Capítulo 14

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Desierto se mantiene parada mirando hacia la ventana del pasillo, no mueve ni un dedo, entonces me le acerco.

—¿Todo está bien? —consulto.

Moviliza la mano y se refriega los ojos, su intento fallido de limpiar sus lágrimas es notable. Suspira, luego se gira a mirarme. Sus ojos otra vez están hinchados de llorar, ya es imposible ocultarlo.

—Morket me mintió —declara.

Me sobresalto tan solo de oír su nombre, por lo ocurrido entre nosotros.

—¿Eh? ¿Por qué dices eso?

—Dijo que me ayudaría, que no me dejaría, él iba a cuidarme, pero... —Su puño se presiona y sus ojos vuelven a humedecerse—. Él no vino a su cuarto, me abandonó.

Una punzada pasa por mi pecho.

Escuché esa conversación y aun así la ignoré por completo. Sabía que se encontrarían, pero fui yo la que terminó con Morket en la cama.

Lo que es extraño es que todavía no me acusó, aunque viendo su estado anímico, creo que ya no tiene fuerzas para eso.

—No quiero ser hipócrita, así que te lo contaré —le aclaro—. Yo estuve con Morket —digo directo.

Gira su vista despacio y llena de odio a mirarme más directo, parece que va a decir algo, pero solo suspira, entonces vuelve a observar a la ventana.

—Déjame sola —termina pidiendo.

—Yo... —expreso sintiéndome culpable, pero me interrumpe.

—Quizás sea yo la que me vaya —confiesa de repente y quedo perpleja—. No puedo encontrar soluciones aquí, estoy estancada, voy a buscar mi felicidad en otra parte, no voy a esperar a que un hombre me salve como los cuentos de hadas, eso ya no sirve.

—Tú... ¿Desde cuándo piensas eso?

Suspira.

—No me molestes. —Comienza a caminar para alejarse de mí, pero la sigo de todas maneras.

—Si realmente piensas eso, tenemos un objetivo en común.

Se detiene, por lo tanto hago lo mismo.

—No, no lo tenemos —contesta y luego se gira a mirarme con rabia—. Si realmente quisieras irte, no estarías revolcándote con Morket, tomando mi lugar. Si quieres invertir los papeles está bien, lo acepto, tú quédate con él y yo me iré, pero no me pidas que estemos del mismo lado, porque aunque lo niegues, suena hipócrita de cualquier forma.

—Sí, sé que se ve mal, pero...

Suspira y sus ojos vuelven a cristalizarse.

—Te lo ruego, déjame sola, estoy cansada, por favor.

No la sigo de nuevo cuando se gira para retirarse otra vez. La verdad no la culpo, ni siquiera sé qué pasa por su mente, pero no debe ser nada positivo. Además tiene razón, sí me veo bastante hipócrita e insistir no ayuda mucho, no le estoy dando espacio y parece que se ahoga.

Es muy triste.

Belleza de los Sueños #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora