MOROHA Y LA PERLA NEGRA - CAPITULO 18

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La pequeña shihanyo le mira confundida, ¿en qué momento había entrado aquel sujeto a la casa de la anciana? Ni si quiera se había percatado de su presencia en los alrededores. ¿Cómo pudo atravesar el campo de protección? Mira hacia la mujer castaña y el pequeño demonio, ambos durmiendo profundamente. Si el demonio verde se encontraba en ese estado, entonces, ¿Quién le había dado el exceso a ella para atravesar sin problema el campo? Pero lo que más la tenia sorprendida y a la vez preocupada era que aquel sujeto de cabellos rojizos y ojos verdes se encontraba cercas de su madre y tal parece que a ella no le incomodaba en absoluto su presencia, de hecho, por alguna razón la notaba en mejor estado y con más energía. Se encontraba sentada sin ningún problema y ¿estaba bebiendo té? ¿o era algún remedio? Olfatea un poco y logra percibir el olor a hierbas medicinales. En definitiva, era un remedio. ¿Quién se lo había preparado? ¿Él?

—¿Riku? ¿Cómo es que tú...? — le comienza a preguntar la shihanyo, pero no podía dejar de mirar con preocupación el vaso que tenía sosteniendo su madre. A pesar de que no percibía ningún olor extraño, no podía confiarse.

—¡Oh! Ya veo — dice el pelirrojo al darse cuenta de lo que tenia un poco preocupada a la shihanyo — No te preocupes, es solo un remedio medicinal para que pueda recuperar sus fuerzas. ¿No es así, señorita Kagome? — le dice sonriéndole a la mujer pelinegra.

—Sí. Riku la preparo para mi — responde la pelinegra de lo más tranquila y natural, como si llevasen tiempo que se conocían; esto confunde aun más a la pequeña pelinegra. — Es muy efectiva.

—¡Claro! — responde alegre y levantando un poco el pecho — En especial porque son plantas ideales para contra restar cualquier residuo de veneno que pudo haber quedado en su interior.

¡Espera! ¿Cómo sabe él que ella...? — piensa preocupada la shihanyo — Ella no tiene veneno en su cuerpo — le dice mirándole fijamente — Yo lo...

—Lo sé. Tu madre, la señorita Kagome, me lo ha contado todo. Eso fue muy valiente de tu parte, Moroha — le felicita dedicándole una sincera sonrisa.

—Te lo agradezco mucho, Riku — le agradece la mujer pelinegra — Esto realmente me ha ayudado a recuperar las fuerzas y sentirme mucho mejor.

—Es lo menos que puedo hacer después de que absorbió esa horrible maldición. No podía simplemente ignorarlo — decía al momento que se pone de pie. — Bueno, será mejor que me retire. Por favor, piense un poco más en nuestra conversación, señorita Kagome — le pide al momento que la mira.

—De acuerdo. Lo pensare un poco más. Gracias, Riku — agradece con una sonrisa. El pelirrojo le corresponde la sonrisa con otra para después dirigirse a la salida donde se encontraba la pequeña shihanyo.

—No te preocupes por ellos — dice mirando a la castaña y el demonio verde — Solo están durmiendo gracias a un indefenso somnífero que inhalaron. Ellos despertaran justo después de que me haya retirado.

—¿Qué cosa le has dicho? — pregunta curiosa después de saber que no le había hecho nada malo a ninguno.

—¡Oh! Sobre eso... — dice mirando de reojo a la mujer pelinegra quien se había dispuesto a dar otro sorbo de su remedio, él aprovecha para aproximarse un poco a la pequeña shihanyo y poder susurrarle al oído — Tengo una petición importante. Te estaré esperando en la cabaña que esta a las afuera de la aldea. Lleva contigo a las gemelas princesas hanyo. Ellas también estarán interesadas en esto.

—¿Para qué quieres que vayamos a...?

—Sí realmente quieres saberlo, será mejor que vayas. Sé que les interesara mucho — le dice mientras le sonríe entusiasmado por darles aquella información tan valiosa — ¡Bueno! Las estaré esperando al caer el anochecer. ¡Nos vemos!

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