Prólogo

1.3K 152 50
                                    



Prólogo:


"¡Ardelia Mappther!" proclamo un joven hermoso que se cernía sobre toda su orgullosa postura. Él era Tlheos Gheoss, príncipe y futuro gobernante del reino. Mi prometido y mi verdugo "¡Por tus crímenes se te ha sentenciado a la pena de muerte!" la gran multitud victorio esperando sangre. Los hombres y mujeres vociferaban maldiciones como si conocieran cada uno de mis crímenes y lo horrible de mis artimañas. Lo cual era completamente falso y por lo tanto indignante, ellos jamás conocerían ni la mitad de lo que yo era capaz.

Mi lindo prometido (Ahora ex, mi error) se tomó el tiempo de enumerar mis terribles crímenes hacia la corona y hacia los habitantes de este florido reino. Estos incluían desde abuso del poder, corrupción, explotación humana, robo de dinero público, tortura innecesaria, infidelidad y por último pero no menos importante, asesinato predeterminado. Me sorprendió la gran cantidad de crímenes que les faltaron por descubrir considerando lo entusiastas que estaban al respecto. Había hecho un gran trabajo ocultándolos, y si no fuera por un error debido a mi arrogancia jamás hubieran logrado reunir las pruebas suficientes para incriminarme. Un trágico final para alguien que tenía un futuro tan brillante como el mío.

Mire hacia la multitud que tenía frente a mí. No eran más que cerdos que se retorcían sin cerebro, esperando ser llevados al matadero. Les mostrabas un lindo prado y corrían en piara buscando comer lo que se les ofrecía, no notando las cercas de alambre y los carniceros que esperaban por la carne fresca. Siempre me considere una carnicera de calidad, por lo que nadie noto mi cuchillo hasta que era demasiado tarde. Disfrute de muchos platillos especiales en mi mesa.

Ahh. Pero ahora el carnicero había caído y los cerdos esperaban expectantes por las piezas que podían llevarse. Ese fue uno de mis errores, olvidar que los cerdos también son depredadores sangrientos. Pobre de mí.

Viaje más allá de todos los cerdos, hacia los conspiradores y la pequeñita oveja que resultó ser un obstinado perro pastor.

Jesilet Torn. La pequeña campesina que solo mire hacia abajo y solo vi como un bicho para aplastar. Quiero decir, ¿cómo podría saber que en realidad sería una bruja blanca que además tenía la capacidad de la voluntad de dios? Una perla entre el barro, el mito hecho persona.

A su lado los conspiradores que había guiado y usado a la elegida como su piedra angular. El hijo del capitán de los caballeros imperiales y el mago de la torre mágica. Poder físico y poder mágico, eso combinado con el poder político de mi ex y el poder espiritual de la alada santa y el resultado era mi caída. Pero no podía quejarme demasiado, fui demasiado arrogante y fui vencida por mis descuidos.

Suspire. Tantos planes arruinados. Como futura reina tenía muchas ideas para aprovechar.

¿Eso me hacía malvada? Yo no lo diría así, en su lugar yo diría que era una persona en busca de la felicidad personal, ¿era tan horrible que mi felicidad solo llegara a través de actos crueles o en su defecto, poco éticos? No, no me arrepentía de nada, y si tuviera la oportunidad lo volvería a hacer y más. Más ahora que tenía cierto rencor ardiente hacia ciertas personas en específico.

El príncipe, el caballero, el mago y la bruja santa. No era una exageración decir que estaban en la parte más alta de la lista de las personas que más despreciaba en el mundo. Si, dije que había sido mi descuido y eso solo me lo podía reprochar a mí misma, eso no quería decir que no pudiera despreciar a los cuatro héroes del reino por hacerme caer.

Todos mis preciados planes, mis maravillosas ideas, todo sería cortado por el filo de la guillotina en la que estaba amordazada ahora.

Apreté mis uñas en la palma de mis manos hasta que la piel fue atravesada y sentí las lágrimas rojas de mi cuerpo caer. La rabia fría era todo en lo que sentía. No podía evitar pensar en todas las cientos de formas en las que pude evitar este final. Cientos de caminos que me dejaban en la cima de la pirámide, dejando a ciegas y humillados a los héroes que eran adorados por cortar mi cabeza.

La venganza más dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora