué es eso? — duda la albina apuntando hacia el cielo al darse cuenta que algo se aproximaba desde otra dirección. La castaña junto al albino, miran hacia la dirección que ha indicado la gemela albina, fijando su mirada en aquel demonio volador y rápidamente lo reconocen. — ¿Esa es?

—Si, es ella — dice la castaña al reconocerla también y poder notar que llevaba a unas personas en su lomo, que se dirigían a la aldea de la anciana sacerdotisa. Sin pensárselo dos veces se apresura en regresar.

—¡Espera! ¡Setsuna! — le grita la albina para así correr detrás de ella. El albino las observa alejarse y cuando está por también hacer lo mismo este se detiene al percatarse de algunos demonios que se dirigían hacia la misma dirección que ellos. Su objetivo era la ladea ahora.

¿Cuál será tu plan ahora? ¿Te habrás dado cuenta que no funciono tu trampa? — piensa mientras vuelve su mirada a la nube negra para mirarla detenidamente, como si buscase a un ser en específico, ya que sabía perfectamente que todo esto solo era más que una simple distracción y que lo peor podría llegar en cualquier momento o tal vez un poco más tarde de lo que podrían esperar.

Los monstruos se aproximaban rápidamente hasta la aldea. Los aldeanos han comenzado a movilizarse rápidamente, haciendo sonar la campana, alertando de esta manera a todos los habitantes del peligro que se avecinaba y así ser guiados por la anciana sacerdotisa quien rápidamente tuvo que salir de la casa para cumplir su misión como sacerdotisa de la aldea. Como la mujer pelinegra aún se encontraba en delicada situación por haber utilizando todo su poder espiritual, ha tenido que quedarse dentro de la casa de la anciana junto a la joven mujer castaña, siendo ambas protegidas por el campo de protección que el pequeño demonio ha tenido que volver a crear para mantenerlas a salvo. Mientras todos los aldeanos se apresuraban a buscar refugio, el hanyo peli-plateado junto a su pequeña hija, la shihanyo, se han lanzado al campo de batalla para derrotar a todo monstruo que se aproximaba a la aldea.

—¡Andando, Moroha! — le grita su padre con una sonrisa que deja ver sus afilados colmillos, emocionado por comenzar la batalla contra aquellos seres malignos.

Moroha y La Perla NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora