El atardecer ha comenzado a caer sobre la aldea. La amenaza había sido aniquilada y los aldeanos comienzan a regresar a sus hogares, felices por volver a tener paz en su apreciada aldea. La anciana sacerdotisa también vuelve a su hogar y comienza a preparar algo de estofado para todos sus invitados, con ayuda de la exterminadora y la madre de las gemelas mientras que Kagome tomaba otra taza de té con remedio medicinal que la anciana había preparado para ella. A pesar de que ya había tomando un remedio más fuerte y efectivo no podía negarles diciéndole sobre ello. Debía mantener en secreto la visita de aquel pelirrojo. Aunque detestaba el tener que ocultar cosas, no podía hacerlo, no por ahora. Desde su visita no ha parado de pensar en lo que le había dicho sobre su hija. ¿Acaso realmente era la mejor opción? ¿Qué debería hacer? En verdad, ella no quiere que su pequeña niña tenga que pasar por eso, pero eso significaba que estaba privándola de una gran parte que es ella. ¿Y si eso también podría llegar a ser una solución para su pequeña?
Por su parte, el peli-plateado al ver que la casa se encontraba llena, decide retirarse y esperar a fuera en lo que preparaban la cena. Se dispone a observar los tonos cálidos que hacían embellecer el cielo en ese momento, anunciando que la noche estaba por llegar. Faltaba poco para que la oscuridad cubriera la aldea y el cielo se iluminara con el resplandor de las estrellas y la gran luna. Aunque en realidad, la llegada nocturna, tenía preocupado un poco al hanyo. No ha pasado demasiado tiempo, pero la ausencia de la pequeña shihanyo lo tenía intranquilo, especialmente por el extraño comportamiento que había tenido anteriormente. ¿Acaso habrá sido por qué se forzó al transformarse? O ¿podría ser a causa de aquel veneno? No estaba seguro si realmente ella había purificado el veneno por completo de su cuerpo. Y esa opción lo hacía sentirse más aterrado. No quería que ella también pasase por ese mismo sufrimiento que su amada pelinegra tuvo que enfrentar.
—La casa está a reventar — dice el monje aproximándose hasta el hanyo y ponerse a su lado para también mirar el bello espectáculo del atardecer — Como en aquellos días.
—¡Je! Sonaste igual que un anciano — le dice divertido el peli-plateado al escuchar la frase que había dicho el monje. Por su parte, el monje le mira con cara de pocos amigos, no le había parecido nada gracioso — La anciana Kaede nos pidió que nos quedáramos esta noche aquí o por lo menos hasta que los aldeanos terminaran de limpiar nuestro hogar — le informa el peli-plateado.
—¿En serio? Que amabilidad de parte de los aldeanos — le dice para así mirar nuevamente hacia el cielo, pero no puede evitar el mirar de reojo a su mejor amigo. Podía notar en su mirada que algo lo tenía demasiado preocupado y sabía quién era esa persona que lo tenía así. Él también lo estaría si fuese uno de sus hijos — ¿Aún no regresa?
—No — responde un poco triste — Pero puedo captar su aroma aun en los alrededores; no está muy lejos de aquí.
—Si está cercas, entonces no es necesario preocuparse, — le asegura, pero al parecer esa no era la principal razón de su preocupación — ¿o hay alguna otra razón?
—Quisiera que esa fuese la única — le confiesa sin apartar la mirada del cielo.
—Así que sucede algo. ¿Qué es?
—No estoy tan seguro de que sea, Miroku. Solo sé que algo malo le está sucediendo. Y quiero suponer que fue desde que elimino el veneno del cuerpo de Kagome — mira la palma de su mano para después cerrarla con fuerza — Estoy seguro que una parte de ese veneno se alojo en su cuerpo, eso explicaría esa extraña energía que percibir en su interior.
El monje comprende su preocupación. Hace un momento la pelinegra les había contado el peligro que había corrido al caer en la trampa de aquella demonio pálida. El veneno que supuestamente había sido para la joven mujer castaña, se había transferido al cuerpo de la pelinegra, comenzando a contaminar lentamente su cuerpo y la única que podía ayudarla en ese momento era la pequeña shihanyo, ya que también ella posee el mismo poder espiritual que su madre. Pero tal parecía que algo pudo haber salido mal, ya que esa era la primera vez que la shihanyo había utilizado gran parte de su poder espiritual para eliminar ese poderoso veneno. Y además, era posible que su lado demonio, haya absorbido el veneno, sin darse cuenta ella, por el deseo de poder. Pero solo era una suposición hasta el momento.
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Moroha y La Perla Negra
AdventureDonde descansan los restos de los demonios se encuentra oculto un secreto. Moroha junto a sus primas se adentran a aquel lugar para poder encontrar a sus padres, pero ¿qué sucedió verdaderamente con ellos? ¿Por qué no están juntos?