Capítulo 25

207 50 18
                                    

Con algunas palabras manipuladoras, Samaria, otra de mis vidas, convence a Elea de perdonarme. Creo que esta personalidad si se parece más a Océano, es mala. Nayiri tenía buen corazón, solo que fue influenciada por la original, pero es que Samaria es un asco de persona, ni necesita influencias de la diosa.

«Lo admito, es una de mis favoritas. Aunque no quería meterme en este pasado, es muy irritante».

¿Por qué?

No contesta, aunque la respuesta la descubro yo sola con el pasar de los días.

Hay ramas negras en el techo.

«Asco, Desierto está aquí».

Se acordó.

Camino despacio, oigo mis pasos por el pasillo del Reino de las Sombras. El eco que generan mis zapatos es apabullante. La piel se me eriza cuando el chirrido se escucha en la puerta.

—Desierto —susurro viendo su cabello negro.

Se gira y me mira seria.

—¿Cuándo fue la última vez que nos vimos? —consulta.

—Unas diez vidas. —Sonríe Océano.

—Sí. —Hace una pausa—. Qué triste, espero que Cielo esté bien.

—Te las arreglaste para que no se cruzara conmigo muchas veces, así que estará bien.

—Tuve suerte. —Sonríe Desierto.

—¿Sabes? Por momentos me gustan estas charlas y en otras ocasiones no, qué bueno que lo tuyo es temporal.

—Bueno, es tu maldición, tú eliges cómo se usa.

Océano se carcajea.

—Nunca te diré cómo deshacerte de esta.

«Ni a ti». Me aclara, ya que permití que tomara el control de la escena, para oír exactamente la conversación.

—Eres patética —expresa con tranquilidad Desierto—. ¿Te das cuenta que solo inventaste el sofoco para igualar el sufrimiento que me generan las tinieblas? —Bufa—. ¿Qué clase de envidia tan retorcida es esa?

—¿De qué te quejas si ya te estás curando? —Océano enarca una ceja—. ¿Y por qué mierda despertaste? Ni que Elea sufriera tanto, tus choques emocionales cada vez son más estúpidos.

—No somos amigas para que te cuente mis problemas —lo dice con intención, sabe que eso es un golpe bajo para Océano.

«Qué me importa a mí si de todas formas pronto le cortarán la cabeza. Perdón, arruiné el final de la historia, mejor adelantemos esto».

¡Oye, no!

Cierra los ojos.

~~~

Abro los ojos volviendo a tener el control de mi cuerpo. Elea ya no es Desierto, tiene su cabello rubio y hasta me está abrazando.

—¿De verdad tienes una sorpresa para mí? —pregunta emocionada—. ¿Qué será?

Cielos, no se acuerda ni de la charla y al cuerpo de Samaria puede notársele una sensación de regocijo, para nada con buenas intenciones.

—¡Oye! —chilla cuando los guardias la apresan—. ¡¿Qué es esto?!

Samaria sonríe con malicia, mientras los hombres se la llevan.

—Por traición a la corona —aclara uno de los guardas—. Será sentenciada a muerte.

—¡¡Samaria dile que no es cierto!! —pide clemencia y auxilio, pero no le contesta—. ¡¡Oh, por los dioses!! —sigue gritando.

Sin embargo yo no veo odio en sus ojos, sino miedo y desesperación.

«¡Oh, por favor!». Se queja Océano.

Ya me cansé de esto. Bufo. Es siempre lo mismo. Pierdo mi tiempo. Océano traiciona a Desierto y Desierto la perdona. Siento que estoy en un bucle temporal en el que Océano me intenta convencer, pero jamás lo logra. Se hace la muy diosa, pero es una inútil.

Cielos, me dije inútil.

Bueno, sí, yo lo hubiera hecho mejor. No tendré el recuerdo de todas esas vidas, ni tanta experiencia en la casi eternidad, pero no soy una niña caprichosa que de ensaña con otra.

«¡Oye!». Se queja.

Me tienes cansada y solo hay una forma de detenerte. Ya no me voy a meter en el pasado, este no me lleva a ninguna parte, mejor entraré a un lugar más profundo. Pero como no sé cómo hacerlo, aplicaré un proverbio árabe:

"El enemigo de mi enemigo es mi amigo".

«¿De qué estás hablando, mierda?».

Yo también puedo ser diabólica, Océano ¿Lo olvidas? Soy tú.

«No te atrevas».

Abro una puerta con intención de salir de los sueños que cuentan el pasado y para mi sorpresa lo logro, y él me está esperando ahí.

Sonríe con malicia, sentado en su trono, sintiéndose todo poderoso.

—Hola, Rebecca —me saluda—. ¿Al fin vamos a jugar tú y yo?

Lo miro fríamente.

—Hola, Blus.

Belleza de los Sueños #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora