El viento sopla delicadamente en la aldea, chocando contra los cuerpos de las tres pequeñas yashahimes, haciendo bailar sus cabellos y vestimentas. Ambas gemelas hanyo miran a su pequeña prima shihanyo sorprendidas. ¿Cómo era que de repente la pequeña pelinegra supiera esa importante y valiosa información? ¿Cómo la había obtenido? Era demasiado imposible de creer.
—¿Y como sabrías eso tú? — le pregunta la castaña sin poder creer lo que les había dicho. Era demasiado sospechoso que de repente conociera el escondite de aquella demonio pálida.
—Fácil. Me lo dijo Riku — responde colocando sus manos en su cintura y mirarlas con poca preocupación, como si fuese algo normal y obvio.
—¿Riku? — dudan ambas gemelas al escuchar el nombre de aquel pelirrojo.
—Debes estar bromeando — dice la castaña desconfiando completamente ahora sobre esa información, después de saber quien había sido el informante.
—Espera, Moroha, ¿eso quiere decir que te reuniste con Riku? — pregunta la albina sorprendida al escuchar que aquel pelirrojo había sido quien le dijo a su pequeña prima donde encontrar el escondite de aquella mujer.
—Sí — asiente sin mucha emoción — Admito que ese sujeto es demasiado extraño. Realmente no entiendo tus gustos, Towa.
—¿Mis gustos? ¿A qué te refieres?
—No le tomes importancia — le dice la castaña a su gemela agachando la cabeza para después volver la mirada en la pelinegra — ¿Y donde está supuestamente el escondite de Zero?
—No lo sé. Riku nos lo dirá cuando nos reunamos con él en la casa del viejo Jyubei. — le responde la shihanyo.
—Lo que faltaba — susurra en lo bajo un poco molesta, en sí, la pelinegra realmente no sabía el escondite, esto le olía a gato encerrado — ¿Realmente crees en lo que te dijo ese sujeto?
—No exactamente. Pero, estoy segura que él también quiere algo de Zero. Ya que sería demasiado extraño que pidiese nuestra ayuda.
—No. Dudo que Riku quiera realmente hacerle daño a Zero. ¿No lo recuerdan? Él estuvo defendiéndola en todo momento — les dice la albina.
—¿En verdad? — duda la pelinegra para después recordar el momento en que el pelirrojo detuvo su ataque con aquellas cenizas — Es cierto, en ese momento... él logró detener mi ataque lanzando las cenizas de mi abuelo. ¿Cómo sabía él que podía anular mi ataque usándolas? ¿Será que él realmente sabe más sobre mi?
—Es seguro que trama algo y para llevarlo acabo de alguna u otra manera necesita que estemos presente — asegura la castaña analizando un poco la situación. — No podemos confiar al cien por ciento en él.
—Si. Es verdad — responde algo triste la albina — A pesar de ello, ¿por qué me siento triste? Realmente ya no podemos confiar en él a estas alturas, pero aun así yo... — piensa un poco confunda respecto a sus sentimientos — ¡Cierto! Será mejor que le informemos a nuestro padre lo antes posible — le dice la albina a su gemela, recordando que su padre ahora se encontraba buscando el escondite de la pálida.
—Tienes razón — asiente la castaña.
—¡Imposible! — las detiene rápidamente la pelinegra — ¡No pueden hacer eso!
—¿Y por que no?
—¡¿Es que no lo entienden?! ¡Si hacen eso no tendremos la oportunidad de luchar ni un poco contra ella! ¿Es que ya olvidaron la pelea que tuvimos con Kirinmaru? — les pregunta haciéndolas recordar ese momento.
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Moroha y La Perla Negra
PertualanganDonde descansan los restos de los demonios se encuentra oculto un secreto. Moroha junto a sus primas se adentran a aquel lugar para poder encontrar a sus padres, pero ¿qué sucedió verdaderamente con ellos? ¿Por qué no están juntos?