Capítulo 3

236 52 27
                                    

Creo que oí mal, ese muchacho pelirrojo me llamó Rebecca, estoy segura de haberle dicho mi nombre, no sé por qué se confundió.

Al regresar a la habitación, me preparo para el sermón de Isela, pero solo me observa sin un vilo de expresión. El tiempo que mantiene su mirada en mí me parece eterno, pero suspiro cuando decide callar y guiarnos a otra sala. Esta es más grande y el tal Morket se encuentra sentado en su trono, se ve aburrido. Cuando nos visualiza, nos observa con confusión.

—Morket, quiero presentarte a las Bellezas —comienza Isela y primero señala a la que tiene una gran sonrisa de confianza, la cual le hace una reverencia—. Ella es Desierto. —Luego le indica que haga lo mismo a la de la sonrisa tímida. —Ella es Cielo, y por último... —La diosa mantiene su mirada fija en mí, logrando que haga una reverencia y sonría como las demás—. Ella es Océano.

—Un placer —responde el dios confundido—. No acabo de entender, la última vez que hablamos mezclamos estos tres elementos, estos tres territorios, ¿quiere decir que lo hiciste para crearlas en secreto?

—Es una sorpresa —lo corrige ella.

—Ahí están tus regalos —se queja el tal Blus, que se mantiene alejado desde que llegamos a la sala—. ¿Qué tan difícil es de entender? —Bufa.

—Te sentías solo y te traje compañía —continúa Isela ignorando los comentarios del de cabellos celestes—. Siento haber tardado en visitarte, hermano, pero esta vez tengo justificativo, te preparé tres hermosas Bellezas, solo para ti, ya no notarás nuestra ausencia ni la de nadie. Acepta mis humildes disculpas con estos preciosos regalos. —Sonríe ampliamente y alzando sus manos animada, cambiando de personalidad.

Ya se estaba tardando en modificarla, mantener solo una no es normal en ella.

Morket se levanta de su trono y camina hasta nosotras, nos mira despacio, una por una.

—De acuerdo —acepta con total tranquilidad.

—¡Bueno, son todas tuyas, me tengo que ir a trabajar! —Se gira a mirar a Blus—. ¡Hermanito, saca esa escalera y vamos!

Los dos dioses se terminan yendo y al final nos quedamos solas con el Dios de las Tinieblas.

Cielo alza la mano tímida.

—Señor Morket, ¿Isela va a volver?

—No creo —reponde él.

—Oh —expresa triste.

—Yo también tengo otra pregunta —exclama altanera Desierto—. ¿Nos vamos a quedar parados sin hacer nada? —bromea y él se ríe ante su comentario, que al parecer es gracioso.

Morket gira su vista hacia mí.

—¿Y tú quieres preguntar algo? —consulta al yo quedarme callada.

—¿Me puedo ir? —pregunto sin importancia.

Se ríe.

—Puedes caminar por donde tú quieras, el castillo es grande y el inframundo tiene varios lugares para visitar.

Desierto alza la mano.

—¿Hay habitación para cada una o vamos a compartir? La verdad no quiero usar lo mismo con nadie —dice con ese vilo de egoísmo que noté en ella desde que la conocí—. Este lugar se ve perfecto para tener todo, espero que no seas tacaño.

—Mis espectros las guiarán, pueden elegir el lugar que más gusten. —Sonríe el dios y luego me mira—. Pueden caminar por donde quieran —insiste con la respuesta a mi pregunta.

Creo que notó mi interés nulo por estar aquí.

Más tarde, al presentarnos nuestros aposentos individuales como pidió Desierto, termino saliendo a caminar por los pasillos otra vez.

Isela me reprendió con su mirada por hacer eso, pero ella no está aquí ahora, así que no importa.

—Océano. —Me detengo al oír a Morket y me giro a verlo—. No es necesario —me pide cuando estoy por hacer una reverencia—. ¿Sabes? Te vi en el pasillo antes, cuando miraba por la ventana.

—Ah, me disculpo.

—No te preocupes, solo pensé que tienes la misma mirada que yo, una que se encuentra perdida. Será tonto lo que digo, ¿no?

—Creo que no puedo responder a eso —advierto.

Se ríe.

—Escucha, yo tampoco sé qué está pasando, así que espero que nos llevemos bien y lo intentemos juntos.

—Supongo. —Hago una pausa y luego recapacito—. Mejor dígale eso a Desierto y a Cielo.

—Creo que le diré a cada una algo distinto, ustedes son bastante diferentes, aunque quise empezar contigo, por esa calma que trasmites, que a la vez es un mar furioso, como el que a veces siento, pero que no demuestro.

Belleza de los Sueños #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora